Ejemplos con unturas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Fuese instruyendo insensiblemente en la patarata de los rótulos: entrometiose en la golosina de los jarabes y las conservas: y con este baño, y algunas unturas que se daba en los ratos ociosos con los Cánones del Mesue salió en pocos días tan buen gramático y famoso farmacéutico como los más de este ejercicio.
En particular Cecilia apenas se separó más instantes que los necesarios para preparar las unturas y tisanas.
Le lavó todo el cuerpo, le administró friegas con alcohol o suaves unturas donde era menester, y le acostó en la cama, asistiéndole con calditos substanciosos e infusiones aromáticas.
Por la mañana, después de asistirla y darle unturas dejándola sosegadita, salió Teresa al portalón de la posada, y de allí a la carretera, que era calle Mayor o principal del pueblo.
Movía la cabeza incrédulamente cuando las vecinas, agrupadas en torno del enfermo, le atribuían cada una dolencias distintas, aconsejando remedios caseros, desde los cocimientos de hierbas raras y unturas hediondas, hasta la aplicación en el pecho de estampitas milagrosas y trazarle siete cruces en el ombligo con otros tantos padrenuestros.
Con este motivo he dispuesto se le den unturas frecuentes de sebo y aceite con unas cabecitas de ajo majadas.
Después, como hacía veinticuatro horas que no pasaba bocado, como había ya perdido mucha sangre y se le habían inflamado las heridas, a pesar de las unturas que ordenó el médico, estaba muy débil, irritado, no podía reconciliar el sueño.
Recordó infinidad de casos parecidos e iguales que había tratado felizmente en su larga práctica, registró todos sus libros de medicina, entre otros el publicado últimamente en París por Broussais, padre del método antiflogístico, titulado La irritación y la locura , que había hecho tanto eco en el mundo, probó las tisanas más aceptadas, las cataplasmas, las unturas, las ventosas, los vomitivos, los purgantes, las sanguijuelas, como último recurso propinó la píldora de Ugarte, con cuyo heroico remedio había salvado más de un moribundo de las garras de la muerte.
Tu madre, hijo, se llamó la Montiela, que despues de la Camacha, fué famosa: yo me llamo la Cañizares, si ya no tan sábia como las dos, a lo ménos de tan buenos deseos como cualquiera dellas: verdad es, que al ánimo que tu madre tenia de hacer y entrar en un cerco, y encerrarse en él con una legion de demonios, no le hacia ventaja la misma Camacha: yo fuí siempre algo medrosilla, con conjurar media legion me contentaba, pero con paz sea dicho de entrambas, en esto de conficionar las unturas con que las brujas nos untamos, a ninguna de las dos diera ventaja, ni la daré a cuantas hoy siguen y guardan nuestras reglas: que has de saber, hijo, que como yo he visto y veo que la vida que corre sobre las lijeras alas del tiempo se acaba, he querido dejar todos los vicios de la hechicería en que estaba engolfada muchos años habia, y solo me he quedado con la curiosidad de ser bruja, que es un vicio dificultosísimo de dejar: tu madre hizo lo mismo: de muchos vicios se apartó, muchas buenas obras hizo en esta vida, pero al fin murió bruja, y no murió de enfermedad alguna, sino de dolor de que supo que la Camacha su maestra, de envidia que la tuvo porque se le iba subiendo a las barbas en saber tanto como ella, o por otra pendenzuela de celos que nunca pude averiguar, estando tu madre preñada, y llegándose la hora del parto, fué su comadre la Camacha, la cual recebió en sus manos lo que tu madre parió, y mostróle que habia parido dos perritos, y así como los vió, dijo: Aquí hay maldad, aquí hay bellaquería, pero, hermana Montiela, tu amiga soy, yo encubriré este parto, y atiende tú a estar sana, y haz cuenta que esta tu desgracia queda sepultada en el mismo silencio: no te dé pena alguna este suceso, que ya sabes tú que puedo yo saber que si no es con Rodriguez el ganapan, tu amigo, dias há que no tratas con otro, así que este perruno parto de otra parte viene, y algun misterio contiene.
