Ejemplos con turbantes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sequi: Se denominan así a los habitantes de Puesto Seco-Seco y se caracterizan por sus turbantes, y sus caras tapadas.
Los capitanes, denominados chapandaz, con turbantes y barbas negras, llegan a la cancha con fusiles Kalashnikov al hombro y guardaespaldas y se dan la mano antes de empezar el partido.
Otro aporte fue la inclusión en el vestuario de los turbantes, tatuajes, y el estilo de joyería y complementos que son desde entonces característicos del estilo.
De su interés por el genio holandés es ejemplo la serie de Cabezas con turbantes.
La más importante de todas estas rebeliones fue la de los turbantes amarillos en las planicies del norte de China, la principal zona agraria del país.
Los hombres calormenos usan turbantes.
En el condado de Ningland, las mujeres utilizan chaquetas cortas y faldas que llegan hasta el suelo, alrededor de sus cabezas colocan grandes turbantes negros que acompañan con grandes pendientes de plata.
En algunas regiones utilizan turbantes.
También utilizan turbantes de color blanco o negro.
Una masa de cascos y chambergos chocaba, sobre dos navíos aferrados, con otra de turbantes blancos y rojos, y sobre ellas alzábanse mandobles y picas, cimitarras y hachas de abordaje.
Las montañas, obscuras de pinares y moteadas de blancas casitas, tenían las cumbres envueltas en turbantes de vapores.
Bajaban de su interior hombres y más hombres, unos por su pie, otros en camillas de lona: rostros pálidos y rubicundos, perfiles aquilinos y achatados, cabezas rubias y cráneos envueltos en turbantes blancos con manchas de sangre, bocas que reían con risa de bravata y bocas que gemían con los labios azulados, mandíbulas sostenidas por vendajes de momia, gigantes que no mostraban destrozos aparentes y estaban en la agonía, cuerpos informes rematados por una testa que hablaba y fumaba, piernas con piltrafas colgantes que esparcían un líquido rojo entre los lienzos de la primera cura, brazos que pendían inertes como ramas secas, uniformes desgarrados en los que se notaba el trágico vacío de los miembros ausentes.
El vecindario vió escuadrones de , de teatrales uniformes, montados en sus caballitos nerviosos y ligeros, tiradores marroquíes con turbantes amarillos, tiradores senegaleses de cara negra y gorro rojo, artilleros coloniales, cazadores de África.
Los últimos rayos del sol poniente franjaban de oro y de púrpura estos enormes turbantes formados por la niebla, parecían incendiar las nubes agrupadas en el horizonte, rielaban débiles en las aguas tranquilas del remoto lago, temblaban al retirarse de las llanuras invadidas ya por la sombra, y desaparecían después de iluminar con su última caricia la obscura cresta de aquella oleada de pórfido.
No más casquetes rojos ni pañuelos de colores a guisa de turbantes y fajas.
En recuerdo de la patria lejana, habíanse ceñido pañuelos a guisa de turbantes alrededor de sus purpúreos gorros, y otros más vistosos como fajas en torno a los riñones.
Pues a esos de los turbantes creo que los llaman los.
Mauro, unos que andan vestidos al modo de moros, con calzones como los maragatos, pero hasta el tobillo, y unos turbantes en la cabeza con un plumacho muy largo.
Llevaban unas turbantes egipcios, otras plumas blancas puestas con mucho donaire, las más, jirafas de todos tamaños, adornadas con flores azules o blancas, guardando unión con el color del traje, y algunas tenían lazos de oro graciosamente colocados.
Estaba toda la gente confusa, esperando llegase el bizarro bajel, pero, cuando vieron de cerca que era turquesco, porque se divisaban los blancos turbantes de los que moros parecían, temerosos y con sospecha de algún engaño, tomaron las armas y acudieron al puerto todos los que en la ciudad son de milicia, y la gente de a caballo se tendió por toda la marina, de todo lo cual recibieron gran contento los que poco a poco se fueron llegando hasta entrar en el puerto, dando fondo junto a tierra y arrojando en ella la plancha, soltando a una los remos, todos, uno a uno, como en procesión, salieron a tierra, la cual con lágrimas de alegría besaron una y muchas veces, señal clara que dio a entender ser cristianos que con aquel bajel se habían alzado.
