Ejemplos con tristezas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Se comprende ahora por qué al principio he confesado mi incompetencia para juzgar a Pereda? Porque yo no admiro sólo en él lo que todo el mundo ve y admira: el extraordinario poder con que se asimila lo real y lo transforma, el buen sentido omnipotente y macizo, la maestría del diálogo, por ningún otro alcanzada después de Cervantes, el poder de arrancar tipos humanos de la gran cantera de la realidad, la frase viva, palpitante y densa, la singular energía y precisión en las descripciones, el color y el relieve, los músculos y la sangre, el profundo sentido de las más ocultas armonías de la naturaleza no reveladas al vulgo profano, la gravedad del magisterio moral, la vena cómica, tan nacional y tan inagotable, y, por último, aquel torrente de lengua no aprendida en los libros, sino sorprendida y arrancada de labios de las gentes, lengua verdaderamente patricia y de legítimo solar y cepa castellana, que no es la lengua de segunda o de tercera conquista, la lengua de Toledo o de Sevilla, sino otra de más intacta prosapia todavía, dura unas veces como la indómita espalda de nuestros montes, y otras veces húmeda y , lengua que, educada en graves tristezas, conserva cierta amargura y austeridad aun en las burlas.
Era un , que sólo sabía tocar tristezas en su armónium, sin que se le ocurriera alegrar a los pobres de las Claverías con algo bailable, como le pedía la sobrina del.
Quisiera ser una estatua de esa portada, una pilastra de la catedral, algo inmóvil, sobre cuya superficie resbalasen el tiempo, las alegrías y las tristezas, sin causar estremecimientos ni emociones.
No tenía mas que un deseo: que las chicas ignorasen sus preocupaciones, que nadie se diese cuenta en la casa de los apuros y tristezas del padre, que no se turbase la santa alegría de aquella vivienda, animada a todas horas por las risas y las canciones de las cuatro hermanas, cuya edad sólo se diferenciaba de un año.
Y yo me dije: ¡vaya! sin duda que Rorró ha leído los libros de ese señor, y en ellos aprendió esas tristezas con las cuales me apena y me congoja.
Pero ¡ah! yo aliviaría las penas de mi amada, desvanecería sus tristezas, le escribiría larguísima carta, y pronto estos, temores quedarían disipados.
¿Quién me hubiera dicho que tú, el chiquitín que yo conocí de este tamaño, que cabía en un azafate, sería mi amigo? Ya sabes cuánto te quiero, y cuánto te estimo, y los buenos ratos que pasamos aquí, charlando de mis cosas y de las tuyas, de mis tristezas mortales y de tus alegres esperanzas, de tus penas de niño y de mis desengaños de viejo.
¿No es verdad que ese hombre recordaría con placer, acaso con incomparable alegría, las sombras del calabozo en que vivió tantos años? ¿No es cierto que algunas veces suspiraría amorosamente al recordar su prisión, el estrecho recinto que fué para él casa, patria y mundo? Pues así vuelven a mí las tristezas y melancolías de ayer, cuando aun no me amabas, cuando la luz de tu cariño no iluminaba mi alma.
¿Por qué me echas en cara mis tristezas y melancolías? Piensa que he sido muy desgraciado, y que padezco de murrias y fastidios.
Llegué a mi casa descorazonado y abatido, y cuando creía encontrar aquí dichas y alegrías, no hallé más que penas y tristezas.
¿Qué haría yo sin ella? ¿Qué sería de mí sin la palabra consoladora de Angelina? Ella era la única que poseía el secreto de mis tristezas, sólo ella sabía darme aliento y ánimo.
¿No es cierto, mi Rorró, que basta muy poco para que dos que se aman como nosotros sean dichosos? Oyeme: ¡no te apenes si ves que lloro, y déjame, déjame que te cuente todas las tristezas de mi vida!.
Así sucede todos los días, siempre amargándonos la vida con tristezas, ¡siempre haciéndonos llorar! Pero ¡vaya! a todo esto ni quien piense en el desayuno.
Ni tristezas domésticas ni el recuerdo de venturas desvanecidas nos quitan el sueño.
Esto redobló sus tristezas, mas cuando Miquis le propuso como único remedio de su mal la rusticación, cobró esperanzas, confirmándose en la idea de abandonar la corte y sepultarse para siempre en sus estados de Molina.
El hombre compensó con los goces de aquella noche los sufrimientos y tristezas de tantísimos meses.
La fatiga del paseo y de la escalera le duraba aún cuando vio entrar al más simpático de los doctores, Moreno Rubio, despidiendo tufo de alegría, como un preservativo contra las tristezas de la medicina.
¡Ingrato! ¿Qué le costaba poner dos letras diciendo, por ejemplo: ? Pero nada, ni siquiera esto Revelaba estas tristezas a su única confidente, Aurora, en aquellos ratos de charla sabrosa que las señoras mayores les permitían.
Iban pasando los cansados días del verano, que es en Madrid la estación de las tristezas, porque el sueño y el apetito escasean, la sociedad disminuye, y los que aquí se quedan parece que comen el pan de la emigración.
Diferentes veces, en las intimidades con su cara mitad, Maximiliano había expresado esas tristezas tan comunes en los matrimonios que no tienen hijos.
Evaristodijo sintiéndose lleno y ahíto de aquella espiritual sustancia, acopiada a fuerza de barajar sus tristezas con las hojas de los libros.
Esto le ocasionó grandes tristezas que al principio trataba de disimular delante de su querida, pero una tarde que estaban sentados junto al balcón, se le abatieron tanto los espíritus que no pudo contener su pena y la confió a su amiga: Chulita, habrás notado que yo pues habrás visto que mi salud no es buena.
Pero al punto trataba de alejar estas ideas, que no le traían más que tristezas y cavilaciones.
Bien lo comprenderá cuando le pasen las tristezas, que ojalá sea pronto.
Pues yomurmuraba una voz que parecía salida de una botella, voz correspondiente a una cara escuálida y cadavérica, en la cual estaban impresas todas las tristezas de la Administración española, sólo pido dos meses, dos meses más de activo para poderme jubilar por Ultramar.
Ido permaneció completamente insensible a la lisonja que le soltara su amigo, y tenía la imaginación sumergida en sombrío lago de tristezas, dudas, temores y desconfianzas.
Dícese que, aunque se vio viuda, no quiso salir del monesterio, ni, menos, hacer profesión de monja, hasta que, no de allí a muchos días, le vinieron nuevas que Lotario había muerto en una batalla que en aquel tiempo dio monsiur de Lautrec al Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba en el reino de Nápoles, donde había ido a parar el tarde arrepentido amigo, lo cual sabido por Camila, hizo profesión, y acabó en breves días la vida a las rigurosas manos de tristezas y melancolías.
Mira no me engañes, ni quieras con falsas alegrías alegrar mis verdaderas tristezas.
Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias: vuestra merced se reporte, y vuelva en sí, y coja las riendas a Rocinante, y avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes.
Caballero soy, y de la profesión que decís, y, aunque en mi alma tienen su propio asiento las tristezas, las desgracias y las desventuras, no por eso se ha ahuyentado della la compasión que tengo de las ajenas desdichas.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba