Ejemplos con vuestro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ojalá vosotros, nacidos en un país que puede enorgullecerse de ser aquél en que existe más amor y respeto por los animalesindicio seguro de la más alta y extendida culturaelevéis aun más vuestro espíritu con la lectura de este librito tan puro en el que un gran poeta español, contándonos la historia de un asnillo risueño y humilde, ha vertido toda su ternura por los animales, los niños y la naturaleza.
¡Y cuidado si los españoles de muchachos gozamos cuando nos es dado trabar amistad con algún asno, burro o pollino de los innumerables que en nuestra tierra hay y que llevan sobre sus lomos tantas cargas y son el consuelo y alivio de los pobres! Borriquitos de España, que con vuestro pasito corto andáis y reandáis nuestros caminos polvorientos y abrasados trayendo el agua de la fuente, llevando la ropa al río, la retama al horno, la comida a los segadores y a los mozos de las eras, cabalgadura sumisa de viejos, niños y mujeres, que aguantas ancas, hambre y malos tratos, sobre la que viajan cantando o durmiendo arrieros, gitanos y campesinos: borriquitos de España, alegres y trágicos, bien merecéis que os paguemos el bien que os debemos y el mal que os hacemos con un poco de amor y de piedad.
Si ese es vuestro gustodijo el cura,¿quién os lo ha de impedir?.
Cuanto era mío, mañana será vuestro, y el cuerpo que será de los gusanos, tendrá más noble destino No lloréis vosotros, criados y hermanos míos, que estas puertas las hallaréis siempre francas, y, aunque fría, siempre sentiréis mi mano tendida hacia vosotros.
¡En la mía se hace esa luz de tempestad! Ahora, entre vosotros, me figuro que soy vuestro hermano y que debo ir por el mundo con la mano extendida, y como nací señor, me encuentro con más ánimo de bandolero que de mendigo, ¡Pobres miserables, almas resignadas, hijos de esclavos, los señores os salvaremos cuando nos hagamos cristianos!.
¡Y las mujeres, y los niños, y los viejos, y los enfermos, gritarán entre el fuego, y vosotros cantaréis y yo también, porque seré yo quien os guíe! Nacisteis pobres, y no podréis rebelaros nunca contra vuestro destino.
Es una restitución que os hago, ya que sois tan miserables que no sabéis recobrar lo que debía ser vuestro.
¡También has manchado en este saqueo tus manos que consagran a Dios! Esperad a que llegue vuestro padre y él dará a cada uno lo suyo.
¡Aún está caliente el cuerpo de vuestra madre, y ya peleáis como Caínes! ¡Respetad el sueño de la muerte, sacrílegos! Esperad a que llegue vuestro padre, y él dará a cada uno lo que en herencia le corresponda.
Para la esposa adúltera, la muerte, el asesinato vengador, para la hija fugitiva, el desprecio, el olvido, ése es vuestro evangelio.
Y mientras vosotros, seres de carne que necesitáis nutriros, engañáis vuestro estómago y el de vuestras mujeres e hijos con patatas y pan, abajo, las imágenes de palo se cubren de perlas y oro, con un lujo estúpido, sin que se os ocurra preguntar por qué el ídolo que no siente necesidades ha de ser rico, mientras vosotros no podéis satisfacer las vuestras viviendo en la miseria.
Lo más que los filántropos podréis decir en vuestro abono es que vuestro egoísmo es un egoísmo bien entendido, un egoísmo provechoso para todos.
El que ata vuestro pié izquierdo al de vuestro enemigo en un duelo a navaja:.
Surca las ondas el barco que os arrebata vuestro bien, vuestro tesoro, vuestra delicia.
Él se dobla en forma de cabestrillo, y sostiene vuestro brazo lastimado.
Mas ¡qué digo a solas! ¡Esa misma sale a vuestro camino, como la Verónica salió al encuentro de Cristo en la calle de la Amargura, y os pone un lienzo en la cara para enjugar las lágrimas que la inundan!.
Y, a propósito: ¿Habéis llorado alguna vez a solas? ¿Os habéis perdido en ese desierto de veinte palmos, muy más desconsolado que las arenas del Zahara, y llamado a pesar de todo ? ¿Habéis luchado a brazo partido con la sociedad, con las necesidades de la vida, con una ambición sin objeto, con un amor sin esperanza y con la dueña del ? ¿Os habéis convencido, al cabo de muchos días de prueba, de que el es enemigo de su , de que el pupilero está en abierta lid con su pupilo? ¿Sabéis lo que es esa lucha a muerte, en que vuestro antagonista ruega a Dios que enferméis, a fín de que no comáis? ¿Os han llamado alguna vez.
Ella inició el sacrílego comercio, que ya ha trascendido hasta nosotros, de las , y vende en las avenidas del Cementerio del ! ¡Allí encontraréis epitafios de padres a hijos y de esposas a esposos, a cinco francos el lamento! Cuando perdáis un pedazo de vuestro corazón, ya no tendréis que llorarlo, sino que iréis a aquellos almacenes de sensibilidad y diréis al mercader de lágrimas:— Deme usted una corona de , o una lápida de.
Y vosotros, jóvenes provincianos, que, a la caida de la tarde, en el otoño, solitarios y tristes, sacáis a pasear por el campo vuestros impotentes deseos de venir a la corte, vosotros, que os sentís poetas, músicos, pintores, oradores, y aborrecéis vuestro pueblo, y no habláis con vuestros padres, y lloráis de ambición, y pensáis en suicidaros.
Allá os arregléis a vuestro gusto.
¡Para hombres bonitos está el tiempo! Con que resignarse, hijas mías, que por ser cabras no ha de abandonaros vuestro pastor, tomad ejemplo de las ovejas con quien vivís, y tú, Fortunata, agradéceme sinceramente el bien inmenso que te doy y que no te mereces, y déjate de hacer melindres y de pedir gollerías, porque entonces no te doy nada y tirarás otra vez al monte.
Lo que importa es dirigirse a Mí con el corazón limpio y la intención recta, como os ha dicho ayer vuestro capellán, que no habrá inventado la pólvora, pero, en fin, es buen hombre y sabe su obligación.
Cuando Juan Pablo venga a Madrid irá a Molina de Aragón a enterarse del testamento y recoger lo que es vuestro.
Tomaddijo Benigna a los niños, vuestro tiito os convida a dulces.
Dando trompicones, entró Ido en una de las alcobas, y apoyando la rodilla en el camastro que allí había empezó a dar golpes con el palillo, pronunciando torpemente estas palabras: Adúlteros, expiad vuestro crimen.
Y podré salir por ahí mostrando mis manos manchadas con la sangre de los adúlteros y decir a gritos: ‘Aprended de mí, maridos, a defender vuestro honor.
Obrad con arreglo al ímpetu de vuestro noble corazón.
¿Por qué? Porque saben qué clase de gente sois, porque tienen noticia de vuestra piedad ardiente y de vuestro valor.

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