¿Lleva tilde restituyais?

Hay una infinidad de palabras que se acentúan en Español, en concreto en nuestra base de datos tenemos 255.832 palabras que deben llevar tilde. Las reglas generales de acentuación son las siguientes:
  • Palabras agudas: son aquellas cuya última sílaba es tónica, deben llevar tilde aquellas que acaben en vocal, ene o ese.
  • Palabras llanas: son aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima y llevan acento las que no terminan en vocal, ene o ese
  • Palabras esdrújulas: son aquellas cuya sílaba tónica es la antepenúltima, se acentúan siempre
Con las reglas anteriores puede parecer fácil saber cuando lleva tilde una palabra, no obstante en ocasiones saber separar una palabra en sílabas no es sencillo y pueden aparecer otros factores como los hiatos, las palabras compuestas o los acentos diacríticos que fácilmente inducen a equivocación. Por ello te ayudamos no sólo mostrandote cual es la forma correcta de escribir la palabra pero además te decimos por qué es así.

Restituyais lleva tilde, se escribe Restituyáis.

Han de llevar tilde las palabras agudas que terminan en vocal, "n" o "s".

Llamamos palabras agudas a aquellas que tienen como sílaba tónica la última de sus sílabas, es decir que el golpe fuerte de voz recae en la sílaba final. Las palabras que tienen una sola sílaba se consideran también agudas, pero no suelen llevar tilde salvo en el caso de los acentos diacríticos, esto es que se acentúan para poder diferenciarlas como por ejemplo el caso del pronombre personal tú del determinante posesivo tu.

La separación silábica de RESTITUYÁIS queda así: res-ti-tu-yáis, es aguda y terminada en "s" por lo tanto debe llevar tilde.

Puedes ver aquí la definición de restituyáis

Ejemplos con la palabra Restituyáis

CXL. Llegado ya a Atenas el enviado de Mardonio, hízoles este discurso: —«Amigos atenienses, mandóme Mardonio daros de su parte esta embajada formal: a mí, dice, me vino una orden de mi soberano concebida en estos términos: «Vengo en perdonar a los atenienses todas las injurias que de ellos he recibido. Lo que vos, oh Mardonio, haréis ahora es lo siguiente: os mando lo primero que les restituyáis todas sus propiedades, lo segundo, quiero que les acrecentéis sus dominios dándoles las provincias que quieran ellos escoger, quedándose, sin embargo, independientes con todos sus fueros y libertad, lo tercero os ordeno que a costa de mi erario les reedifiquéis todos los templos que les mandé abrasar: todo ello con la sola condición de que quieran ser mis confederados. Recibidas estas órdenes, continúa Mardonio, me es del todo necesario procurarlas ejecutar al pie de la letra, como vosotros no me lo estorbéis, y para conformarme con ellas, pregúntoos ahora: ¿qué tenacidad es la vuestra, atenienses, en querer ir contra mi soberano? ¿No veis que ni en la presente guerra podéis serle superiores, ni en el porvenir seréis capaces de mantenérsela siempre? ¿No sabéis el número, el valor y hazañas de las tropas de Jerjes? ¿No oís decir cuántas son las fuerzas que conmigo tengo? ¿Es posible que no deis en la cuenta que aun cuando en la actual contienda me fuerais superiores, de lo que no veo cómo podáis lisonjearos a no haber renunciado al sentido común, ha de venir con todo a acometeros otro nuevo ejército más numeroso todavía? ¿Por qué, pues, querer hombrear tanto en competencia del rey, que os halléis sin poder dejar un instante las armas de las manos y con la muerte siempre delante de los ojos, expuestos de continuo a perderos por vuestro capricho y a perder, juntamente vuestra república? Haced la paz, ya que podéis hacerla muy ventajosa, cuando os convida con ella el rey mismo, y quedaos libres e independientes, unidos con nosotros sin doblez ni engaño en una liga defensiva y ofensiva. Esto es formalmente, oh atenienses, prosiguió, diciendo Alejandro, lo que de su parte mandóme deciros Mardonio: yo de la mía ni una sola palabra quiero deciros por lo tocante al amor y buena ley que os he profesado siempre, pues no es esta la primera ocasión en que habréis podido conocerlo. Quiero sí únicamente añadiros de mío una súplica, y es que viendo vosotros no ser tantas vuestras fuerzas que podáis sostener contra Jerjes una perpetua guerra, condescendáis ahora con las proposiciones de Mardonio. Esto os lo suplico, protestando al mismo tiempo que si viera yo en mis atenienses tanto poderío como indicaba necesario, nunca me encargara de embajada semejante. Pero, amigos, el poder del rey parece más que humano, tanto que no veo a donde no alcance su brazo. Si vosotros, por otra parte, mayormente ahora cuando se os presentan partidos tan ventajosos, no hacéis las paces con quien tan de veras os las propone, me lleno de horror, atenienses, sólo con imaginar el desastre que os aguarda, viendo que vosotros sois los que entre todos los confederados estáis más al alcance del enemigo, y más a tiro de su furor, expuestos siempre a sufrir solos sus primeras descargas para ser las primeras víctimas de su venganza, viviendo en un país que parece criado para ser el teatro de Marte. No más guerra, atenienses, creedme a mí, ciertos de que no es sino un honor muy particular el que el rey os hace, no sólo en querer perdonaros los agravios, mas aun en escogeros a vosotros entre los demás griegos para ser sus amigos y aliados.» Así habló Alejandro.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra restituyáis

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba