Ejemplos con tridente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En esas situaciones, el tridente era su arma principal, y su longitud le permitía mantener alejado a su oponente.
Un verdugo le pincha con un tridente, mientras otro acarrea más leña para el fuego.
Según la mitología griega, Poseidón separó Paros de Corfú con su tridente `para crear un nidito de amor para él y para su esposa Anfitrite.
Golpe con el Tridente: Este arma tan solo hace aparición ya en el Mundo de los Muertos.
Poseidón usa las Escamas divinas de Poseidón, a las que pertenece su propio tridente.
Tampoco se puede contar como ataque el acto en que desesperada y disparatadamente Julian arroja el tridente a Atena recibiendolo Seiya al protegerla vistiendo la armadura de Sagitario.
Sobre su hombro, sostenido con el brazo izquierdo, descanza el símbolo de su poder, el tridente.
Es muy hábil y rápido, y ataca con un gran tridente.
Con el tridente, que alcanzaba una longitud equivalente a la altura de un hombre, el retiarius podía mantenerse a distancia del secutor y atacar desde lejos.
La daga era su última opción en el caso de que también perdiese el tridente, y se reservaba para cuando era necesario el combate cuerpo a cuerpo.
Más grande todavía es el portento cuando Graco, enfundado en una túnica, jugó con el gladiador y huyó, con el tridente en la mano, a través de la arena.
La mitología griega dice que emergió agarrada por el tridente de Poseidón, pero fue una isla flotante hasta que Zeus la ató con cadenas al fondo del mar, para convertirla en un lugar seguro para Leto, al abrigo de los celos de Hera, para el nacimiento de Apolo y Artemisa.
Además, utilizado con ambas manos el tridente puede llegar a descargar golpes muy fuertes al enemigo.
En este caso el casco del secutor, que era redondeado y sin protuberancias para evitar ser atrapado por la red o por las púas del tridente, también le obligaban a protegerse de los golpes directos mediante la protección de su escudo, lo cual reducía su campo de visión, y permitía al reciario tomar ventaja con su velocidad.
Igualmente, el gladiador pesado trataba de bloquear el tridente con su escudo, y obligar al reciario a perderlo en uno de esos lances.
Ese brazo se encajaba en la mano izquierda y terminaba en una hoja afilada y curvada que posiblemente se utilizaba para enganchar la red o el tridente, o para quitarse la red de encima.
Edmyn Tully de Aguasdulces es nombrado Lord del Tridente y Vickon Greyjoy de Pyke se convierte en el Lord de las Islas del Hierro.
El ejército rebelde derrota a los leales en la Batalla del Tridente.
Es posible que las figuras sostuvieran objetos que también estaban representados como el tridente de Poseidón y el laurel en la mano de Apolo.
La suma de la imagen del tridente que a menudo acompaña las imágenes modernas del Diablo no se hizo popular hasta el siglo XIX.
El secutor estaba especialmente entrenado para enfrantarse contra el reciario, un tipo de gladiador armado con un tridente y una red.
Primero intentaba lanzar la red a su rival y, si tenía éxito, atacaba con su tridente mientras su adversario estaba inmovilizado.
Normalmente se veía obligado a confiar en su tridente y en su daga para acabar la lucha.
Además, en una lápida encontrada en Rumanía aparece la imagen de un reciario con un arma de cuatro púas además de su tridente.
En la mayoría de los combates, sin embargo, el reciario probablemente tendría que terminar luchando únicamente con su tridente y su daga, lo cual le colocaba en una cierta desventaja frente al secutor.
, y que muestra que una herida producida con un tridente en la cabeza desnuda de un oponente podía ser fatal.
Si el secutor atacaba con su espada, el reciario contrarrestaba el golpe trabándolo con las púas de su tridente, y trataba de desarmarle.
Neptuno, gran personaje en las logias, que, despojado del tridente, la corona de algas y los simbólicos tres puntos, quedaba reducido en la vida ordinaria a un don Francisco Javier Pérez Cueto, fabricante de almidón en uno de los arrabales de la corte, entidad perfectamente desconocida para todo el mundo, tras de la cual, según opinión de algunos, ocultábase cierto personaje famoso que vivió y murió haciendo ruido.

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