Ejemplos con víctimas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Además, los ensayos eran peligrosos y causaban víctimas.
Además, el Santo Tribunal contaba con otros millones arrancados a las víctimas anteriores, y construyó un palacio en Palma, el mejor y más lujoso que tuvo en parte alguna la Inquisición.
De donde resulta el que haga moverse a sus personajes como máquinas o como víctimas fatales de dolencias hereditarias y de crisis nerviosas, con lo cual, además de decapitarse al ser humano, se aniquila todo el interés dramático de la novela, que sólo puede resultar del conflicto de dos voluntades libres o de la lucha entre la libertad y la pasión.
Esta gozaban los expedicionarios de a pie, en su mayor parte familias felices, que ostentaban satisfechas la librea de la áurea mediocridad, y aun de la sencilla pobreza: el padre, obeso, cano, rubicundo, redingote gris o marrón, al hombro larguísima caña de pescar, la hija, vestido de lana obscura, sombrerillo de negra paja con una sola flor, en la izquierda el cestito de los anzuelos y demás enseres piscatorios, y llevando de la diestra al hermanito, a quien pantalones y chaqueta quedaron ya muy cortos, y que luce la caña de las botinas, y levanta orgulloso el cubo donde flotan los simples peces víctimas del mortífero pasatiempo de su padre.
En las costas de Tenedos, las mujeres helénicas, con las cabelleras sueltas, arrojaban flores al mar en memoria de las víctimas, con un dolor teatral semejante al de las heroínas de la antigua Troya, cuyas murallas estaban enterradas en las colmas de enfrente.
Su apetito excitado les hacía correr el agua en todos sentidos, buscando nuevas víctimas.
Siguieron cayendo nuevas víctimas y los otros monstruos saltaron a su vez, distendiendo sus estrellas, encogiéndolas luego para moler la presa en sus entrañas con una digestión de tigre.
Ellos eran los que habían rodado, como astutos constructores, las piedras amontonadas en el suelo, formando baluartes, a cuyo abrigo se disimulaban para caer sobre sus víctimas.
Su facultad de cambiar de color les permitía adquirir el de su duro zócalo, y disimulados de este modo, como tres tumores peñascosos, esperaban traidoramente el paso de sus víctimas, lo mismo que si estuviesen en pleno mar.
Los había visto mucho más grandes en las pescas de alta mar, pero con un encogimiento imaginativo, suponía que la lámina azul del estanque era toda la masa del Océano, los pedruscos del fondo montañas submarinas, y él, aplastando su personalidad, se hacía del tamaño de las pequeñas víctimas que bajaban hasta los tentáculos devoradores.
El uranoscopo obscuro, con los ojos casi unidos en la cumbre de su enorme cabeza y el cuerpo en forma de maza, sólo dejaba visible un largo hilo que surgía de su mandíbula inferior, agitándolo en todas direcciones para atraer a sus víctimas.
Los oseznos y las estrellas agitaban lentamente sus formas que habían dado origen a sus nombres, secretando venenos para aturdir a sus víctimas, contrayéndose hasta formar una bola de lanzas que atravesaba a la presa con abrazo mortal o cortándola con los cuchillos óseos de su cuerpo radiado.
Y confundidos los dos monstruos rodaban en las olas semanas enteras, sufriendo los tormentos de un hambre sin fin a cambio de las delicias del amor, dejando escapar a las víctimas asustadas, resistiendo a las tempestades con su áspero abrazo de colmillos y epidermis de lija, corriendo centenares de leguas entre el principio y el fin de uno de sus espasmos de placer.
No nos molestarán mucho: los que vienen de Francia a España, son víctimas de los carabineros, de nosotros, que vamos de España a Francia, nadie supone que llevemos contrabando, ni ropa nueva.
Pongo yo poco empeño en la propagación de esas desgraciadas víctimas del apetito humano.
Él no sabe hacer víctimas, sino serlo.
Era fea, con una fealdad dulce y triste que le parecía a Luna el supremo ideal de la belleza en un mundo de desgraciados y de víctimas.
Recordaba ahora con vergüenza su ignorancia española, aquella prosopopeya castellana, mantenida por mentirosas lecturas, que le hacían creer que España era el primer país del mundo, el pueblo más valiente y más noble, y las demás naciones una especie de rebaños tristes, creados por Dios para ser víctimas de la herejía y recibir soberbias palizas cada vez que intentaban medirse con este país privilegiado que come mal y bebe poco, pero tiene los primeros santos y los más grandes capitanes de la cristiandad.
, que en su calidad de valentón se interesaba por las desdichas de sus convecinos y era el caballero andante de la huerta, prometía entre dientes algo así como pegarle una paliza y refrescarlo después en una acequia, pero las mismas víctimas del avaro le disuadían hablando de la importancia de don Salvador, hombre que se pasaba las mañanas en los Juzgados y tenía amigos de muchas campanillas.
Llegó al fin la hora de la comunión, el sacerdote abrió el tabernáculo, volvióse al pueblo y bendijo a pobres y ricos, grandes y pequeños, inocentes y arrepentidos, verdugos y víctimas Todas las cabezas se inclinaron, dobláronse todas las rodillas en el más profundo silencio.
No, allí no había doblez: era una víctima, por eso sabía comprender la desgracia de ellos, que eran víctimas también.
Según pasaban los años se agrandaban sus hazañas y el número de víctimas.
El fuego jugueteaba como una fiera con sus víctimas antes de devorarlas.
Porque ellas también, a su manera, son resignadas víctimas de la educación sentimental y casi mística.
Por ellos son abnegadas víctimas del cruel amor e incomparables amantes.
Los primeros años de la están descritos admirablemente por Honorato Balzac en aquellos tipos relegados, encogidos, tímidos, dolientes, víctimas de la doméstica tiranía y juguetes de la cruel hermosura que figuran en muchas de sus obras.
La querrá porque ha sido atropellada, y las víctimas siempre inspiran amor.
Las conteras de los bastones, golpeando con furia el sucio entarimado, remataban las víctimas que iban cayendo de la mesa, expirantes.
Los préstamos arriesgados con premio muy subido eran su delicia y su arte predilecto, porque aun cuando alguno no se cobrase hasta la víspera del Juicio Final, la mayor parte de las víctimas caían atontadas por el miedo al escándalo, y se doblaba el dinero en poco tiempo.
El niño recordó entonces escenas análogas, pero cuyo teatro era la cocina de los Pazos, y las víctimas su madre y él: el señorito tenía entonces la misma cara, idéntico tono de voz.

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