Ejemplos con zalema

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y como, en su precipitación por huir del palacio y de la ciudad, se había olvidado de llevar provisiones de boca para el viaje, le torturaban el hambre y la sed, y se acercó a aquel felah, y le saludó, diciendo: La zalema contigo, ¡oh jeique! Y el felah le devolvió el saludo, diciendo: ¡Y contigo la zalema, la misericordia de Alá y sus bendiciones!.
Las variedades de vid cultivadas en esta comarca y autorizadas para la elaboración de vinos protegidos por la Denominación de Origen Condado de Huelva son: Zalema, Palomino Fino, Listán de Huelva, Garrido Fino, Moscatel de Alejandría y Pedro Ximénez.
Empezó por hacer una zalema muy amable al tabernero Hagg-Karim, quien se la devolvió con creces, encantado.
Y vio sentado en la silla al eunuco consabido, y se le acercó sonriendo, se sentó en el suelo frente a él con mucha cortesía, y le dijo: ¡La zalema sea con vos! El otro contestó: ¡Sea contigo la zalema, oh ser humano! ¿Qué deseas? Cuando el gran visir hubo oído lo de ser humano, comprendió que el eunuco era un genni entre los genn, y tembló de espanto.
Y el moghrabín le vio a su vez, y le hizo una zalema fraternal y le pidió noticias suyas.
Y he aquí que todos los transeúntes que se encontraban a lo largo de las calles conocían al moghrabín, y le deseaban la zalema o iban besarle la mano, hasta que llegaron a la puerta de una casa, donde se apeó el moghrabín para llamar.
El pescador le devolvió la zalema, pensando: ¿Cómo me conocerán y sabrán mi nombre todos?.
Se acercó aquel hombre a Juder, y le dijo: ¡La zalema contigo, oh, Juder, hijo de Omar!.
El pescador contestó: ¡Y contigo la zalema, oh mi señor peregrino!.
Y cogió su red de pesca, y volvió al lago Karún, y ya iba a comenzar su trabajo, cuando vio avanzar hacia él a un segundo moghrabín que se parecía al primero e iba vestido con más riqueza y montado en una mula: ¡La zalema contigo, oh Juder, hijo de Omar!.
Cuando el moghrabín estuvo junto a Juder, se apeó de su mula, y dijo: ¡La zalema contigo, ¡oh Juder! ¡Oh hijo de Omar! Y contestó Juder: ¡Y contigo la zalema, ¡oh mi señor peregrino! El moghrabín dijo: ¡Oh, Juder, te necesito! ¡Si quieres obedecerme, alcanzarás grandes ventajas y una ganancia inmensa, y serás mi amigo, y arreglarás todos mis asuntos!.
¡La zalema del Mokaddem Ahmad-la-Tiña al más ilustre y al primero de sus hijos, Alí Azogue! Te escribo ¡oh adorno de los más hermosos! en una hoja que volará hacia ti con el viento.
El príncipe, al llegar a la puerta, encontró sentado al viejo guarda, que al verle se levantó en honor suyo, y le devolvió su zalema con respeto y cordialidad.
Cuando llegó a presencia del rey Schamikh, le transmitió la zalema de parte del rey Derbas, y le entregó la carta y los presentes que había traído para el.
Me apresuré a inclinarme deseándole la paz, y no bien me vio ella entrar, me sonrió devolviéndome mi zalema, y me dijo: ¡Bien venido seas, Ibn Al-Mansur! ¡Siéntate! ¡Tuya es la casa! Entonces le dije: ¡Aléjense de aquí todos los males, oh mi dueña! Pero ¿por qué te veo en traje de luto? Ella contestó: ¡Oh, no me interrogues, Ibn Al-Mansur! ¡Ha muerto la gentil! En el jardín pudiste ver la tumba donde duerme.
Le saludé al punto, pero no me devolvió la zalema.
El califa le devolvió la zalema y dijo: ¡Ya Ibn Al-Mansur! ¡Ponme al corriente de una de tus aventuras! El otro contestó: ¡Oh Emir de los Creyentes! ¿Debo entretenerte con la narración de algo que yo haya visto, o solamente con el relato de algo que haya oído? El califa contestó: ¡Si viste alguna cosa asombrosa, date prisa a contármela, porque las cosas que se vieron son siempre preferibles a las que se oyeron contar!.
Y preguntó Al-Raschid: ¿Qué Ibn Al-Mansur? ¿Es acaso Ibn Al-Mansur el de Damasco? El jefe de los eunucos dijo: ¡Ese mismo viejo malicioso! Al-Raschid dijo: ¡Hazle entrar cuanto antes! Y Massrur introdujo a Ibn Al-Mansur, que dijo: ¡Sea contigo la zalema, ¡oh Emir de los Creyentes!.
Y encarándose con el que parecía el jefe, el emir Muza le deseó la paz con afabilidad, pero no se movió el hombre ni le devolvió la zalema, y los demás guardias permanecieron inmóviles igualmente y con los ojos fijos, sin prestar ninguna atención a los que acababan de llegar y como si no les vieran.
Pero él, sin corresponder a mi zalema, me arañó furioso y exclamó: ¿Quién eres? ¿Y de dónde viniste para robarme mi fortuna? Le respondí: No temas nada, ¡oh digno mercader! porque no soy ningún ladrón, y tu fortuna en nada ha disminuido.
Cuando en aquella asamblea se estableció un silencio tan completo que se hubiera podido oír el ruido de una aguja que cayese al suelo, Simpatía hizo a todos una zalema llena de gracia y dignidad, y con un modo de hablar verdaderamente exquisito, dijo al califa:.
Y aquella mañana no dejó de tributar las acostumbradas consideraciones al buen síndico, pero no pudo dejar de corresponder a su zalema en tono de mal humor.
Y a la mañana siguiente, apenas se abrió el zoco, el síndico cogió un tazón vacío, y fué a una droguería y le dijo al droguero: ¡La paz sea contigo! Y el droguero le devolvió la zalema y le dijo: ¡Oh mañana bendita que te trae como primer parroquiano! ¡Manda! El síndico dijo: ¡Vengo a pedirte que me vendas una onza de la mixtura que espesa los compañones del hombre! Y le alargó el tazón de porcelana.
Y Feliz- Bello, sin atender siquiera a las fórmulas obligatorias de la zalema dijo al gobernador: Mi esclava ha desaparecido de nuestra casa esta mañana en compañía de una vieja a la cual habíamos dado albergue Vengo a rogarte que me ayudes a buscarla.
Cuando Feliz-Bella vió entrar a la santa vieja, se apresuró a levantarse en honor suyo, y le devolvió su zalema con respeto, y le dijo: ¡Sea de buen agüero para nosotros tu venida, buena madre! ¡Dígnate descansar! Pero ella contestó: Acaban de anunciar la hora de la oración, hija mía.
Se acercó a él, y después de la zalema más respetuosa, se sentó en el suelo cerca del lecho, y le dijo: ¡Cómo nos ha alarmado este eunuco de betún! ¡Figúrate que este hijo de zorra se presentó trastornado y con facha de perro sarnoso a asustarnos, contándonos cosas que serían indecentes repetir delante de ti! ¡Turbó nuestra quietud de tal manera, que estoy alborotado todavía!.
Y Kanmakán le devolvió la zalema.

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