Ejemplos con triquitraque

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De fijo, revientas, revientas, revientas como un triquitraque.
Además, los elogios desmedidos de la señora, flores con que a cada párrafo y a cada triquitraque adornaba la persona del caballero parlante, fueron parte a que el de San Juan le tomase ojeriza.
¡Cáscaras!, todo no ha de ser batirse y exponer uno la pelleja a cada triquitraque.
no esté su vida muy segura, pues allí fusilan a cada triquitraque, y a muerte natural le exponen además sus años cansados y las penalidades, ajetreos y hambres que ha de sufrir.
-Sí, porque siendo mentiroso cuanto nos rodea, si blasonamos de verdaderos, o nos encierran por locos o nos apalean a cada triquitraque.
Me armó un triquitraque de pies que me dejó la cabeza pateada.
Durante tres días, la historia aquella del huevo crudo, la mujer seducida y la familia de insensatos que se amansaban con orgías, quedó completamente olvidada o perdida en un laberinto de máquinas ruidosas y ahumadas, o en el triquitraque de los telares.
Se la come y revienta como un triquitraque.
Fue una lid obligarle a poner los zapatos a diario, porque todas sus congéneres los reservan para las fiestas repicadas, fue una penitencia enseñarle el nombre y uso de cada objeto, aún de los más sencillos y corrientes, fue pensar en lo excusado convencerla de que la niña que criaba era un ser delicado y frágil, que no se podía traer mal envuelto en retales de bayeta grana, dentro de una banasta mullida de helechos, y dejarse a la sombra de un roble, a merced del viento, del sol y de la lluvia, como los recién nacidos del valle de Castrodorna, y Máximo Juncal, que aunque gran apologista de los artificios higiénicos lo era también de las milagrosas virtudes de la naturaleza, hallaba alguna dificultad en conciliar ambos extremos, y salía del paso apelando a su lectura más reciente, , por Darwin, y aplicando ciertas leyes de adaptación al medio, herencia, etcétera, que le permitían afirmar que el método del ama, si no hacía reventar como un triquitraque a la criatura, la fortalecería admirablemente.
Durante todo el día, a cada triquitraque hacíamos sonar el nombre de Cabia en el oído de mi madre.
distintas, cambiando de colegio a cada triquitraque, y sus.
Doña Tecla recurría a cada triquitraque a Alicia para que la tradujese lo que se hablaba.
El hombre era de la misma pasta de aquel que fastidiado de oír a su conjunta gritar a cada triquitraque y como quien en ello hace obra de santidad: «¡Soy muy honrada! ¡soy muy honrada!, ¡como yo hay pocas!, ¡soy muy honrada!», la contestó: «Hija mía, a Dios que te lo pague, que a mi cuenta no está el premiarlo si lo eres, sino el castigarlo si lo dejares de ser».
¡Cáscaras!, todo no ha de ser batirse y exponer uno la pelleja a cada triquitraque.
Otro día me llevó dátiles de mar, un marisco sabroso, del cual me dijo Criado que comiendo mucho y bebiendo encima aguardiente era seguro reventar como un triquitraque.
Esto lo aprendí cuando vivía con mis padres, y aún más en el suplicio de aquel matrimonio, después lo he visto mejor en los campos, donde a cada triquitraque se ve una víctima de esos que ahí llamáis altos funcionarios, prohombres, eminencias de la Banca, de la Política, etc.
Desde que tomó Narváez las riendas, España no es más que un laberinto de todos los males, y ahí tenéis al empleado que se merienda al contribuyente, al policía que nos encarcela al menor descuido, y al militar que por un triquitraque saca el chafarote y acuchilla a los ciudadanos.
Por lo que le oí no hace muchas tardes, paseándonos aquí con varias personas del pueblo, pienso que es poeta, de estos que lo tienen por oficio, pues a cada triquitraque soltaba un verso y se pasmaba delante de las ruinas, que visita de día y de noche.
Rafaela varía de gustos a cada triquitraque, no es como yo, que siempre soy la misma.
Ya empezaban a tomar posesión de los portales y aceras de la calle los vecinos ansiosos de respirar la brisa fresca de la noche, la luna a inundarlo todo con sus argénteas claridades y a resonar, acá y acullá, los melancólicos tañidos de las vihuelas con que la gente moza alegra sus horas de solaz en los umbrales de sus respectivas viviendas en las noches de estío, cuando Antoñico el Zaragata, ya vestido como en los días de repique, llegó a la puerta del Triquitraque, y sentándose junto a una de las mesas en ella colocadas, preguntó al encargado de atender a la numerosa parroquia:.
-Pos entonces me parece a mi que ya podíamos dirnos pa cá der Triquitraque.
-Pos si es asín y quiée usté darme gusto, esta noche yo voy a ver si pueo platicar con Ángeles por la reja, Ángeles, sigún me han dicho, va esta tarde a los meceores con los niños del Sereno, usté conoce mucho a los niños del Sereno, usté se va esta tarde a los meceores, se acerca usté a la del Altozano, la mira usté como si la fuera usté, a retratar, y cuando la haiga usté visto bien, se va usté pa cá del Triquitraque aonde yo estaré aguardándolo a usté como quien aguarda al Mesías.
Séame lícito traeros al banquillo y revolver un poco el saco de vuestras culpas, y aquí, donde nadie nos oye, cantaros al oído media docena de verdades, parte mínima de tantas perrerías como soltando venís a cada triquitraque contra la diabólica suegra, la fementida esposa, el crucificado marido, y hasta los mocosos rapazuelos.
-Pues bien se desbandullan a cada triquitraque, según el ruido que se oye por arriba.
-¡No, eja ya hoy al animal y vámanos ya pa abajo, que ya se me ha quitao la gana de dir a Triquitraque!.
-Y a propósito de Triquitraque, ¿cómo anclan los Ventolinas?.
-Pos míe usté: pa mí que lo que es corcho no farta en estos manchones, y menos en Triquitraque.
-¿Y se puée saber, amigo, y usté isimule la curiosiá, a qué va su mercé a jacer en Triquitraque?.
, y atraídos, no por los juegos de nadie, sino por efectos naturales! Dios lo puede todo: sí que puede, pero Dios no trastorna todos los días las sabias leyes que rigen la naturaleza por un jugador más o menos, ni porque le dé la gana a monsieur Ducange, que efectivamente no merece la pena de que se trastorne el orden universal, y que los hombres jueguen o que no jueguen, pueden estar bien seguros de que si bien a cada uno no le faltará su castigo correspondiente, también es cierto que es mucho más terrible para un jugador medio alguacil que una docena de borrascas, y es hacer mucho menosprecio de la Divinidad el pensar otra cosa y el traerla a cada triquitraque como instrumento de los caprichos de un autor.
A cada triquitraque las llaman y consultan.

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