Ejemplos con valenciano

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Numerosas derivaciones o deformaciones fonéticas degeneraron posteriormente en el valenciano xicra, cuyo fonema terminó adaptándose a la palabra actualmente conocida, jícara.
Tras la muerte de Ovidi Montllor, Toti Soler crea el espectáculo junto a Ester Formosa, que lleva por título el de un poema del valenciano Vicent Andrés i Estellés, canción que abre el disco.
Instituto Valenciano de la Edificación, Generalitat Valenciana.
Rancel Valenciano deja la propiedad a sus tres tías, Josefa y Genara Rancel y Luisa Valenciano.
Pero el cariño por el capitán, el ser todos de la misma tierra y el empleo del valenciano como lengua de la intimidad, les bacía buscarse a los dos instintivamente.
Durante varios años no vió otro mar que el del golfo valenciano.
Moría Poncio de Santapáu, el almirante catalán, moría después el almirante valenciano Bernardo Ripoll, y la pérdida de estos jefes daba la victoria a los de Génova.
Por fortuna, se había confinado en la literatura regional, y su inspiración no admitía otro ropaje que el del verso valenciano.
Gallípoli fué una ciudad nuestra gobernada por el valenciano Ramón Muntaner.
Muy santa debía ser la tierra bretona, la más santa del mundo, cuando el valenciano milagroso, después de correr tantas naciones, había querido morir en ella.
Vivía en continuo contacto con su arma, la pieza más moderna de su casa, siempre limpia, brillante y acariciada con ese cariño de moro que el labrador valenciano siente por su escopeta.
La huerta se había enterado de que en la antigua barraca de el único objeto de valor era una escopeta de dos cañones, comprada recientemente por el intruso con esa pasión africana del valenciano, que se priva gustoso del pan por tener detrás de la puerta de su vivienda un arma nueva que excite envidias é inspire respeto.
A las dos semanas chapurreaba el valenciano de un modo que hacía reír a las labradoras parroquianas de la casa, y sin que la dureza del trabajo disminuyera para él, todos le querían y no sabía a quién atender, pues Melchor por aquí, Melchorico por allí, nunca le dejaban un instante quieto.
Aquí, en estos talleres, estaban la riqueza y la honra de Valencia, aquí trabajaban los , aquella gente que por su tonillo docto era el prototipo de la pedantería, pero que resultaba respetable por ser la fiel guardadora de las costumbres tradicionales, la sostenedora de ese carácter valenciano, sobrio, alegre y dicharachero, que casi ha desaparecido.
Todos se animaban, con ese entusiasmo valenciano que se inflama al pensar en fiestas y bullicios.
—Dice el proverbio valenciano:.
Era infinita la gente que de la ciudad acudia, y mucha la que de las galeras se desembarcaba, puesto que el que las traia a cargo, que era un caballero valenciano, llamado D.
Dimos luego quinientos escudos al renegado para comprar la barca, con ochocientos me rescaté yo, dando el dinero a un mercader valenciano que a la sazón se hallaba en Argel, el cual me rescató del rey, tomándome sobre su palabra, dándola de que con el primer bajel que viniese de Valencia pagaría mi rescate, porque si luego diera el dinero, fuera dar sospechas al rey que había muchos días que mi rescate estaba en Argel, y que el mercader, por sus granjerías, lo había callado.
Y aquí vienen tres, todos juntos: La Araucana, de don Alonso de Ercilla, La Austríada, de Juan Rufo, jurado de Córdoba, y El Monserrato, de Cristóbal de Virués, poeta valenciano.

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