Ejemplos con ursulinas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pablo III nombró como cardenales a reformadores, como Gasparo Contarini y Reginald Pole, y aprobó nuevas órdenes religiosas, como los jesuitas, capuchinos o las ursulinas, acabando con la convocatoria a concilio.
Estudió en el liceo de las Hermanas Ursulinas y posteriormente se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de La Sapienza.
Colegio de Nuestra Señora de Loreto, perteneciente a la Congregación de las Ursulinas, edificio construido a finales del siglo XIX.
En esa ocasión, invitó a la Congregación de las Hermanas Ursulinas a abrir el Centro Marie Angèle para acoger, por lo menos, a las niñas más jóvenes.
Órdenes tales como los capuchinos, ursulinas, teatinos, paulistas o jesuítas consolidaron las parroquias rurales, ayudaron a consolidar la piedad popular por medio del ejemplo y el cuidado de pobres y enfermos, y sirvieron para contener la corrupción dentro de la Iglesia.
Sheila asistió al Convento femenino de las Ursulinas.
Aquella juventud se entregaba a la alegría y retozaba acordándose de los tiempos en que hacían lo mismo en el jardín de las Ursulinas.
-Las Ursulinas, amigo Diego -afirmó el francés-, no enseñaron a la señorita nada, absolutamente nada.
Cuando Ansúrez le socorrió en Alicante, ya había logrado el americano que sus amorosas esquelas llegaran a la colegiala de las Ursulinas.
Creía el buen hombre que las Ursulinas habían puesto a su hija como nueva, y que esta era un prodigio de ilustración y un lindo archivo de conocimientos.
Movido de su buen corazón, hizo Diego por él lo que podía, y partió a Valencia, donde estaba la gentil Mara perfilando su educación bajo la férula de las Madres Ursulinas de aquella ciudad.
Por desvío de su madre, fue criada por unos tíos que la fiaron a las Ursulinas de Lérida para su educación, la cual fue desempeñada tan cumplidamente en el orden religioso que a los diez y ocho años de su edad, Teodora, catequizada por las madres y por un capellán anciano que era un águila para el confesonario, no pensó más que en ser monja.
Recordó su estada en el convento de las monjas Ursulinas de La Habana, donde en medio del silencio y de la paz se nutrió su corazón de los principios más sanos de virtud y caridad cristiana.
Entraba en la pubertad cuando perdió a su madre, y para educarla, lo mismo que para libertarla de los peligros del mundo, su padre la puso al cuidado de las religiosas Ursulinas, venidas de Nueva Orleans y establecidas en su convento de puerta de Tierra desde principios de este siglo.
Cuando Ansúrez le socorrió en Alicante, ya había logrado el americano que sus amorosas esquelas llegaran a la colegiala de las Ursulinas.

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