Ejemplos con vacío

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y si esta energía no se desenvuelve en el vacío de la contemplación, ni se apaga estéril en el campo de las ideas y del pensamiento puro, región helada y poco accesible a la mayoría de los humanos, sino que lucha a brazo partido con las fuerzas tiránicas de la naturaleza física o con otras voluntades personales tan imperiosas y tan férreas como la del héroe mismo, la emoción llega a lo trágico, y en medio del conflicto se disfruta el espectáculo más digno de la consideración humana, el que más eleva y ennoblece el espíritu, el de un poder racional y consciente en el pleno uso y ejercicio de su soberanía, que se reconoce y afirma más a sí propia cuando más braman en torno suyo las tempestades y más amenazan vencerla y sumergirla.
La cocina era inmensa, y la hacía parecer mayor aún de lo que era el negro brillante de sus paredes, que no permitía ver líneas ni contornos, ni, por consiguiente, dónde concluían el techo y el pavimento y comenzaba la obscuridad del vacío.
Olvidó sus entusiasmos revolucionarios para llorar a Lucy, lamentándose del vacío que dejaba en su existencia.
Si es pobre, se le somete a la prueba del hambre cortándole los medios de vida, si es independiente, se le quema en efigie, creando el vacío en torno de él.
Su espalda resonaba como un cofre vacío bajo los golpes.
Además, hijo de una gran familia, señorones adinerados que nunca le dejaban ir por Toledo con el bolsillo vacío.
Muchas veces, el campanero corría a la torre para hacer los toques ordinarios, pero su sitio vacío lo ocupaba un viejo manchador del órgano y gentes de la sacristía, que subían atraídas por lo que se hablaba de esta reunión entre el personal menudo de la Primada.
No queremos tener llena la cabeza y el vientre vacío.
Vosotros vais por la inmensidad agarrados a un proyectil que marcha vertiginosamente, y engañados por vuestra pequeñez, creéis vivir inmóviles en una catedral muerta ¡Y estas velocidades no son nada comparadas con otras! El Sol, a cuyo alrededor giramos, cae y cae en el vacío, llevando pegados por la atracción a sus flancos a la Tierra y los otros planetas.
Estaban más solos que en medio de un desierto, el vacío del odio era mil veces peor que el de la Naturaleza.
Pepeta, insensible a este despertar que presenciaba diariamente, seguía su marcha, cada vez con más prisa, el estómago vacío, las piernas doloridas y las ropas interiores impregnadas de un sudor de debilidad propio de su sangre blanca y pobre, que a lo mejor se escapaba durante semanas enteras, contraviniendo las reglas de la naturaleza.
Batiste, en medio de la tristeza que le infundía este vacío, experimentó una ligera satisfacción.
Ahora sí que Juanito sentía a su alrededor un triste vacío.
Al día siguiente la familia pudo salir a paseo en su carruaje, y un caballo más joven y de mejor estampa que ocupó el vacío que la muerte había dejado en el pesebre.
Las mujeres, puestas de pie sobre las sillas, miraban con nerviosa curiosidad la nube de humo erizada de relámpagos que se acercaba, dejando tras sí un ambiente cargado de azufre y voladoras pavesas, y cuando el estruendo llegaba frente a ellas, cubríanse los rostros con los abanicos, hundían la cabeza en el pecho, o sin dejar de reír, llevábanse las manos a los oídos, como si no pudieran resistir el trueno continuo, cuya intensidad subía o bajaba, llegando en algunos instantes, con la violencia de la explosión, a hacer el vacío, dejando sin aire los pulmones.
Él esperaba algo, sin saber qué, y allí permanecía mirando el balcón, a pesar de que sus piernas apenas podían sostenerle, y en la cabeza y el estómago sentía un vacío anonadador.
Debió de tener en otro tiempo buenas carnes, pero ya su cuerpo estaba lleno de pliegues y abolladuras como un zurrón vacío.
Las niñas vestidas de rosa o celeste que juegan a la rueda en el Prado y que parecen flores vivas que se han caído de los árboles, las pobrecitas que envuelven su cabeza en una toquilla agujereada, los que hacen sus primeros pinitos en la puerta de una tienda agarrándose a la pared, los que chupan el seno de sus madres mirando por el rabo del ojo a la persona que se acerca a curiosear, los pilletes que enredan en las calles o en el solar vacío arrojándose piedras y rompiéndose la ropa para desesperación de las madres, las nenas que en Carnaval se visten de chulas y se contonean con la mano clavada en la cintura, las que piden para la Cruz de Mayo, los talluditos que usan ya bastón y ganan premios en los colegios, y los que en las funciones de teatro por la tarde sueltan el grito en la escena más interesante, distrayendo a los actores y enfureciendo al público todos, en una palabra, le interesaban igualmente.
Pepe Rey avanzó, y unas manos que tanteaban en el vacío chocaron con las suyas.

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