Otras veces acabadas de untar, a nuestro parecer mudamos forma, y convertidas en gallos, lechuzas o cuervos, vamos al lugar donde nuestro dueño nos espera, y allí cobramos nuestra primera forma, y gozamos de los deleites, que te dejo de decir por ser tales, que la memoria se escandaliza en acordarse dellos, y así la lengua huye de contarlos, y con todo esto soy bruja, y cubro con la capa de la hipocresía todas mis muchas faltas: verdad es que si algunos me estiman y honran por buena, no faltan muchos que me dicen no dos dedos del oido el nombre de las fiestas, que es el que nos imprimió la furia de un juez colérico, que en los tiempos pasados tuvo que ver conmigo y con tu madre, depositando su ira en las manos de un verdugo, que por no estar sobornado usó de toda su plena potestad y rigor con nuestras espaldas, pero esto ya pasó, y todas las cosas se pasan, las memorias se acaban, las vidas no vuelven, las lenguas se cansan, los sucesos nuevos hacen olvidar los pasados: hospitalera soy, buenas muestras doy de mi proceder, buenos ratos me dan mis unturas, no soy tan vieja que no pueda vivir un año, puesto que tengo setenta y cinco: y ya que no puedo ayunar por la edad, ni rezar por los vaguidos, andar romerías por la flaqueza de mis piernas, ni dar limosna porque soy pobre, ni pensar en bien porque soy amiga de murmurar, y para haberlo de hacer es forzoso pensarlo primero, así que siempre mis pensamientos han de ser malos: con todo esto, sé que Dios es bueno y misericordioso, y que él sabe lo que ha de ser de mí, y basta, y quédese aquí esta plática, que verdaderamente me entristece: ven, hijo, y verásme untar, que todos los duelos con pan son ménos: el buen dia meterle en casa, pues miéntras se rie, no se llora: quiero decir, que aunque los gustos que nos da el demonio son aparentes y falsos, todavía nos parecen gustos, y el deleite mucho mayor es imaginado, que gozado, aunque en los verdaderos gustos debe de ser al contrario.
Pero dejemos esto, y volvamos a lo de las unturas, y digo, que son tan frias, que nos privan de todos los sentidos en untándonos con ellas, y quedámos tendidas y desnudas en el suelo, y entónces dicen que en la fantasía pasamos todo aquello que nos parece pasar verdaderamente.
Quisiérale yo preguntar qué unturas eran aquellas que decia, y parece que me leyó el deseo, pues respondió a mi intencion como si se lo hubiera preguntado, pues dijo:.
unturas de yodo, el viaje al mediodía, el aniquilamiento.
Emma, que había estado en peligro de muerte meses antes, poco a poco se reponía, y la nueva energía que iba adquiriendo empleábala en inventar más exigencias, más achaques y en procurarse unturas que no la comprometían a estar enferma de verdad, y en cambio habían llegado a ser para ella una segunda naturaleza, no se sentía bien sin grasa alrededor del cuerpo, sin algodón en rama aplicado a cualquier miembro, y en cuanto al resquemillo del yodo y a las cosquillas del pincel, habían llegado a ser uno de sus mejores entretenimientos.
Sin fijarse en el uno ni en el otro, déjase caer en su poltrona, llama a Regla, que se presenta hosca y desabrida, mándala que le prepare la cama, unas unturas para la rodilla y una taza de tila, y mientras las dos últimas órdenes se cumplen, vase desnudando poco a poco.
Por la mañana, después de asistirla y darle unturas dejándola sosegadita, salió Teresa al portalón de la posada, y de allí a la carretera, que era calle Mayor o principal del pueblo.
Le lavó todo el cuerpo, le administró friegas con alcohol o suaves unturas donde era menester, y le acostó en la cama, asistiéndole con calditos substanciosos e infusiones aromáticas.
También le pongo las vendas en las rodillas y unturas y cataplasmas.
Aplicadas sobre aquel pobre cuerpo las bayetas, amén de unturas varias y algodones, el bárbaro le dio el caldo acompañando su acción de palabras muy tiernas: «Vamos, poco mal y bien quejado.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba