Ejemplos con tramposo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

También escribió dramas de tesis, como Sendas opuestas, donde se trata de probar que el excesivo rigor y la excesiva blandura en la educación de los hijos producen efectos igualmente desastrosos, Los desposorios de Inés ataca el matrimonio forzado, Eclipse parcial ataca el divorcio por sus consecuencias sobre los hijos y las inconveniencias sociales de los cónyuges separados, Un grano de arena, Los millonarios y El caballero de industria reiteran la misma idea: el tramposo termina siendo víctima de su propia trampa, ya se finjan sentimientos, ya situaciones sociales.
Claudio Rosales: Es el papá de Pecas y Chayote un hombre ambicioso y ventajista que no tiene compasión por nadie aunque tambien está enamorado de la Maestra Alma, Claudio es astuto y tramposo, y engaña a Octavio para quedarse con su fortuna.
El dramaturgo Murray Mednic escribió un obra de siete actos llamado Los ciclos del coyote con los mismos cuatro personajes: Coyote, Coyote tramposo, Abuela Araña y chica muda.
Valiant es un joven pichón que queda maravillado con el Servicio Real de Palomas Mensajeras y aunque es muy joven consigue alistarse gracias a la ayuda de un palomo tramposo y jugador llamado Bugsy.
Fields comenzó siendo un malabarista excéntrico en el vodevil, y aparecía con el maquillaje de un tramposo: barba desaliñada y traje ruinoso, por ejemplo.
Este zorro tramposo y chanchullero y su copinche, el gato Gedeón, ayudan al Cochero a buscar niños malcriados para llevarlos a la Isla de los Juegos por cierta cantidad de dinero.
Aparece cuando alguien hace trampa, y no te mueves,una tarjeta amarilla aparecerá tramposo, expulsión automática impreso en ella,si te sale nunca pasa algo bueno.
Así, la despiadada mujer manipuló las pruebas que encontró a través de su tramposo abogado, Laurentino Urbina, para inculpar a Alicia y hacer justicia por la muerte de Amador.
Él es un inteligente tramposo que actúa como si fuera tonto.
Foxy es un tramposo y embaucador pirata que va por el mar retando a otros piratas a participar en el juego llamado Davy Back Fight para así ganar integrantes para su tripulación.
Víctor Kray les explica su vida y cómo conoció por desgracia a un mago tramposo y maligno y que cuando lo veías te sentías como hechizado.
Se me abren las carites sólo al pensar en la posibilidad de que el dueño de aparezca como un insolvente, como un tramposo, casi como un estafador.
¡Oh, infame legista, miserable enredador, tramposo y falsario! Inés me abofeteó, Gabriel, al verse en aquella casa, y me clavó en las mejillas sus deditos.
Me quedé atónito, pero al punto comprendí que esto era invención de aquel inicuo tramposo embaucador, y en mi cólera le dije las más atroces insolencias que han salido de estos labios.
Primero me contestasteis indecisa y luego furiosa, rechazando una proposición que calificabais de absurda e irreverente, y llamándome jacobino, francmasón, calavera, perdido, tramposo, con otras injurias que quisiera oír en tan linda boca.
¡Merecedor de mi respeto! ¡El marqués de la Cuérniga, ayer traficante en reses de matadero, concursado cien veces, marrullero y tramposo, y de la noche a la mañana, y Dios sabe por qué, título de Castilla y diputado a Cortes!.
Dos líneas más allá de éste está otra casta que nosotros rehusaremos desde luego, el calavera tramposo, o trapalón, el que hace deudas, el parásito, el que comete a veces picardías, el que empresta para no devolver, el que vive a costa de todo el mundo, etc.
En cuanto a los instintos de tramposo, que en el nuevo oficio no tenían aplicación inmediata, buscaban expansiones naturales en los tratos y contratos con los cantantes, sus mujeres, los empresarios y los huéspedes de las posadas.
