Ejemplos con tunda

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Asistió a la escuela pública de Chavinda y ya desde entonces mostró su sensibilidad por las necesidades de los demás, al regalar a un compañero de escuela muy pobre su pizarra, a fin de que pudiera seguir asistiendo a la escuela y se librara de una buena tunda por parte de sus padres por haber perdido la suya.
Matthews enloquece y comienza a darle una tunda, hasta quebrarle un dedo.
Sin duda el buen señor se haría cargo, por la desolación que allí veía y por lo que debió de contarle mi amo, de la soberbia tunda que aquella misma tarde había sufrido , y de la necesidad de acudir pronto al descanso de la paz, que el marroquí desea, y al español no le vendrá mal.
Instado por Ibero a ser más explícito, dijo Fernando que por soplos de su espionaje y advertencias de amigos sabía de ciencia cierta que entre Tudela y Alfaro le preparaban una emboscada los de Cintruénigo, y que ya se relamía de gusto pensando en la tunda que se iban a ganar los guapos de la Lo que se animó Ibero con esta revelación no es para dicho: apretando los puños y estremeciendo el suelo con fuerte patada, afirmó que no había para él regocijo más grande que pelearse por la honradez y la justicia.
Con todo mi absolutismo yo habría visto con gusto una batalla en que aquellos liberales tan aborrecidos dieran una buena tunda a los que yo llamaba entonces mis aliados.
Instado por Ibero a ser más explícito, dijo Fernando que por soplos de su espionaje y advertencias de amigos sabía de ciencia cierta que entre Tudela y Alfaro le preparaban una emboscada los Tacaños de Cintruénigo, y que ya se relamía de gusto pensando en la tunda que se iban a ganar los guapos de la tacañería.
Diego hubiesen sido los instrumentos de la tunda, resultó a la postre que perdieron el pleito con costas, y ainda mais con la obligación de satisfacer al agraviado.
Le pescó el señor Hernández de un brazo y le dio una tunda de palmadas, despachándolo en el pasadizo del segundo, con los calzones aún mal amarrados y chillando como un verraco.
El atajado así, según su estrella, muere, unas veces en el acto, y otras al día siguiente, o sale con vida del apuro, pero, por bien que le vaya en él, no se libra de una tunda que le balda.
¡Dios mío de mi alma, cómo había de ser de otro modo! Yo peno como tú, yo las estoy pasando tan negras como vosotras, y más, si bien se mira, porque encima de lo que todos pasamos por igual, llevo yo la carga de las maldiciones de Irene, de los alfilerazos de Petra y de la tunda horrorosa que acabas de darme tú.
En seguida de esto y riéndose como un bien aventurado, Moreira salió del baile, montó en su overo bayo y se alejó al tranquito dejando a aquel pobre diablo avergonzadísimo con la tunda recibida y con las bromas sangrientas que le dirigían los testigos de aquella cómica aventura.
Cada cual ofreció el suyo: Athos hablaba de la discreción de Grimaud, que sólo hablaba cuando su amo le descosía la boca, Porthos ponderaba la fuerza de Mosquetón, que era de corpulencia capaz de dar una tunda a cuatro hombres de complexión ordinaria, Aramis, confiando en la destreza de Bazin, hacía un elogio pomposo de su candidato, finalmente, D'Artagnan tenía fe completa en la bravura de Planchet, y recordaba la forma en que se había comportado en el espinoso asunto de Boulogne.
De mientras el vigilante -para que no volviese a principiar la tunda- separaba y acompañaba a Gancedo, que iba bufando y resollando, con la cara llena de sangre como pescuezo de mancarrón acosado por los tábanos.
Desempeña el destino de consejero provincial de Madrid, y por su conducta ambigua, en la cuestión de los canalones le pegó una tunda en el Congreso el señor Moyano, que le obligó a tomar el tole de su asiento sin poder contestar una palabra.
¡Eh! ¡Hablen, mujeres! ¿Jue muy juerte la tunda? ¡No hagan caso! Los chirlos suelen hacer bien pa la sangre.
Sin duda el buen señor se haría cargo, por la desolación que allí veía y por lo que debió de contarle mi amo, de la soberbia tunda que aquella misma tarde había sufrido El Mogreb, y de la necesidad de acudir pronto al descanso de la paz, que el marroquí desea, y al español no le vendrá mal.
Los monitos brincaban y corrían persiguiéndose los unos a los otros pero como viese que uno de ellos daba señales de maldad, se levantó y, cogiéndole por la cola, le administró una buena tunda.

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