Ejemplos con traducía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

, el agradecimiento a Amón se traducía en nuevas obras en los templos, como son los sucesivos agrandamientos en los pilonos de los templos de Karnak.
La técnica utilizada por el pretor para conseguir este objetivo consistía en agregar a la fórmula de la acción común, la actio adiecticiae qualitatis adecuada, lo que se traducía en que la fórmula que se redactaba representaba la mixtura de ambas, concretamente, ello implicaba que en la intentio se mencionaba al dependiente, en tanto que en la condemnatio se escribía el nombre del pater.
Su vida interior se traducía en su obra, en el color que el pincel iba transmitiendo a la tela virgen.
El auge se traducía en economías sólidas, tanto de los nacionales como de los miembros de las colonias extranjeras radicadas en el Perú.
La revista se movía en un ámbito de búsqueda y ruptura, se traducía tanto a Arthur Miller como Aimé Césaire y Dylan Thomas.
En el caso de los judíos, esto se traducía en una estrella de David o de seis puntas amarilla.
También el padre Félix se destacó en la defensa ardorosa de los derechos de los indígenas, quienes sufrían constantemente las iniquidades que resultaban del desconocimiento del idioma castellano por parte de éstos, lo que se traducía en engaños y reyertas.
A pesar de los comentarios de Louis Baudin, cuando se refiere a la indumentaria, la mayoría de los cronistas e historiadores indican que, de todas las mujeres precolombinas, es la inca la que vestía con más gracia, que se traducía en elegancia y lujo en las grandes señoras de la nobleza.
En los años setenta el país vivía un auge económico que se traducía en un crecimiento económico creciente que sería potenciado por la construcción de la represa hidroeléctrica de Itaipú y el aumento de la exportación de soja y algodón.
Aprendió alemán y griego, a los trece años traducía libros en este último idioma.
El oficial se acariciaba impasible la barba rubia mientras el intérprete traducía sus órdenes.
Un intento de aproximación y de confidencia se traducía como amenaza de inmediatas peticiones.
, allá las traducía a su modo y se daba por enterado.
En un mismo día, y en ocasiones en una misma hora, escribía un discurso, redactaba una carta, pergeñaba una revista, otorgaba una clase, leía un libro, hojeaba un folleto, traducía una fábula, hablaba de cosas fútiles con su familia y de cosas lisonjeras con sus amigos.
El envidioso asombro que aquellos muebles le inspiraban, se traducía en movimientos nerviosos y gestos desabridos, desparramaba las miradas por la estancia, y en seguida se le contraían los labios y se le dilataban las ventanas de la nariz.
Para manifestar hasta dónde llegaba la sabiduría enciclopédica de doña Bárbara, estimulada por el amor materno, baste decir que también le traducía los temas de latín, aunque en su vida había ella sabido palotada de esta lengua.
El baile estaba en sus momentos de mayor brillantez, y la animación, engendrada por la muchedumbre, se traducía en un continuo murmullo, que sólo a desiguales intervalos podían dominar desde la orquesta los instrumentos de metal.
Como si sospechara su procedencia, andaba muy temeroso en todas partes, y no se mostraba exigente con nadie ni para nada, lo cual se traducía por cortedad de genio en su casa, único sitio en que se le veía expansivo y descuidado.
Eran las cinco de una tarde fría y nebulosa, y al lado de la chimenea, sentado en un pequeño taburete a los pies de Amalia, Eduardo le traducía uno de los más bellos pasajes del Manfredo de Byron, y Amalia, reclinado su brazo sobre el hombro de Eduardo y rozando con sus rizos de seda su alta y pálida frente, le oía, enajenada, más por la voz que llegaba hasta su corazón que por los bellos raptos de la imaginación del poeta, y de cuando en cuando Eduardo levantaba su cabeza a buscar, en los ojos de su Amalia, un raudal mayor de poesía que el que brotaban los pensamientos del águila de los poetas del siglo XIX.
dominarme, se traducía en involuntario quejido como el que me.

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