Ejemplos con tratándolos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A lo largo de este meridiano se encuentran los llamados Puntos de asentimiento que, tratándolos de la forma adecuada, pueden brindarnos muchas herramientas, tanto como el diagnóstico de algún desequilibrio energético u orgánico.
En las postrimerías de las negociaciones, Roosevelt, siendo un hombre rudo, se refería a Marroquín como el pitecántropo e incluso llegó a ultrajar a los colombianos tratándolos de criaturillas despreciables, entre otras injurias.
Aunque en los casos de Grecia y Roma, muy frecuentemente tendían a desdeñar y discriminar a los pueblos bárbaros y a las sociedades sometidas tratándolos como salvajes esto era más una discriminación cultural que religiosa.
Alojó en San Luis a los prisioneros realistas tomados en las batallas de Chacabuco y Maipú, tratándolos con respeto y poniéndoles la ciudad por cárcel.
Las líricas de las canciones abordan temas fantásticos, épicos, ontológicos, espirituales y sociales, en sus imágenes auditivas aparecen demonios, fantasmas, dragones, la muerte y los mismos humanos, tratándolos a todos como seres especiales de este multiverso en el que vivimos, todo esto bajo los acordes de Metal Gótico.
Sus cariños malogrados de hembra infecunda iban hacia todos los niños de diversas nacionalidades que vivían cerca de ella, tratándolos con varonil dureza de palabra al mismo tiempo que los cuidaba y acariciaba.
Refugiándose, pues, en la fortaleza de Nora, situada en el confín de la Licaonia y la Capadocia, con quinientos caballos y doscientos infantes, otra vez despidió de allí a aquellos de sus amigos que se lo habían rogado, por no poder sufrir la aspereza del país y la escasez de víveres, saludándolos a todos y tratándolos con la mayor afabilidad.
Irritado el gaucho, después de insistir, él también, un momento, reculó, dándose cancha, y sacó el facón, amenazando a los milicos, insultándolos, tratándolos de cobardes y otras cosas, poniéndolos «como trapo de cocina,» decía doña Ciriaca, la mujer del pulpero, al contar el hecho, el día siguiente, hasta que, sin saber como, él ni nadie, se encontró frente a frente con un hombre de bigote, algo petizo, morrudo, de gorra de vasco blanca, el poncho de vicuña en el brazo, y bien enroscada en la mano, la lonja de un rebenque de cabo de fierro.
Irritado el gaucho, después de insistir, él también, un momento, reculó, dándose cancha, y sacó el facón, amenazando a los milicos, insultándolos, tratándolos de cobardes y otras cosas, poniéndolos «como trapo de cocina» decía doña Ciriaca, la mujer del pulpero, al contar el hecho, el día siguiente, hasta que, sin saber cómo, él ni nadie, se encontró frente a frente con un hombre de bigote, algo petiso, morrudo, de gorra de vasco blanca, el poncho de vicuña en el brazo, y bien enroscada en la mano la lonja de un rebenque de cabo de fierro.
que tratándolos como tales.
Las leyes mandan se les ayude con tierras, que labrar, o forma de establecer obradores, librándoles de vejaciones, y tratándolos, como a los naturales desde luego.
Treinta y ocho días fueron los que estuvo más bien guardado que preso por ellos, en los cuales se entretuvo y ejercitó con la mayor serenidad, y, dedicado a componer algunos discursos, teníalos por oyentes, tratándolos de ignorantes y bárbaros cuando no aplaudían, y muchas veces les amenazó, entre burlas y veras, con que los había de colgar, de lo que se reían, teniendo a sencillez y muchachada aquella franqueza.
Nombrósele general para la guerra, juntamente con Cimón, y notando que Pausanias y los demás caudillos de los Espartanos eran orgullosos e inaguantables con los aliados, tratándolos él con blandura y humanidad, y haciendo que Cimón se les mostrara también afable y popular en el mando, no advirtieron los Lacedemonios que iba a arrebatarles la superioridad y el imperio, no a fuerza de armas, de caballos o de naves, sino con la benevolencia y la dulzura, pues que con ser los Atenienses bienquistos a los demás Griegos por la justificación de Aristides y la bondad de Cimón, todavía les hacían desear más su mando la codicia y el mal modo de Pausanias, el cual siempre trataba con desabrimiento y aspereza a los caudillos de los aliados, a los sol- dados los castigaba con azotes, les echaba encima un ancla de hierro, obligándolos a permanecer en esta disposición todo el día.
Mas levantóse en este punto Marcio y contradijo acaloradamente a los que pensaban en haberse benignamente con la muchedumbre, tratándolos de populares y de traidores de la nobleza, que fomentaban contra sí mismos las semillas, ya prendidas, de osadía e insolencia, que hubiera sido bueno no haber despreciado cuando se esparcían al principio, y no haber dejado a la plebe hacerse poderosa con tan excesiva potestad: que ya hasta temible se les hacía con querer que en todo se cediera a su voluntad y a nada pudiera precisárseles contra ella, no guardando obediencia a los cónsules, y viviendo en anarquía con tener por caudillos a los que se denominaban magistrados suyos: que con el presente y distribución del grano, que al modo de los Griegos de mejor ordenadas repúblicas decretaban algunos, no se haría otra cosa que dar aire a su desobediencia en ruina del Estado, “pues no pueden reconocer que sea una recompensa por la milicia, de que desertaron, por las escisiones con que abandonaron la patria, o por las calumnias que abrigan contra el Senado, sino que en la inteligencia de que cediendo y lisonjeándolos de miedo les hacemos semejante distribución, y, con la esperanza de salirse con todo, no pondrán a su desobediencia término alguno, ni habrá cómo contenerlos de que armen disensiones y alborotos: así que esto- decía- me parece una locura.
Congregado al día siguiente el pueblo, se presentaron los embajadores, y preguntados por Alcibíades con la mayor afabilidad con qué facultades venían, respondieron que no venían con plenos poderes, y al punto se volvió contra ellos con gran vehemencia el mismo Alcibíades, como si fuese el burlado y no quien burlaba, tratándolos de falsos y enredadores, que no podían haber venido a hacer ni decir cosa buena.
A pesar de ser tantos aquellos hombres, a pesar de estar reclutados entre la gente más brava y estar armados de revólver y puñal, ninguno de ellos se permitió contestar a las insolencias de Moreira que había ido expresamente a insultarlos en su propia cara, tratándolos como a la última carta de la baraja.
andaban contrechos y agobiados, cojos y desdentados y semiciegos, tratándolos como a.
ellos ejecuta, tratándolos al fin como a cautivos, y ella tirana.
Pues ¿qué otra cosa pensáis vos que desean los isleños, oyendo que vais a construir esas naves, sino poder atrapar a los lidios en alta mar, y vengar así los agravios que estáis haciendo a los griegos del continente, tratándolos cuino vasallos y aun como esclavos?» Dicen que el apólogo de aquel sabio pareció a Creso muy ingenioso y cayéndole mucho en gracia la ficción, tomó el consejo de suspender la fábrica de sus naves y de concluir con los jonios de las islas un tratado de amistad.
Y ahora tenga el lector la bondad de pasar al capítulo siguiente, en el cual acabará de conocer, tratándolos de cerca, a estos dos personajes, y sabrá lo que ocurrió en la entrevista que, en compendio, refirió en la mesa don Pedro Mortera.
-Tú acapararás las riquezas del mundo, serás comerciante, prestarás dinero a los reyes, tratándolos como iguales, y si arruinas a todo un pueblo, el mundo entero admirará tu habilidad.

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