Ejemplos con venció

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Marchó a Judea y venció a Alejandro cerca de la fortaleza de Adida.
Peleó y venció a Brian Kendrick en un combate individual.
Triple H venció a Orton y puso fin a su feudo.
Apollo empieza a entrenarle por orgullo propio, ya que no le agrada que quien le venció sea vencido de forma tan contundente.
Latorre lo nombró comandante de armas de la provincia, cargo con que venció a la revolución de José Güemes en la batalla de Cerrillos, que logró reponer a Latorre en el mando.
Tras una cruenta batalla en dos frentes, la división británica venció a las fuerzas francesas atacantes.
Ocho años después, cuando su enemigo desata la locura sobre Londres, encuentra la posibilidad, y envía a su ayudante Winston en busca de Sir Dani, ya que este venció al anterior poseedor del libro, Zarok.
Pauli venció a rivales como el Werder Bremen y el VfL Osnabrück, pero era incapaz de hacer mejor que ganar un lugar de cuartos de lugar.
En la semifinal se enfrentó a Buakaw Por Pramuk quien venció por KO en el segundo asalto.
En el primer combate venció a Albert Kraus clasificándose para la semifinal.
Aquí y acullá, y en todas partes, la historia del siglo XIX es la historia de la clase mediaclase media más rica y culta allá, más miseranda y cerril acá, la historia de una época de libertad anárquica, la libertad de explotación, torbellino de átomos insensatos e incoherentes, época egoísta y brutal, que pensó suprimir el dolor fingiendo ignorar que lo hubiese, y alardeó de las ideas y la belleza porque las avillanó y sometió cotizable en el mercado, como cualquiera otro artículo de comercio, época, en fin, en que el negociante venció y aniquiló al filósofo y al poeta.
Venció la crisis de la infancia y pubertad sin ninguno de esos padecimientos anónimos que empalidecen las mejillas y apagan el rayo visual de las criaturas.
Y he aquí cómo de dos egoísmos venció el más osado, ya que no el más fuerte y grande.
Su temperamento de atleta venció repentinamente a las sugestiones de la razón.
Pero la firme voluntad de devolver la calma a sus hijos venció a la enfermedad en tal instante.
Si su padre venció en Pavía, él reventaba a los enemigos en San Quintín.
Porque el último parapeto del bizco que no quiere mirar derecho es negar que entienda el que le reprende de achaques de vista, por eso, cuando le pone delante el censor detalles íntimos conocidos sólo de los del gremio, concédele al punto la ventaja inmensa de la experiencia y se rinde a discreción, pensando que, si no fue también bizco allá en sus tiempos aquel que le reprende, entre muchos que bizquean debieron de apuntarle los dientes, y gran paso es ya este dado en el corazón que quiere ganarse, porque le invita a la confianza y le asegura la indulgencia, la idea de que aquel censor inexorable estudió en su mismo libro y venció sus mismas flaquezas.
Acisclo venció en las elecciones.
Sujetada por tantas manos, Fortunata hizo esfuerzos por desasirse y seguir la gresca, pero al fin el número, que no el valor, venció su increíble pujanza.
La compasión venció a la delincuente y se mostró tan afable aquella tarde y noche, que Maximiliano hubo de tranquilizarse.
Al fin venció , que resonaba orgullosa marcando sus nobles acentos, mientras se extinguían las notas de su rival, gimiendo cada vez más lejos, confundidas con el tumulto de la calle.
Se los frotó con los dedos, bostezó, luchó algunos minutos con el sueño invasor Éste venció al cabo.
¡Tremendo conflicto! Pero regocíjense el cielo y los hombres, pues venció el espíritu de luz.
