Ejemplos con yerros

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mientras ha existido una sombra de esperanza de que los constitucionales del Perú, guardando religiosamente el convenio eelebrado en Tarapaya reconociesen sus yerros, y no excediesen los limites de sus facultades, me ha detenido el deseo de evitar una guerra desoladora, y las nuevas devastaciones que amagaban.
El hermano Nectario María Pralón, en su libro Los orígenes de Maracaibo hace este comentario: Descartados sus yerros, censurando y desaprobando el horrendo crimen que cometió al quitar la vida a Hutten y sus compañeros, rendimos tributo al valiente fundador de la primera ciudad de tierra adentro de Venezuela, al que supo terminar con las inútiles y perjudiciales entradas y encauzar la colonización por el verdadero derrotero que no quisieron ni supieron darle los Welser.
No censuro yo la observación paciente, minuciosa, exacta, que distingue a la moderna escuela francesa: desapruebo como yerros artísticos, la elección sistemática preferente de asuntos repugnantes o desvergonzados, la prolijidad nimia, y a veces cansada, de las descripciones, y, más que todo, un defecto en que no sé si repararon los críticos: la perenne solemnidad y tristeza, el ceño siempre torvo, la carencia de notas festivas y de gracia y soltura en el estilo y en la idea.
Di a tus amigos los republicanos que lloren sus yerros y procuren enmendarlos para cuando la rueda histórica les traiga por segunda vez al punto de.
Yo vengo aquí, hoy que crece en nuestro suelo el manzanillo enfermo del pesimismo, y en que diríase que se está pudriendo y desmigajando por momentos el alma nacional, a evocar su memoria sagrada, y al evocarla, a pedir a vosotros todosy en vosotros a todos mis conciudadanos, menos política aleve, menos intriga sutil, menos ambiciones, menos complicidades, menos emboscadas tenebrosas: y más piedad para los yerros y ofensas, y más respeto para todos los preceptos constitucionales, y más rectitud para rechazar a los que sean capaces de invitar al deshonor y al crimen, y más pureza para defender los principios patrios, y más voluntad para no codearse con los viles, y más valor para sacarlos por el cuello y ponerlos adonde el sol los queme y los destruya.
Sin duda la mente de era una extraña mixtura de pensamientos celestiales y de bajos yerros humanos, porque tras una hermosa invocación a la paz como ley superior de los hijos de Adán, soltaba este desatino: Tú no quieres la guerra, ni bajarás con arma homicida al campo de O'Donnell, porque en el campo de O'Donnell está tu hermano.
Despertóse por el camino la fogosa actividad de Jacobo a la vista del peligro, y en aquel breve trayecto trazó un plan atrevido, único a su juicio que podía remediar los yerros pasados y detener las consecuencias de su imprudente apatía.
Dejémonos de recriminaciones, y vamos a ver si la buena voluntad de todos enmienda los yerros pasados.
Mas me disgustó oírle hablar con rara corrección el castellano, cuando yo esperaba que se expresase en términos ridículos y con yerros de los que desfiguran y afean el lenguaje, pero consolome la esperanza de que soltase algunas tonterías.
El primo de tu madre habrá faltado, pero lo que es ahora, sin duda Dios le ha tocado en el corazón, y se dispone a enmendar sus yerros, favoreciéndote como buen pariente y hombre caritativo.
Pero yo le he comprendido bien, y sé que se enmendará, si ya no se ha enmendado, y está derramando lágrimas ocultamente por sus yerros pasados.
Contentóse con esto el capitan, y cogiéndole en medio de la guarda le llevó a palacio ante la reina, la cual ya de su camarera estaba informada del amor grande que su hijo tenia a Isabela, y con lágrimas habia suplicado a la reina perdonase al conde, que como mozo y enamorado a mayores yerros estaba sujeto.
Juan con lijereza de ánimo me descubrió quién era: primero le conocí yo, y primero me descubrieron sus ojos sus intentos: primero le dije yo quién era, y primero le adiviné la prision de su voluntad que tú señalas, y él dándome el crédito que era razon que me diese, fió de mi secreto el suyo, y él es buen testigo si alabé su determinacion y escogido empleo, que no soy, o Preciosa, de tan corto ingenio que no alcance hasta dónde se estienden las fuerzas de la hermosura, y la tuya, por pasar de los límites de los mayores estremos de belleza, es disculpa bastante de mayores yerros, si es que deben llamarse yerros los que se hacen con tan forzosas causas: agradézcote, señora, lo que en mi crédito dijiste, y yo pienso pagártelo en desear que estos enredos amorosos salgan a fines felices, y que tú goces de tu Andres, y Andres de su Preciosa en conformidad y gusto de sus padres, porque de tan hermosa junta veamos en el mundo los mas bellos renuevos que pueda formar la bien intencionada naturaleza: esto desearé yo, Preciosa, y esto le diré siempre a tu Andres, y no cosa alguna que le divierta de sus bien colocados pensamientos.
—Sosegáos, señor Lorenzo, que ántes que me respondais palabra, quiero que la hermosura que veréis en la que quiero recebir por mi esposa, os obligue a darme la licencia que os pedí, porque es tal y tan estremada, que de mayores yerros será disculpa.