Un cura sin licencia ni sotana, pero con manceba, gran frecuentador de los centros en que nuestro joven peroraba, defensor impertérrito del cristianismo sin «alto clero», ni Papa, un aristócrata tramposo, divorciado de su mujer y podrido por los vicios, pero sostenedor incansable de las «prerrogativas del Altar y del Trono», algunos ''jóvenes ilustrados'', que en pago de la honra que él les otorgaba saludándolos en público y dejándolos acercarse a oírle cuando oficiaba de pontifical, le referían las comedias que se veían precisados a representar, en bien de la paz doméstica, ya comprando por un vaso de aguardiente al sacristán de la parroquia la cédula de comunión en Semana Santa, ya asomándose cada domingo a la puerta de la iglesia para poder decir al fanático papá de qué color era la casulla del cura, en testimonio de que habían oído misa, porque los pobres chicos tenían la desgracia de pertenecer a familias estúpidas que se confesaban de cuando en cuando y oían misa todos los días de precepto, dos distinguidas marquesas, protectoras de quince cofradías, rezadoras infatigables, caritativas a voces, pero que lo mismo pedían para los gastos de una novena que para regalar un estoque cincelado al torero de moda, y con igual empuje hendían la masa de fieles para oír de cerca en el templo a un orador de fama, que el tropel de locos o borrachos en un baile de máscaras, para dar un bromazo a ''Pepe Canija'' o a ''Ñico Pulgares'', calaveras de la aristocracia, muy dados al merodeo llano, un «honrado obrero» que tuvo la dignidad de separarse de la «Iglesia romana», porque el cura de su parroquia no le admitió por padrino en un bautizo, por el único delito de haber declarado el disidente que tenía a mucha honra no saber jota de la doctrina cristiana, y estar a la sazón «un poco bebido», tres seminaristas resellados de demagogos, una dama virtuosísima que se veía en la dura necesidad de no volver al confesonario desde que una vez le negaron la absolución.
¿Un encargado? Como si dijéramos, un ladrón, un tramposo que no podía querer más que su provecho.
¿Y el nombre que heredan éstos de sus padres, y si no se tratase sólo de dinero, si hubiese una cuestión de honor y de decoro para mí, de llenar ineludibles compromisos bajo pena de faltar a mi palabra y de comprometer mi crédito, de aparecer como un tramposo ante el público, como un ladrón?.
Ser un tramposo de la caridad.
Fue muy de notar el encuentro del codicioso con el tramposo, porque urdía éste mil.
Otra mácula que ya está más a la vista y no puede negarse: que el padre legal de Luz fue un banquero tramposo que huyó de Madrid por temor de que le despellejaran en la calle.
¡Válgame Dios con los pudibundos y asombradizos! ¡No parece sino que el señor don Mauricio Ibáñez ha sido el único ricacho tramposo y estafador! ¿Pues no hemos convenido, tiempo hace, y cansado estoy de oírlo y de leerlo, con ser tan mozo como soy, en que andan por esas calles de Dios docenas de acaudalados personajes con títulos y condecoraciones, influyentes poderosos, que debieran estar en presidio arrastrando una cadena? ¿No se citan sus nombres y se les apunta con el dedo, y, sin embargo, viven y triunfan y hasta regatean el saludo a los hombres de bien, porque se consideran a mayor altura que ellos, en virtud de que así se lo hace creer, con sus acatamientos, e incensadas, el mismo público que desde lejos y en voz baja los condena a presidio con grillete? Y estos ladrones consentidos y acatados, ¿no tienen mujer con historia negra, e hijas con parecidos extraños? Y estas hijas, sin ser santas ni servir ninguna de ellas para descalzar a mi inocente Luz, ¿no se ven bien codiciadas de los guapos mozos, y a sabiendas, y no se casan sin que las gentes se escandalicen ni se junte el cielo con la tierra? Pues mi caso y el de Luz no llegaría, ni con cien leguas, al menos cenagoso de estos casos.
Si aquel hombre era un tramposo con los Chintas, gritaban, merecía volver al presidio, donde ya había estado.
Yo era un tramposo y un canalla si no les pagaba.
Porque Califa se acercó más y exclamó con una voz formidable, haciendo muchos gestos: ¡Oh tramposo pillastre! ¡confunda Alah a las gentes de mala fe y a cuantos privan de lo suyo a los pobres!.
También contaron de un huevo de avestruz hallado por un jugador empedernido y tramposo como él solo, y que contenía un juego de barajas.
-¡Ah, puerco tramposo! -gritó Romero encendido de cólera-, esto es robar la plata -y tomando una de las bolas del billar la lanzó al pecho de Blanco, produciendo un ruido seco y obligándolo a llevar la mano al pecho y soltar una potente maldición.

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