—Yo, señor español, soy Lorenzo Bentibolli, si no de los mas ricos, de los mas principales desta ciudad, ser esta verdad tan notoria servirá de disculpa de alabarme yo propio: quedé huérfano algunos años ha, y quedó en mi poder una mi hermana, tan hermosa, que a no tocarme tanto, quizá os la alabara de manera, que me faltaran encarecimientos por no poder ningunos corresponder del todo a su belleza: ser yo honrado, y ella muchacha y hermosa, me hacian andar solícito en guardarla, pero todas mis prevenciones y diligencias las ha defraudado la voluntad arrojada de mi hermana Cornelia, que este es su nombre: finalmente por acortar, por no cansaros este que pudiera ser cuento largo, digo que el duque de Ferrara, Alfonso de Este, con ojos de lince venció a los de Argos, derribó y triunfó de mi industria, venciendo a mi hermana, y anoche me la llevó y sacó de casa de una parienta nuestra, y aun dicen que recien parida: anoche lo supe, y anoche le salí a buscar, y creo que le hallé y acuchillé, pero fué socorrido de algun ángel, que no consintió que con su sangre sacase la mancha de mi agravio: hame dicho mi parienta, que es la que todo esto me ha dicho, que el duque engañó a mi hermana debajo de palabra de recebirla por mujer: esto yo no lo creo, por ser desigual el matrimonio en cuanto a los bienes de fortuna, que en los de naturaleza el mundo sabe la calidad de los Bentibollis de Bolonia: lo que creo es que él se atuvo a lo que se atienen los poderosos, que quieren atropellar una doncella temerosa y recatada, poniéndole a la vista el dulce nombre de esposo, haciéndola creer que por ciertos respetos no se desposaba luego: mentiras aparentes de verdades, pero falsas y mal intencionadas.
Sabed, señor, que a mí me llaman el bachiller Sansón Carrasco, soy del mesmo lugar de don Quijote de la Mancha, cuya locura y sandez mueve a que le tengamos lástima todos cuantos le conocemos, y entre los que más se la han tenido he sido yo, y, creyendo que está su salud en su reposo y en que se esté en su tierra y en su casa, di traza para hacerle estar en ella, y así, habrá tres meses que le salí al camino como caballero andante, llamándome el Caballero de los Espejos, con intención de pelear con él y vencerle, sin hacerle daño, poniendo por condición de nuestra pelea que el vencido quedase a discreción del vencedor, y lo que yo pensaba pedirle, porque ya le juzgaba por vencido, era que se volviese a su lugar y que no saliese dél en todo un año, en el cual tiempo podría ser curado, pero la suerte lo ordenó de otra manera, porque él me venció a mí y me derribó del caballo, y así, no tuvo efecto mi pensamiento: él prosiguió su camino, y yo me volví, vencido, corrido y molido de la caída, que fue además peligrosa, pero no por esto se me quitó el deseo de volver a buscarle y a vencerle, como hoy se ha visto.
Un caballero que venció los días pasados, llamado el de los Espejos, le volvieron en la figura del bachiller Sansón Carrasco, natural de nuestro pueblo y grande amigo nuestro, y a mi señora Dulcinea del Toboso la han vuelto en una rústica labradora, y así, imagino que este lacayo ha de morir y vivir lacayo todos los días de su vida.
Don Quijote lo hizo, y hubo grandes comedimientos entre los dos sobre el caso, pero, en efecto, venció la porfía de la duquesa, y no quiso decender o bajar del palafrén sino en los brazos del duque, diciendo que no se hallaba digna de dar a tan gran caballero tan inútil carga.
Éste es dirán el que venció en singular batalla al gigantazo Brocabruno de la Gran Fuerza, el que desencantó al Gran Mameluco de Persia del largo encantamento en que había estado casi novecientos años.
Señor, vuestra merced ha acabado esta peligrosa aventura lo más a su salvo de todas las que yo he visto, esta gente, aunque vencida y desbaratada, podría ser que cayese en la cuenta de que los venció sola una persona, y, corridos y avergonzados desto, volviesen a rehacerse y a buscarnos, y nos diesen en qué entender.
Si yo, por malos de mis pecados, o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y le derribo de un encuentro, o le parto por mitad del cuerpo, o, finalmente, le venzo y le rindo, ¿no será bien tener a quien enviarle presentado y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora, y diga con voz humilde y rendido: Yo, señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindrania, a quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante vuestra merced, para que la vuestra grandeza disponga de mí a su talante?.

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