Ejemplos con tontunas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por estas tontunas -dijo Ricardo Muñiz, poniendo cátedra de discreción-, se han alejado de la casa mortuoria las de más viso.
Observadora sagaz, la viuda de Navarro, al retirarse con sus amigas después de la representación de , dijo a la mancheguita: Déjate de más tontunas, y no entretengas al pobre Estebanito.
No digas tontunas: ¡ni que estuviéramos en escena en el teatro!.
Conque no me vengas con tristezas ni tontunas, ni vuelvas a decir que te deje, ni que si te dejo yo te aguantarás.
Quiero quitarme de la cabeza estas aprensiones y estas tontunas.
-Tontunas, que los carlistas estaban enseñoreados de algunas diócesis en que, contra el derecho, eran vicarios generales los que no podían serlo, sino interinamente y por gracia especial, pero que por ciertos servicios a la causa del Pretendiente, los superiores jerárquicos hacían la vista gorda.
-La mesmita, que no la puée ver, poique como ella se pensó que poique yo le icía cuatro tontunas había yo ya perdío por su cara y por su porte los papeles, pos cuando yo me casé con mi rosa de Jericó, pos a ella le entró el dislocamiento y se casó na más que de rabia que le dio con Robustiano, y como el hombre to lo que le sobra son talegas, y como está más loco que un cencerro por la Rosarillo, pos ésta es la que pica la torva en el molino, y ca vez que quiée mete la mano jasta el co en la faltriquera de su hombre, y como de alguna jechura se tiée que vengar, pos no jace más que dalle chingares a mi Rosalía con toícos los jarambeles que la merca su hombre, y como ella sabía que mi nena siempre tuvo la ilusión de poer mercarse un güen mantón y unas güenas arracás, pos apenitas puso a la venta su mantón y sus salcillos la viuda de Calcetines, jizo que su chato se los mercara, y dende entonces no va a una parte aonde ella sepa que va mi Rosalía, que no se ponga dambas cosas no más que por emberrechinarle la sangre a mi lucero.
¡Qué tontunas, eh!.
«Pues yo le he de quitar de la cabeza esas tontunas -dijo el médico inclinándose hacía ella y mirándola de cerca.

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