Ejemplos con trajín

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Lisa se vuelve furiosa cuando se da cuenta de que Bart se ha olvidado nuevamente de su cumpleaños, ya que por todo el trajín de la llegada de Michael Jackson, no se había dado cuenta.
En ese trajín, Elías estableció contacto con personas ancianas, poseedoras de memorias históricas y en conocimiento de un mundo ancestral poblado de mágicos personajes.
Lo agobiante del trajín de la marcha, hizo que permanecieran en un tan necesario como reconfortante descanso por unos días.
Había un trajín impaciente de muebles en habitaciones, y cada vez que la madre y la hija se encontraban en medio de tal jaleo, reñían y se increpaban, porque Narcisa, celosa siempre del hermano buen mozo y seductor, opinaba que aquellos eran demasiados preparativos para recibirle, y protestaba con satíricas frases de aquella revolución inusitada.
Fui su amigoen el trajín socialde pocos meses.
El trajín de las opiniones propias y ajenas, que en mil casos no nos llegan a lo hondo del ser, nos restablece a una normalidad vividera, y al suave pasar de las horas y los días.
Desde aquel día, me metí en el trajín electoral, y tuve la dicha de oír de los autorizados labios de don Nicolás, en las reuniones del teatrito de la calle de Las Aguas, parrafadas y apóstrofes tan tremendos como los que a mí me valieron poco menos que la excomunión de la Asamblea del partido.
Obdulia, que nunca había visto el mar, se embelesaba contemplando el grandioso muelle, el trajín comercial, los barcos de arboladura gallarda, y cuando en nuestro primer paseo vagoroso traspusimos el cerro de Miranda, la vista del Océano impetuoso colmó el estupor de la pobre muchacha.
Durmiendo en el rincón de cualquier tienda, mientras las tropas descansaban, o arrimado a la impedimenta cuando se batían, era un hombre que dejaba su cuerpo inerte en medio del trajín de la guerra, y se iba, todo alma y pensamiento, a las distantes regiones de la Paz.
Halló Vicente a Eufrasia muy afanada en meter en un maletín diferentes objetos de su uso, ropa interior, pañuelos y alhajas, y apartándole las manos de aquel trajín, le dijo: Mira bien lo que haces, Frasia, y no seas mala hija ni mala hermana, repara que en tu familia no hubo jamás afrenta, y con la que tú traes ahora matarías de vergüenza a tus señores padres.
El colmo de todas sus dichas era volver a los aires de allá y emplear de nuevo las energías del cuerpo y del alma en el trajín agrícola, en la cría de tanto simpático animal, y recrearse en el trato de tanta gente honrada y fiel.
Se ve que estos soldados de fortuna a quienes la guerra llevó rápidamente a las cabeceras de la jerarquía militar, y estos políticos criados en los clubs, recriados con presuroso ejercicio literario en las tareas del periodismo, lanzados unos y otros a la lucha política en los torneos parlamentarios y en el trajín de las revoluciones, sin preparación, sin estudio, sin tiempo para nutrir sus inteligencias con buenos hartazgos de Historia, sin más auxilio que la chispa natural y la media docena de ideas cogidas al vuelo en las disputas, se ve, digo, que al llegar a los puestos culminantes y a las situaciones de prueba, no saben salir de los razonamientos huecos, ni adoptar resoluciones que no parezcan obra del amor propio y de la presunción.
Los hombres de juicio no tenemos pito que tocar en tales trapisondas, y bueno es que os vayáis preparando para irnos a escardar cebollinos en Torralba, de donde nunca debimos salir, ¡ajo!, porque no se ha hecho este trajín de ambiciones para los hombres de campo, y.
Gustábale más el trajín de recoger la loza y levantar la mesa, operación en que puso la mano no bien tomaron el café.
La madre, rendida por los largos paseos que se daba para ir casi diariamente a la , hacía de mala gana la cena en las primeras horas de la noche y se acostaba, ansiosa de madrugar y oír misa tempranito, de modo que, obligada Leocadia a soportar el trajín y los quehaceres de la casa, todo lo descuidaba.
Sus manos, deformadas por el trajín diario de la casa, no eran grandes, y los pies, aun mal calzados, parecían pequeños.
Adelantaba la limpieza del desván: Manolita, con sus brazos nervudos, manejaba los trastos, Rita los clasificaba, Nucha los sacudía y doblaba esmeradamente, Carmen tomaba poca parte en el trajín, y menos aún en la jarana: dos o tres veces se eclipsó, para asomarse a la galería sin duda.
Pero en el silencio de la noche, cuando todos dormían, tras el bullir de las cenas o el trajín de los bailes, Lázaro con la cabeza entre las manos, caído a sus pies el libro de rezo y rota la oración en los labios, sentía el alma movida de esos misteriosos efluvios que nunca engendra la piedad religiosa, porque solo brotan cuando saboreamos la esperanza de la propia ventura.

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