Ejemplos con vivificantes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Viendo el capitán estas mangas vivificantes, admiró la fuerza nutridora del agua azul sobre la que había transcurrido casi toda su existencia.
Las esclavas se apresuraron a llevarlos a un diván, donde les hicieron volver en sí a fuerza de rociarlos con agua y flores y con perfumes vivificantes.
Y la echaron, así como suena, a los quince días de haber nacido en ella, vírgenes sus tiernas carnecillas de esas vivificantes impresiones de que no carecen los hijos del más haraposo menestral: las dulces caricias, los besos amorosos y el blando y providente manoseo de una madre.
Felizmente, mi caudal no es de apariencia: es sólido y es abundante, a Dios gracias, y da para todo, quiero decir, para aguardar los vivificantes calores del estío, bien a cubierto de los mortíferos hielos invernales.
El aire puro y oloroso de la primavera tal vez hubiera reanimado aquel pecho que comenzaba a oprimirse y devuelto a su cuerpo algo de su perdida lozanía, pero el invierno reinaba despiadadamente en aquellos campos yertos y desnudos, y el sol mismo escaseaba sus vivificantes resplandores.
Aquellas plácidas sonrisas de la Naturaleza, aquellos brotes de incipientes encantos, aquellos besos de labios vírgenes, aquellas dulces respuestas de la adolescente tierra a las vivificantes caricias del cielo, probábannos, mucho mejor que las flores del Valle de Lecrin que el sol había llegado al Ecuador, de camino para nuestro Trópico, que no se había equivocado el almanaque, que estábamos en la estación juvenil de las plantas, que la primavera había entrado aquel día.
Otro espíritu se necesita que agite esas arterias en que hoy se estagnan los fluidos vivificantes de una nación.
Entonces bajaban, saturado el pulmón de vivificantes brisas, el cuerpo restaurado con el ejercicio.
Brilló el astro en el horizonte, la aureola se convirtió en ondas de luz deslumbradora que inundaron toda la creación, y el azul de los cielos, y la verdura de los bosques, y la candidez de las nubes que sobre ellos se arrastraban, y el limpio cristal de los dormidos ríos, y el perfil de las remotas montañas, parecían estremecerse de gozo al contacto de los vivificantes rayos solares.
En los templos de lujo los fieles como que entonan prendidos, vivificantes baladas celestiales: Oh María.

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