Si lo haces por dilatarme la prometida merced, desde más lejos pudieras entretenerla, porque tanto más fatiga el bien deseado cuanto la esperanza está más cerca de poseello, pero, porque no digas que no respondo a tus preguntas, digo que conozco a tu esposo Anselmo, y nos conocemos los dos desde nuestros más tiernos años, y no quiero decir lo que tú tan bien sabes de nuestra amistad, por no me hacer testigo del agravio que el amor hace que le haga, poderosa disculpa de mayores yerros.
Y que esto sea verdad, volved y mirad los ojos de la ya contenta Luscinda, y en ellos hallaréis disculpa de todos mis yerros, y, pues ella halló y alcanzó lo que deseaba, y yo he hallado en vos lo que me cumple, viva ella segura y contenta luengos y felices años con su Cardenio, que yo rogaré al cielo que me los deje vivir con mi Dorotea.
No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres, las más veces, serán sin remedio, y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda.
-No pienses, Preciosa única, que don Juan con ligereza de ánimo me descubrió quién era: primero le conocí yo, y primero me descubrieron sus ojos sus intentos, primero le dije yo quién era, y primero le adiviné la prisión de su voluntad que tú señalas, y él, dándome el crédito que era razón que me diese, fió de mi secreto el suyo, y él es buen testigo si alabé su determinación y escogido empleo, que no soy, ¡oh Preciosa!, de tan corto ingenio que no alcance hasta dónde se estienden las fuerzas de la hermosura, y la tuya, por pasar de los límites de los mayores estremos de belleza, es disculpa bastante de mayores yerros, si es que deben llamarse yerros los que se hacen con tan forzosas causas.
Es verdad que el Duende dice a veces gracias demasiado picantes, pero éstas recaen sobre los yerros puramente literarios, y aunque se llame necio al que repara en el modo de leer un periódico, y al que dicta una característica insolente, es por la oportunidad de esta falta y por el resentimiento que resulta de verse llamado necio por no ser suscriptor, insulto en que ya empieza el Correo a hacer de las suyas, tanto más cuanto es un motivo suficiente la rabia de tener pocos suscriptores para insolentarse con los que no lo son.
Quédese en buen hora para adornar las tablas del estante del estudioso, pero en el siglo de la buena educación, de miramientos sociales, de mutuas consideraciones que alcanzamos, necesita más que nunca la sátira del apoyo de la verdad y de la utilidad, concedámosle causticidad, si se quiere, cuando le sea más fácil enseñarnos una verdad útil, poniendo en ridículo el error, pero si las personas no son nada para la sociedad, si sólo sus acciones públicas, si sólo sus sistemas y sus yerros políticos pueden rozarse con el interés general, quitémosle a la sátira toda alusión privada, arrebatémosle la ponzoña que la degrada y la vuelve venenosa, y la única posibilidad que ella tiene de ser más perjudicial que provechosa.
Pero cuán familiar y amigo es un hombre de otro, en los yerros.
Et porque don Johan vio et sabe que en los libros contesçe muchos yerros en los trasladar, porque las letras semejan unas a otras, cuidando por la una letra que es otra, en escriviéndolo, múdasse toda la razón et por aventura confóndesse, et los que después fallan aquello escripto ponen la culpa al que fizo el libro, et porque don Johan se reçeló desto, ruega a los que leyeren cualquier libro que fuere trasladado del que él compuso, o de los libros que él fizo, que si fallaren alguna palabra mal puesta, que non pongan la.
Et vien cred que cuanto los moços son más sotiles de entendimiento, tanto son más aparejados para fazer grandes yerros para sus faziendas, ca an entendimiento para.
començar la cosa, mas non saben la manera como se puede acabar, et por esto caen en grandes yerros, si non an qui los guarde dello.
Et lo uno por esto, et por otros yerros que yo fiz contra nuestro señor Dios, et otrosí, porque veo que por omne del mundo, nin por ninguna manera, non puedo un día solo ser seguro de la muerte, et só çierto que naturalmente, segund la mi edat, non puedo vevir muy luengamente, et sé que he de ir ante Dios, que es tal juez de que non me puedo escusar por palabras nin por otra manera, nin puedo.
pues este bien et este mal tan grande non se cobra sinon por las obras, ruégovos que, segund el estado que yo tengo, que cuidedes et me consejedes la manera mejor que entendiéredes porque pueda fazer emienda a Dios de los yerros que contra Él fiz, et pueda aver la su gracia.
-Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, mucho me plaze de todas estas razones que avedes dicho, et señaladamente porque me dixiestes que en todo esto vos consejase segund el estado que vós tenedes, ca si de otra guisa me lo dixiéredes, bien cuidaría que lo dixiéredes por me provar segund la prueva que el rey fezo a su privado que vos conté el otro día en el exiemplo que vos dixe, mas plázeme mucho porque dezides que queredes fazer emienda a Dios de los yerros que fiziestes, guardando vuestro estado et vuestra onra, ca çiertamente, señor conde Lucanor, si vós quisiéredes dexar vuestro estado et tomar vida de orden o de otro apartamiento, non podríades.
Et esto fincando seguro, et aviendo fecho emienda a Dios de los yerros que fiziestes, porque estedes en verdadera penitençia, porque de los bienes que fezierdes ayades de todos meresçimiento, et faziendo esto podedes dexar todo lo ál, et estar sienpre en serviçio de Dios et acabar así vuestra vida.

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