Ejemplos con zurrón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuál no sería su admiración y asombro al comprobar aquella tarde en su hogar, que de nuevo faltaba la imagen que con tanto cuidado guardó en su zurrón.
La puso de nuevo en el rústico zurrón, que afirmó y aseguró con la correa.
Al llegar a su casa y buscar en el zurrón el regalo que había para la niña, no encontró la muñeca.
El pastor, se puso muy contento con el hallazgo pues creyó que era una preciosa muñeca y pensaba ofrecérsela a su hija como inesperado regalo, por lo que, junto a su escasa comida, le buscó un hueco en su zurrón esparteño.
Castellano: alimoaches, almoches, ansarina, anserina, armuelle silvestre, armuelles silvestres, armuelles sylvestres, buen Enrique, ceñiglo untuoso, ceñilgo, enriqueta, espinaca silvestre, hoja de alubia, hoja de pie de mulo, pie de anade, pie de gallina, pie de ganso, pie de ánade, quenopodio, sarrión, serrón, serrones, zarrones, zurrón, zurrones.
Los proyectiles podían ser redondos y con forma ovalada, y los guardaban en un zurrón sujeto a la cintura.
El cambio es tan radical que se manifiesta también externamente, viste ahora un manto, un zurrón y un bastón, indumentaria que se convierte en el uniforme del cínico.
En campo de oro un báculo de sinople, del que cuelga un zurrón de su color, puesto en palo, acompañado de dos cabezas de toro de sable, cornadas de plata y argollados de lo mismo.
En su espalda lleva un zurrón de piel de cabra con los instrumentos del resto del grupo.
Según los habitantes los caseríos La Hondurita, Chilguaste y El Zurrón del cantón Conacaste, ya no existen, solo ha quedado el nombre, por que esos lugares están deshabitados.
De los que traía muertos en el zurrón no hablaba nunca, porque Ana no se lo había de perdonar, por haber todavía en este mundo almas sencillas que no hallan placer en que se mate, a la entrada misma de la cueva donde tiene a su compañera y a su prole, a los pobres animales que han salido a descubrir, para mudarse de casa, algún rincón del bosque rico en yerbas.
, comerciante de Rabat, amigo mío, sacó del zurrón con su mano ensangrentada unas naranjas que repartió, y chupando su ácida frescura departimos sobre lo pasado y lo futuro.
Llegaba el ganado de pastar en el soto del Maestre, y el pastor y zagales, que eran como unas apariencias de persona con sus caras ennegrecidas, las piernazas entre zahones, las espaldas con la joroba del zurrón, daban voces a las ovejas para que no se desviasen, llamando a cada una por su nombre entre ajos, silbidos y pedradas.
¡Persona decente tú! tú, que dejas un soldado pa tomar otro tú que tienes ya el corazón como la puerta de Alcalá, de tanta gente como ha entrado por él Ja, ja, ja Loba, más que loba, so asquerosa, judía, con más babas que un perro tiñoso cara de escupidera, zurrón, celemín de peinetas verás qué recorrido te doy así, así, y te arranco la nariz, y te escupo los ojos, y te saco todo el mondongo.
Debió de tener en otro tiempo buenas carnes, pero ya su cuerpo estaba lleno de pliegues y abolladuras como un zurrón vacío.
-Apartémonos aquí junto al charco para ver de derrotar a estos austriacos y rusiacos, que vienen mandados por el tío Parranclof, emperador del Zurrón y rey de los guarros, y subamos a la loma de la Panza para quitarles la artillería y hacerles meter en el castillo.
Luego sacaron, Sancho de su costal y el cabrero de su zurrón, con que satisfizo el Roto su hambre, comiendo lo que le dieron como persona atontada, tan apriesa que no daba espacio de un bocado al otro, pues antes los engullía que tragaba, y, en tanto que comía, ni él ni los que le miraban hablaban palabra.
Enojado el pobre, creyendo que así cantaba la niña, abrió el zurrón para castigarla, entonces salieron rabiando el perro y el gato, y el gato se le abalanzó a la cara y le sacó los ojos, y el perro le arrancó de un mordisco las narices, y.
Que arrastrara la vida como una carga ofrentosa, que las pesadumbres y los dolores fueran minándola y consumiéndola por donde nadie más que ella lo notara, que encanecieran sus cabellos fuera de sazón y que no hallara, para reponer las fuerzas gastadas en los trabajos y cavilaciones del día, el descanso de la noche, la tranquilidad del sueño que no le falta al pordiosero que mata el hambre llamando de puerta en puerta y errando de monte en monte, con un zurrón a la espalda y un paluco en la mano, ¿qué importaba? Desconociéralo su hija, tuviérase por huérfana de un padre honrado, y esto solo la daba gran consuelo y las fuerzas necesarias para llevar su cruz como una carga redentora de sus delitos, imperdonables en la otra vida sin una dura penitencia en ésta.
Habla lo mejor que sepas, claro, fuerte, llano y liso, y di lo que traes en ese zurrón a la espalda.
En uno de estos momentos de reposo sacó de su zurrón algunos mendrugos de pan bazo y varias rajas de queso, y, al borde de una fuentecilla, compartió con la joven su poco apetitosa y rústica merienda.
Y sacando del zurrón una linternilla y de la faltriquera eslabón, pedernal, yesca y pajuela, encendió un cabo de vela que dentro de la linternilla estaba colocado.
Entre tanto el baqueano, gran cocinero a la indiana, sacó del zurrón en que iban los comestibles, una pierna de ternera.
En la primera casa que llegó dijo, como había dicho el día antes, al zurrón:.
Entonces sacó la madre del zurrón a su niña, que estaba el alma mía heladita y desfallecida, le dio muchos besos, bizcochos en vino, y la acostó y arropó en la cama, y en el zurrón metió a un perro y a un gato.
Cantaba tan bien la niña, que a las gentes les gustaba mucho oírla, por lo que en todas partes le daban al viejo mucho dinero porque cantase el zurrón.
En seguida, se fue a pedir limosna a una casa, diciendo que traía una maravilla, y era un zurrón que cantaba.
Al entrar en su casa, la echó de menos, y se volvió apresurada a la fuente para buscarla, y cuando llegó, estaba todavía allí el viejo, que cogió a la niña y la zampó en el zurrón.
Junto a la fuente estaba sentado un pordiosero viejo, muy feo, que llevaba un zurrón, y que miraba a la niña con unos ojos.

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