Ejemplos con vencimiento

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El fácil vencimiento de Aguirre los libraba de aquella horrenda pesadilla.
De aquí que Apolonio asistiese sin enojo, antes con orgullo, y aun con satisfacción íntima, al vencimiento de sus gallos.
Cosa sorprendente: Apolonio asistía sin enojo, antes con orgullo, al vencimiento de sus gallos.
Todas las mañanas despertaba dispuesta al vencimiento final.
Sentía la cólera de su vencimiento, la vergüenza de su debilidad, y junto con esto la gratitud instintiva del que se ve librado de un mal paso por una mano violenta que lo maltrata y lo salva.
Era la convicción última que se revolvía furiosa en las agonías del vencimiento.
—Haz cuenta, traidor y desalmado hombre, quien quiera que seas, que los despojos que de mí has llevado, son los que pudiste tomar de un tronco o de una coluna sin sentido, cuyo vencimiento y triunfo ha de redundar en tu infamia y menosprecio, pero el que ahora pretendes no le has de alcanzar sino con mi muerte: desmayada me pisaste y aniquilaste, mas ahora que tengo brios, ántes podrás matarme: que si ahora despierta sin resistencia concediese con tan abominable gusto, podrias imaginar que mi desmayo fué fingido, cuando te atreviste a destruirme.
Finalmente, habiendo muerto casi todos los turcos, algunos españoles se pusieron a bordo del navío, y a grandes voces llamaron a los que pensaban ser españoles, entrasen a gozar el premio del vencimiento.
—Calle, señorito, respondió Preciosa, y encomiéndese a Dios, que todo se hará bien, y sepa que yo no sé nada de lo que digo, y no es maravilla, que como hablo mucho y a bulto, acierte en alguna cosa, y yo querria acertar en persuadirte a que no te partieses, sino que sosegases el pecho, y te estuvieses con tus padres para darles buena vejez, porque no estoy bien con estas idas y venidas a Flándes, principalmente los mozos de tan tierna edad como la tuya: déjate crecer un poco para que puedas llevar los trabajos de la guerra, cuanto mas que harta guerra tienes en tu casa, hartos combates amorosos te sobresaltan el pecho: sosiega, sosiega, alborotadito, y mira lo que haces primero que te cases, y dános una limosnita por Dios, y por quien tú eres, que en verdad que creo que eres bien nacido, y si a esto se junta el ser verdadero, yo cantaré la gala al vencimiento de haber acertado en cuanto te he dicho.
Seis días estuvo don Quijote en el lecho, marrido, triste, pensativo y mal acondicionado, yendo y viniendo con la imaginación en el desdichado suceso de su vencimiento.
Don Quijote, sin guardar términos ni horas, en aquel mismo punto se apartó a solas con el bachiller y el cura, y en breves razones les contó su vencimiento, y la obligación en que había quedado de no salir de su aldea en un año, la cual pensaba guardar al pie de la letra, sin traspasarla en un átomo, bien así como caballero andante, obligado por la puntualidad y orden de la andante caballería, y que tenía pensado de hacerse aquel año pastor, y entretenerse en la soledad de los campos, donde a rienda suelta podía dar vado a sus amorosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y virtuoso ejercicio, y que les suplicaba, si no tenían mucho que hacer y no estaban impedidos en negocios más importantes, quisiesen ser sus compañeros, que él compraría ovejas y ganado suficiente que les diese nombre de pastores, y que les hacía saber que lo más principal de aquel negocio estaba hecho, porque les tenía puestos los nombres, que les vendrían como de molde.
Abre los brazos y recibe también tu hijo don Quijote, que si viene vencido de los brazos ajenos, viene vencedor de sí mismo, que, según él me ha dicho, es el mayor vencimiento que desearse puede.
En este poco espacio le contó don Quijote la desgracia de su vencimiento y el encanto y el remedio de Dulcinea, que todo puso en nueva admiración a don Álvaro, el cual, abrazando a don Quijote y a Sancho, siguió su camino, y don Quijote el suyo, que aquella noche la pasó entre otros árboles, por dar lugar a Sancho de cumplir su penitencia, que la cumplió del mismo modo que la pasada noche, a costa de las cortezas de las hayas, harto más que de sus espaldas, que las guardó tanto, que no pudieran quitar los azotes una mosca, aunque la tuviera encima.
¡Oh Sancho bendito! ¡Oh Sancho amable respondió don Quijote, y cuán obligados hemos de quedar Dulcinea y yo a servirte todos los días que el cielo nos diere de vida! Si ella vuelve al ser perdido, que no es posible sino que vuelva, su desdicha habrá sido dicha, y mi vencimiento, felicísimo triunfo.
Causaba su tristeza el vencimiento, y la alegría, el considerar en la virtud de Sancho, como lo había mostrado en la resurreción de Altisidora, aunque con algún escrúpulo se persuadía a que la enamorada doncella fuese muerta de veras.
Y dice que, no habiéndosele olvidado al bachiller Sansón Carrasco cuando el Caballero de los Espejos fue vencido y derribado por don Quijote, cuyo vencimiento y caída borró y deshizo todos sus designios, quiso volver a probar la mano, esperando mejor suceso que el pasado, y así, informándose del paje que llevó la carta y presente a Teresa Panza, mujer de Sancho, adónde don Quijote quedaba, buscó nuevas armas y caballo, y puso en el escudo la blanca luna, llevándolo todo sobre un macho, a quien guiaba un labrador, y no Tomé Cecial, su antiguo escudero, porque no fuese conocido de Sancho ni de don Quijote.
Cada verso déstos acompañaba con muchos suspiros y no pocas lágrimas, bien como aquél cuyo corazón tenía traspasado con el dolor del vencimiento y con la ausencia de Dulcinea.
No vos acuitéis, señoras dijo don Quijote, que ni ésta es malicia ni es bellaquería, y si la es, y no ha sido la causa el duque, sino los malos encantadores que me persiguen, los cuales, invidiosos de que yo alcanzase la gloria deste vencimiento, han convertido el rostro de vuestro esposo en el de este que decís que es lacayo del duque.
¡Vitoria, vitoria! ¡Los enemigos van de vencida! ¡Ea, señor gobernador, levántese vuesa merced y venga a gozar del vencimiento y a repartir los despojos que se han tomado a los enemigos, por el valor dese invencible brazo!.
La mujer hermosa y honrada, cuyo marido es pobre, merece ser coronada con laureles y palmas de vencimiento y triunfo.
No quiero otro gusto o gloria, otra palma o vencimiento, otro triunfo, otra vitoria, sino volver al contento que es pesar en mi memoria.
La grandeza del corazón de vuesa merced ya está bien declarada: ningún bravo peleante, según a mí se me alcanza, está obligado a más que a desafiar a su enemigo y esperarle en campaña, y si el contrario no acude, en él se queda la infamia, y el esperante gana la corona del vencimiento.
Para prueba de lo cual ya sabes, ¡oh Sancho!, por experiencia que no te dejará mentir ni engañar, cuán fácil sea a los encantadores mudar unos rostros en otros, haciendo de lo hermoso feo y de lo feo hermoso, pues no ha dos días que viste por tus mismos ojos la hermosura y gallardía de la sin par Dulcinea en toda su entereza y natural conformidad, y yo la vi en la fealdad y bajeza de una zafia labradora, con cataratas en los ojos y con mal olor en la boca, y más, que el perverso encantador que se atrevió a hacer una transformación tan mala no es mucho que haya hecho la de Sansón Carrasco y la de tu compadre, por quitarme la gloria del vencimiento de las manos.
También habéis de confesar y creer añadió don Quijote que aquel caballero que vencistes no fue ni pudo ser don Quijote de la Mancha, sino otro que se le parecía, como yo confieso y creo que vos, aunque parecéis el bachiller Sansón Carrasco, no lo sois, sino otro que le parece, y que en su figura aquí me le han puesto mis enemigos, para que detenga y temple el ímpetu de mi cólera, y para que use blandamente de la gloria del vencimiento.
Pero de lo que yo más me precio y ufano es de haber vencido, en singular batalla, a aquel tan famoso caballero don Quijote de la Mancha, y héchole confesar que es más hermosa mi Casildea que su Dulcinea, y en solo este vencimiento hago cuenta que he vencido todos los caballeros del mundo, porque el tal don Quijote que digo los ha vencido a todos, y, habiéndole yo vencido a él, su gloria, su fama y su honra se ha transferido y pasado a mi persona,.
Absorto, suspenso y admirado quedó Anselmo con las razones de Lotario, porque le cogieron en tiempo donde menos las esperaba oír, porque ya tenía a Camila por vencedora de los fingidos asaltos de Lotario y comenzaba a gozar la gloria del vencimiento.
Y muéveme, entre otras cosas, a fiar de ti esta tan ardua empresa, el ver que si de ti es vencida Camila, no ha de llegar el vencimiento a todo trance y rigor, sino a sólo a tener por hecho lo que se ha de hacer, por buen respeto, y así, no quedaré yo ofendido más de con el deseo, y mi injuria quedará escondida en la virtud de tu silencio, que bien sé que en lo que me tocare ha de ser eterno como el de la muerte.
Porque, ¿qué hay que agradecer decía él que una mujer sea buena, si nadie le dice que sea mala? ¿Qué mucho que esté recogida y temerosa la que no le dan ocasión para que se suelte, y la que sabe que tiene marido que, en cogiéndola en la primera desenvoltura, la ha de quitar la vida? Ansí que, la que es buena por temor, o por falta de lugar, yo no la quiero tener en aquella estima en que tendré a la solicitada y perseguida que salió con la corona del vencimiento.
Tal quedó de arrogante el pobre señor con el vencimiento del valiente vizcaíno.
Calla, amigo Sancho respondió don Quijote, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene, mas, al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.

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