Estaba toda la gente confusa, esperando llegase el bizarro bajel, pero cuando vieron de cerca que era turquesco, porque se divisaban los blancos turbantes de los que moros parecian, temerosos y con sospecha de algun engaño, tomaron las armas y acudieron al puerto todos los que en la ciudad son de milicia, y la gente de a caballo se tendió por toda la marina: de todo lo cual recebieron gran contento los que poco a poco se fueron llegando hasta entrar en el puerto, dando fondo junto a tierra, y arrojando en ella la plancha, soltando a una los remos, todos uno a uno, como en procesion, salieron a tierra, la cual con lágrimas de alegría besaron una y muchas veces, señal clara que dió a entender ser cristianos que con aquel bajel se habian alzado: a la postre de todos salieron el padre y madre de Halima, y sus dos sobrinos, como está dicho, vestidos a la turquesca: hizo fin y remate la hermosa Leonisa, cubierto el rostro con un tafetan carmesí: traíanla en medio Ricardo y Mahamut, cuyo espectáculo llevó tras sí los ojos de toda aquella infinita multitud que los miraba.
Oyéronse en esto grandes alaridos y llantos, acompañados de profundos gemidos y angustiados sollozos, volví la cabeza, y vi por las paredes de cristal que por otra sala pasaba una procesión de dos hileras de hermosísimas doncellas, todas vestidas de luto, con turbantes blancos sobre las cabezas, al modo turquesco.
se sirva darnos un cuadernillo de láminas, en cada una de las cuales esté pintado, dibujado, grabado o impreso uno de los turbantes que se usan en la patria de V.
El tabernero de la esquina, el mojigato de la vecindad, el cristiano viejo sin un abuelo que oliera a hereje, el sacristán de amén, parecíanos Muza o Tarik, grandes sultanes de serrallo, incapaces de probar el torrezno y de respirar el vino así que vestían los pantalones bombachos de seda amarilla, las fajas multicolores, las chaquetas bordadas de lentejuelas, los turbantes de gasa llenos de alharacas, las babuchas de tunecino tafilete.
cidaris persianas, los turbantes africanos, los hábitos españoles, las jarreteras inglesas y las.
Y al revés, la tienen los persas tan débil y quebradiza, por que desde muy tiernos la defienden del sol, cubriéndosela con sus tiaras hechas de fieltro a manera de turbantes.
Se dejan crecer el cabello, y le atan y cubren con sus mitras o turbantes, ungiéndose todo el cuerpo con ungüentos preciosos.
No tendrás más que alabanzas para tu esposa, porque quiero unirme contigo por contrato legítimo ante Alah y su Profeta, ¡sean con él la plegaria y la paz! Y todos tus deseos se verán extremadamente satisfechos entonces: riquezas, buenos tejidos para tu ropa, turbantes inmaculados, todo lo tendrás sin gastar nada, y no te permitiré abrir el bolsillo, porque en mi casa el pan siempre está fresco y la copa siempre está llena.
Y he aquí que, terminada la función, habiendo desfilado los que le daban brillo con su presencia, avanzaron hacia el altar mayor unos figurones desmesurados, de descomunal alzada: eran morazos con abigarrados turbantes, peregrinos vestidos como el del Pico, caricaturas de petimetres y petimetras, espantajos geográficos de «partes del mundo», y venían a paso vivo, y se paraban ante el Numen, ejecutando su danza de todos los años, mientras la gaita reía, estridulaba, se lamentaba en alguna nota marcándoles el compás con su música popular, agreste, llena de gozoso sentimiento.
Por entre las dos columnas de sus pantorrillas desfilaba, a pie y a caballo, llevando tambores al frente y banderas desplegadas, todo un ejército de enanos tocados con turbantes y plumeros, a estilo oriental.

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