Ejemplos con zoco

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Es una de las zonas más visitadas por los turistas ya que, además de la Mezquita, en ella se pueden ver monumentos como la Sinagoga, el Zoco Municipal o el Museo Taurino, entre otros.
Los zocos son comúnmente nombrados en Las mil y una noches, sólo por citar un ejemplo, tenemos la historia de Grano de belleza en donde el padre del protagonista, Chamseddin, es síndico del zoco de El Cairo.
MASSAD, FREDY, GUERRERO YESTE, ALICIA, Un zoco para la creación, arquinews.
En las zonas de encrucijadas se instalaba el zoco y la plaza no existía.
En ella estaría situado el zoco o mercado árabe donde se realizarían todo tipo de compraventa de artículos y en torno al cual giran todo tipo de actividades.
lo estuvo al frente de la Banda del Zoco, aunque últimamente sus actuaciones suelen ser en solitario.
, otras zonas de la feria están dedicadas al zoco árabe, mercado Cristiano, la feria caballar, de animales, atracciones infantiles, etc.
Los Juegos Moriscos suponen igualmente una importante muestra de nuestro legado andalusí, con los concursos de música, canto y danza, la muestra de cocina magrebí y el sorprendente zoco artesanal, todo ello enriquecido cada noche por las actuaciones de prestigiosos grupos de música andalusí, árabe y étnica.
Puerta menor que servía de acceso al zoco o mercado, situado en el en torno a la actual calle de las Mantes y del Trench.
La ciudad de Khenifra consta de un gran zoco, mercado popular, que abre los domingos, constituye una de las áreas más interesantes de la zona y un buen mercado que visitar por parte de los turistas.
Pero Said, al oír a Agib, exclamó: ¡Oh mi señor, no hagamos eso! ¡Por Alah! ¡De ningún modo! No es propio del hijo de un visir entrar en una pastelería del zoco, y menos todavía comer públicamente en ella.
Y la abuela, despechada, exclamó: ¿Cómo te atreves a decir que no están bien hechos mis dulces? ¿Ignoras que no hay en el mundo quien me iguale en el arte de la repostería y la confitería, como no sea tu padre Hassan Badreddin, y eso porque yo le enseñé? Pero Agib repuso: ¡Por Alah, abuela, que a este plato le falta algo de azúcar! No se lo digas a mi madre, ni a mi abuelo, pero sabe que acabamos de comer en el zoco, donde nos ha obsequiado un pastelero, ofreciéndonos este mismo plato.
Y para esto te bastará venir un día entre los días a buscarme en el zoco, donde siempre estoy sentado en una o en otra tienda.
Y sin poder sostenerme, abandoné la tienda, y la fui siguiendo hasta que salimos del zoco.
Entonces, muy sorprendido, le dije: ¡Pero si aquí nadie me conoce! Y la muchacha replicó: ¡Oh cuán escasa es tu memoria! ¿No recuerdas a la sierva que has visto ahora mismo en el zoco, con su señora, en la tienda de Badreddin?.
Paró la mula, y a la entrada del zoco se apeó, y penetró en el mercado, seguida de uno de los dos eunucos.
Pero ella no hizo caso de sus palabras, y estuvo examinando todas las tiendas del zoco, una tras otra, sin que viera ninguna más lujosa ni mejor presentada que la mía.
Entonces tomé el dinero, y estuve hablando con la joven hasta que se abrió el zoco y llegaron los mercaderes a sus tiendas.
Me hallé, pues, próximo a la ruina, y estaba muy afligido, cuando vi a la joven que entraba en el zoco y se dirigía a mi tienda.
Lo saqué del interior del ropón, y se lo presenté al corredor más hábil del zoco.
En seguida fué al zoco el pastelero, y compró trajes magníficos con que vestir al joven, y lo llevó a casa del kadí, y ante testigos prohijó a Hassan Badreddin.
Vámonos al zoco para saber qué novedades hay y qué le ocurrió a aquel pastelero cuyos dulces nos comimos, y teniendo que agradecerle su hospitalidad le pagamos partiéndole la cabeza de una pedrada.
Entonces el sastre se apartó un momento para ir al zoco antes de que los comerciantes cerrasen su tienda, pues quería comprar provisiones con qué obsequiar al huésped.
Le llevé a casa, y le rogué que se sentase, y corrí al zoco a comprar toda clase de víveres, bebidas y cosas semejantes, y lo puse todo en el mantel entre sus manos, y le invité a empezar, diciendo: ¡Bismilah! Entonces se acercó a los manjares, pero alargó la mano izquierda, y se puso a comer con esta mano izquierda.
Cuando me desperté por la mañana, dije para mí, desliando un paquete de telas: Voy a llevar esta tela al zoco y a enterarme de cómo van las compras.
Cargué las telas en los hombros de un criado, y me dirigí al zoco, para llegar al centro de los negocios, un gran edificio rodeado de pórticos y de tiendas de todas clases y de fuentes.
Pasados tres días de descanso en mi casa, pensé ir al zoco, para buscar ocupación y ver a mis amigos.
Llegué al zoco, pero estaba escrito por acuerdo del Destino que había de tentarme el Cheitán, y yo había de sucumbir a su tentación, porque el Destino tiene que .

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba