Ejemplos con zafios

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Martínez Tornel criticaba entonces los numerosos bandos panochos que malos aficionados escribían, tildándolos de zafios, groseros y poco adaptados al dialecto murciano.
Así pues, toda la galería de brutos, glotones, avaros, mentecatos, petimetres, zafios, ignorantes, aduladores rebosa vitalidad.
En cuanto tratamos de introducir en la vida algo elegante o cómodo, algo parecido a lo que en otras naciones es ya de uso corriente, tropezamos con nuestros operarios desmañados, rutinarios, zafios.
En la extensa calle que hoy llaman de , hubo de pararse nuestra caravana por un entorpecimiento de cargas de leña que zafios montañeses no acertaban a retirar a uno y otro lado de la vía pública.
Los vizcaínos que en otros tiempos iban en sus barquitos a la pesca de la ballena, valen más, para mí, que todos esos héroes cabelludos y zafios que en Padura gritaban avisándose que debían herir con sus chuzos a los españoles en el vientre.
Decía que tropezando aquí y acullá, tomando razones de porteras soeces y de aguadores zafios, di con Santiago Ibero en una vivienda modestísima de la calle del Limón.
Los ignorantes no llegan a zafios, y los más pobres parecen contentos de su estado, de la hermosa tierra que pisan y de la compañía de aquel mar placentero.
Stirling dice, sin embargo, en mi opinión injustamente, que a Justino de Nassau le falta su aspecto propio de gentil hombre genovés, y que el artista parece haberse empeñado en hacer resaltar, con cierta malicia, el contraste entre los dos campos: a un lado castellanos, de la mejor facha, al otro zafios holandeses de calzones descomunales que miran con aire de sorpresa estúpida.
Quién dice que el del Museo del Prado, es imagen teatral y lúgubre, o que tiene mucha sangre, quién niega que sean de mano de Velázquez las figuras del cuadro de la , otros le atribuyen lienzos medianos en que no puso pincelada, escritor hay que al hablar de le supone la ruin malicia de haber pintado zafios a los holandeses y gallardos a los españoles, no falta quien acepte por auténticos cuadros como la pequeña del Louvre, y hasta se ha llegado a echar de menos en Velázquez cualidades que poseía en alto grado.
Y, por el contrario, todos o casi todos los que consumen su discreción en hacer su negocio, son insufribles de tontos o de zafios hasta que le hacen, si bien, luego que le han hecho, vuelven a brillar con su discreción en los discursos y conversaciones, o bien porque ya no tienen que emplearla en lo útil y la derivan hacia lo agradable, o bien por el prestigio seductor de que los circundan su éxito y su buena fortuna.
¿Y qué vimos allí? ¿Qué vieron las tímidas jóvenes y los atolondrados niños y los zafios mozuelos que nos precedieron o siguieron en tan espantoso atentado?Vieron, y vimos nosotros, la tumba de Carlos V abierta, y delante de ella, sobre un andamio construído , un ataúd, cuya tapa había sido sustituída por un cristal de todo el tamaño de la caja.
En el estilo llano o de homilía encantaba a la gente rústica y ponía la religión y la moral a su alcance, amenizando tan graves lecciones con chistes y jocosidades que un severo crítico condenaría, pero que eran muy del caso para que los zafios campesinos se aficionasen a oirle y se deleitasen oyéndole.
Miguel de Baraona, que iban por la calle de la Montera hacia la Puerta del Sol, acompañados de los dos zafios amigos que con el primero vinieron del Norte.
Yo he vivido en el campo y no he visto en medio de los rebaños más que hombres zafios, tal vez menos racionales que las reses que cuidaban.
En cambio, Eulalia era tan bonita como distinguida, y lo parecía más junto a sus padres, por contraste, como si éstos fueran zafios y grotescos para que resaltara la delicadeza de su fina persona, su frente clara y abovedada, sus ojos profundos rodeados de una aureola oscura que les daba un encanto dulce y luminoso, la boca dibujaba como una caricia, la nariz algo larga, recta, la barbilla como la de un niño.
Yo he vivido en el campo y no he visto en medio de los rebaños más que hombres zafios, tal vez menos racionales que las reses que cuidaban.
-¡Pie a tierra! -le gritó el capitán de aquellos zafios, apuntándole con un trabuco naranjero, y sin esperar nueva intimación, apeose el clérigo.
Pero a riesgo de despoetizar a la calle de la Manita, propia de suyo para citas y reconcomios de enamorados y cuchilladas de zafios, o para que en ella dejen al prójimo más liviano de ropa que lo que anduvo Adán antes de que se le indigestase la manzana, diré que maldito si hubo nada de maravilloso en lo que la superstición de nuestros abuelos abultó tanto.
Y en aquel ambiente de poesía popular, unos policías zafios y vulgares detuvieron a Cipriano, acusándole de no sé qué desaguisado.
En vano se confabulan en su contra las embozadas hipocresías mundanas, los espíritus zafios desearían inventar una balanza para pesar la utilidad inmediata de sus inclinaciones.
Son zafios, sin creerse por ello desgraciados.
Zafios y feroces, pero robustos y esforzados, seguían a su señor al campo de batalla, y celebraban en versos provenzales, rebosando de energía sus inmortales proezas.
Brillaban en larga perspectiva los que se muestran ufanos de haber nacido en la inmortal Sagunto, y los que danzan en las riberas fértiles del Ebro: aquellos pueblos zafios y salvajes que apacentan numerosísimos ganados y luchan con el oso en las enriscadas cumbres del Moncayo, los que beben las aguas del venerable Turia y los que respiran el aire puro de la gentil Valencia, iban sucesivamente desfilando animados de aquel espíritu marcial, infalible precursor de la victoria.
Los ignorantes no llegan a zafios, y los más pobres parecen contentos de su estado, de la hermosa tierra que pisan y de la compañía de aquel mar placentero.
-No hay modo de convencer a estos zafios destripaterrones, de que la ley del progreso impone deberes, lo mismo que la ley de Dios.
En la aldea más escondida ha penetrado un vientecillo glacial que viene de los desiertos del ateísmo, y que seca en el alma de los más zafios labriegos y de los pastores más incultos y solitarios aquellas santas y modestas flores -la humildad, la paciencia y la esperanza- que perfumaban antes las asperezas de su vida, de donde vemos ahora a todos los que desheredó la fortuna, tristes, huraños y como rencorosos, despojados de toda benevolencia, de todo respeto, de todo temor, de todo lazo interno con el fatal e irremediable organismo de la sociedad humana.
y porque no le agradaban a tan pulida señora los rústicos y zafios aldeanos.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba