Ejemplos con vates

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por esta especial relación entre Amfriso y Apolo es por lo que a la sibila de Cumas se la llamaba Amphrysia Vates, pues se le suponía inspirada por el dios.
Vidente como los grandes vates de las revoluciones del espíritu, Olmedo, Heredia y Quintana, recogió la herencia de sus estrofas altivas y apasionadas, y sorprendió a la América y al mundo .
Compara a Bolívar con grandes figuras, como son Alejandro, César, Eneas, El Cid, Pirro, Aquiles, inclusive Napoleón y Washington, y asegura que es menos conocido porque en el siglo XIX el español ocupaba un lugar relegado en las letras europeas y porque Bolívar no tuviera los vates que ensalzaron la obra de Napoleón.
Era que se iba a celebrar la fiesta de la literatura lemosina, en la que desempeñaba siempre un primer papel: vate premiado, discurseante, o simple ídolo, al que tributaban sus elogios otros poetas, clérigos dados a la rima, encarnadores de imágenes religiosas, tejedores de seda que sentían perturbada la vulgaridad de su existencia por el cosquilleo de la inspiración, toda una cofradía de vates populares, ingenuos y de estro casero, que recordaban a los Maestros Cantores de las viejas ciudades alemanas.
Aún conservaba el sentimiento de su deber, no turbado por el cansancio, aún hervía en su mente la ilusión de grandezas épicas, anunciadas por la voz inequívoca de los corazones, así como por la profética voz de los vates políticos y literarios.
Uno de aquellos vates empezaba diciendo:.
Su juventud, su hermosa figura melancólica, dábanle más semejanza con los vates que con los políticos.
Y he visto a los vates del siglo convertidos en gacetilleros, a la Musa con las tijeras en la mano despedazando , a los que en otros siglos hubieran cantado la epopeya de la patria, zurcir hoy para rehabilitar un y ganar cincuenta duros mensuales!.
—Además: hay mujeres que sólo entre sus pares enarbolan bandera corsaria, y la prima del Marqués, la amiga del Duque, la festejada por los vates de moda, la recomendada por los Ministros, pertenecia a este género.
Y, sin duda, que esto fue como profecía, que los poetas también se llaman vates, que quiere decir adivinos.
Rafael, el rico y buen mozo y estúpido Rafael, satélite ya de nuestros vates, veía pasar ante sí aquella ráfaga de amor y gloria, sin que le tocase ni uno solo de sus abrasadores halagos, lo cual no era parte a impedir que al día siguiente contase a todo el mundo los grandes éxitos que sus amigos habían alcanzado en las máscaras, con la satisfacción y el orgullo de una abuela que refiere las travesuras de sus nietos.
¡No hay vates!, gritarán, ¡en lastimero.
Dime ¿los vates.
Y, a propósito: no hay trovador novel ni poeta melenudo que se haya creído dispensado de echar un parrafito a las orillas del manso Guadalquivir, o del ''aurífero'' Darro, o a las aguas del histórico Guadalete, sembrando aquí o allá bosques y florestas, frondosidad y fragancia, césped y lirios, que así existen donde los colocan los vates, como yo soy arzobispo, en cambio, cuando alguno de aquellos ingenios ha pisado el suelo de la Montaña, en lugar de cantar lo que ella le mostraba, en lugar de darle lo que se le quita para engalanar ajenas hermosuras, se ha ocupado en escribir a la «civilización» si los moradores de aquende comen borona, andan descalzos y gastan los calzones más o menos remendados, como si se tratara de un aduar de Marruecos o de la isla de Annobón.
¡Oh!, la nueva generación, decían: un prodigio, una verdadera cosecha de artistas, de pensadores, de vates laureados, un arca de Noé tripulada de genios de toda especie.
A más de estos sabios artistas y héroes muertos, para quienes la palabra, el recitado y la canción de los oradores y los vates inflamables fueron siempre ofrendas pálidas hechas a sus excelsitudes y renombres, tenía la privilegiada república aquel centenar de maravillas que enumeró con sus rubios, aristocráticos dedos don Anselmo Espinosa en el Club Criollo: carreteras y academias, ferrocarriles y ateneos, restaurantes y colegios, tiro al blanco y cerveza nacional, hipódromo y Prensa periódica, catedrales romanas y tranvías modelos.
Rosita procuraba hacer creer que sus amores con todos estos vates habían sido platónicos, y no hay razón para que no la creamos.
Se sabía de coro el Canto a Junín y parlamentos enteros del Pelayo, y sus ojos, un tanto abotargados ya por el peso de los años, chispeaban de entusiasmo al declamar los versos de sus vates predilectos.
Así dijo el más revoltoso de los vates, y Rafael, que se sentó de nuevo, continuó su historia en los términos siguientes:.
-¡Ha cenado! -dijo otro de los vates, mirando con asombro a los demás.
Respondimos a todo, y sacando el que parecía jefe de los demás un volumen membranáceo, leyó en él no sé qué índices o apuntaciones, y al acabar nos dio por respuesta -¡oh, respuesta amarga, más que las adelfas y el absintio póntico!- nos respondió que nosotros no estábamos reconocidos por sonoros elocuentes vates sino por copleros adocenados y misérrimos, que nuestras obras se habían examinado en el Parnaso y que todas ellas estaban destinadas al quemadero, que Apolo nos había maldecido solamente en pleno consistorio hasta unas cuatro docenas de veces, y que sería ofenderle el dar un solo paso adelante.
Y como al dirigir las miradas hacia el padre, el bachiller lo viese inclinado sobre un enorme pergamino, de menudísimos tipos, se chupó los labios y los carrillos, y levantando la mano, con los dedos en forma de círculo, dijo: luz del siglo es Vuesa Reverencia: infatigable al manoseo de la ciencia: ni las escabrosidades del Pindo, ni los ayunos de los vates de Minerva, ni la tremenda esgrima de la espada de la justicia, fatigan sus membrudas facultades.
¡Cuánta diferencia entre esa composición y la de los elegíacos vates del tiempo de Superunda!.
La hipérbole y el retruécano fueron las armas que más esgrimieron los vates.
Aún conservaba el sentimiento de su deber, no turbado por el cansancio, aún hervía en su mente la ilusión de grandezas épicas, anunciadas por la voz inequívoca de los corazones, así como por la profética voz de los vates políticos y literarios.
Eduardo Carrasco existió hasta hace pocos años un abultado manuscrito, Flor de Academias de Lima, en el que estaban consignadas las actas de las sesiones y los versos que en ellas leían los vates.
De El Solfeo salí sin pelos en la cara, una criatura, peor, un insecto, a padecer motines en América, y habiendo regresado, a poco andar, redacté en Madrid un periódico que atacó a mis enemigos, riñó con los vates sinsontiles, echó abajo una audiencia con aplauso de la prensa madrileña, crucificó caciques y.
Como John Veast, y al revés de los más de nuestros vates, Tennyson era un poeta que olía muy bien, a flor del campo.
Jáuregui, por ejemplo, con su traducción del Aminta, descuella entre nuestros vates del siglo XVII, que en verdad no fue estéril.
de elegantes y modistas en tributar sus homenajes de admiración, aunque sea con flores y prendidos, a la memoria de los que en el mundo fueron perpetuos vates de los talleres de la moda y patrones vivos de la elegancia ''comme il faut''?.

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