¿Lleva tilde pesebrera?

Hay una infinidad de palabras que se acentúan en Español, en concreto en nuestra base de datos tenemos 255.832 palabras que deben llevar tilde. Las reglas generales de acentuación son las siguientes:
  • Palabras agudas: son aquellas cuya última sílaba es tónica, deben llevar tilde aquellas que acaben en vocal, ene o ese.
  • Palabras llanas: son aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima y llevan acento las que no terminan en vocal, ene o ese
  • Palabras esdrújulas: son aquellas cuya sílaba tónica es la antepenúltima, se acentúan siempre
Con las reglas anteriores puede parecer fácil saber cuando lleva tilde una palabra, no obstante en ocasiones saber separar una palabra en sílabas no es sencillo y pueden aparecer otros factores como los hiatos, las palabras compuestas o los acentos diacríticos que fácilmente inducen a equivocación. Por ello te ayudamos no sólo mostrandote cual es la forma correcta de escribir la palabra pero además te decimos por qué es así.

Pesebrera no lleva tilde

Han de llevar tilde las palabras llanas que no terminen en vocal, "n" o "s".

Llamamos palabras llanas a las palabras donde el golpe de voz o sílaba tónica recae en su penúltima sílaba.

La separación silábica de PESEBRERA queda así: pe-se-bre-ra, es llana y termina en "a" por lo tanto no se acentúa.

Ejemplos con la palabra Pesebrera

Sin embargo, a estar dotado de reflexión, habríale asombrado el encontrarse corriendo a esa hora, él, habituado a reposar hasta el mediar de la noche en una fresca pesebrera, cercada de rosales, tapizada de sabrosa yerba, y acariciado por una blanca manita, en cuya palma comía bizcochos exquisitos.
Estaba Barsut sentado bajo el triángulo de la pesebrera metálica, entre los muros de madera de un box, y al verlo a Erdosain arrugando la frente, detuvo por un segundo la aceitera con que regaba un trozo de carne rodeada de patatas, luego, sin decir palabra que revelara su sorpresa, se engolfó nuevamente en su nutricio trabajo.
-Aquellas celdas en fila, con los números sobre la puerta, aquella uniformidad de camas, de colchas, de sillas y jergones, aquel hormigueo de gentes en los interminables corredores, gentes de todas edades, procedencias y cataduras, gentes que no se conocen ni se hablan, aquellos camareros brutales, impasibles, con el eterno mandil ceñido y el sucio lienzo en la mano, como verdasca de loquero o toalla de practicante, aquel gemir en un cuarto, reír en el otro y cantar en el de más allá, o hablar aquí en francés, en griego allí, y en un rincón de negocios, en otro de literatura, y de amor en el más oscuro, aquella campana que recorre patios y pasadizos, llamando a comer cosas que el huésped no ha pedido y no sabe si le gustarán, en una mesa muy larga y entre gentes que se enfilan en ella como mulos en pesebrera, y como éstos, sin chistar ni sonreír, engullen, el rechinar de las cerraduras por la noche al meterse cada cual en su madriguera, el ruido acompasado del huésped que se va, o del que llega a las dos de la mañana, como el ruido de los pasos del centinela en el patio de un presidio, o de los hombres que sacan un cadáver de la cama de un hospital para llevarle al cementerio, y, por último, el marcharse uno sin despedirse, como entró sin saludar, porque el amo es allí una entidad, como el Municipio o el Estado en los hospitales, en los manicomios y en las cárceles, detalles son, con otros muchos más, en concepto de Gedeón, tan aplicables a la fisonomía de una fonda como a las de esos lugares aborrecibles y aborrecidos.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra pesebrera

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