¿Lleva tilde confiriera?

Hay una infinidad de palabras que se acentúan en Español, en concreto en nuestra base de datos tenemos 255.832 palabras que deben llevar tilde. Las reglas generales de acentuación son las siguientes:
  • Palabras agudas: son aquellas cuya última sílaba es tónica, deben llevar tilde aquellas que acaben en vocal, ene o ese.
  • Palabras llanas: son aquellas cuya sílaba tónica es la penúltima y llevan acento las que no terminan en vocal, ene o ese
  • Palabras esdrújulas: son aquellas cuya sílaba tónica es la antepenúltima, se acentúan siempre
Con las reglas anteriores puede parecer fácil saber cuando lleva tilde una palabra, no obstante en ocasiones saber separar una palabra en sílabas no es sencillo y pueden aparecer otros factores como los hiatos, las palabras compuestas o los acentos diacríticos que fácilmente inducen a equivocación. Por ello te ayudamos no sólo mostrandote cual es la forma correcta de escribir la palabra pero además te decimos por qué es así.

Confiriera no lleva tilde

Han de llevar tilde las palabras llanas que no terminen en vocal, "n" o "s".

Llamamos palabras llanas a las palabras donde el golpe de voz o sílaba tónica recae en su penúltima sílaba.

La separación silábica de CONFIRIERA queda así: con-fi-rie-ra, es llana y termina en "a" por lo tanto no se acentúa.

Ejemplos con la palabra Confiriera

Púsose en esta ocasión la fortuna de parte de Mario, pues los bárbaros, como si quisieran tomar carrera para la irrupción que meditaban, pasaron primero a España, dándole tiempo para ejercitar el cuerpo del soldado, para infundir en su ánimo aliento y confianza, y lo que es más importante todavía, para hacer que conociese bien el carácter de su general. Porque su dureza en el mando y su inflexibilidad en los castigos parecían calidades justas y saludables a los que tenían ya el hábito de no delinquir ni faltar, y su vehemencia en la ira, lo penetrante de la voz y lo adusto del semblante, acostumbrados así poco a poco, no tanto les era a ellos terrible como creían había de serlo a los enemigos. Sobre todo era muy del gusto de los soldados su rectitud en los juicios, de la que refiere este ejemplo. Gayo Lucio, sobrino suyo, que tenía empleo de comandante en el ejército, era hombre en todo lo demás no reprensible, pero en el amor de los jóvenes no podía irse a la mano. Amaba a un joven que militaba bajo sus órdenes, llamado Trebonio, y aunque muchas veces lo había solicitado, nunca había sido bien oído, mas, en fin, una noche envió por medio de un esclavo a llamar a Trebonio, vino éste, porque no era lícito no acudir al llamamiento, pero como habiendo entrado en su tienda quisiese hacerle violencia, desenvainando la espada le quitó la vida. Acaeció esto a tiempo que Mario estaba ausente, pero a su vuelta puso inmediatamente en juicio a Trebonio, y como fuesen muchos los que le acusaban, sin que ninguno tomase su defensa, compareciendo él mismo refirió resueltamente el suceso, y tuvo testigos de que muchas veces se resistió a Lucio y que, con hacerle grandes ofertas, jamás condescendió por nada a sus deseos. Maravillado Mario y complacido al mismo tiempo, mandó que le trajesen la corona con que por costumbre patria se recompensaban los ilustres hechos, y, tomándola en la mano, él mismo coronó a Trebonio por haber dado un excelente ejemplo en tiempo en que tanta necesidad había de ellos. Llegó la noticia a Roma, y no fue la que menos contribuyó para que se le confiriera el tercer Consulado, a lo que se agregaba que, acercándose la primavera, miraban como próxima la llegada de los bárbaros, y no querían que ningún otro general hiciese aquella guerra. Mas no llegaron tan pronto como se creía, y también se le pasó a Mario el tiempo de este Consulado. Acercábanse las elecciones, y como hubiese muerto el colega, dejando Mario encargado del ejército a Manio Aquilio, partió para Roma. Eran muchos y muy principales los que pedían el Consulado, Lucio Saturnino, que era, de los tribunos el que más influía sobre la muchedumbre, obsequiado por Mario, hablaba al pueblo y le movía a que le nombrase cónsul. Hacia Mario el desdeñoso, rehusando aquella magistratura y diciendo que no le convenía, sobre lo que Saturnino le acusaba de traidor a la patria por rehusar el mando en medio de tan gran peligro. Estaba bien claro que hacía este papel por servir a Mario, pero los más, en vista de su pericia y de su fortuna, le decretaron el cuarto Consulado, dándole por colega a Lutacio Cátulo, varón muy respetado de los primeros personajes y no desafecto a la muchedumbre.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra confiriera

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