Ejemplos con tomillares

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los carrascales y sabinares de Juniperus phoenicea de las cumbres, junto a los tomillares en los afloramientos yesíferos y las comunidades de Sedum sediforme que suelen ir asociadas con los sabinares son las comunidades mejor conservadas.
Habita en tomillares y taludes muy insolados.
Estos sabinares han sido muy afectados por la acción humana y se han visto sustituidos por los tomillares y aulagares que han llegado a conformar una pseudo-estepa.
En él abundan formaciones de sabinas albares, enebro común y enebro de la miera que se complementan con tomillares, aulagas, salvias, espliegos y matorral que dominan las áreas despejadas.
Destacan las formaciones de saladar, los baladrales de Nerium oleander y tarayales subhalófilos e hiperhalófilos con Tamarix boveana y Tamarix canariensis, las comunidades halófilas y halonitrófilas, las comunidades asociadas a los sistemas fluviales dulceacuícolas y salobres, y los tomillares termófilos con los endemismos Sideritis leucantha y Thymus moroderi.
Destacan los sabinares termófilos de Juniperus phoenicea con palmito y acompañadas de Sedum sediforme, son abundantes los lastonares de Brachypodium retusum y las comunidades casmofíticas calcícolas, comunidades halófilas dominadas por especies del género Limonium, y tomillares gipsícolas termófilos.
Yesares de Hellín, comunidades de tomillares en yesos, con un alto índice de endemismos,.
La vegetación está compuesta por sisallares, ontinares, romerales y tomillares.
Los matorrales de degradación del encinar, variados según su serie original, forman romerales, tomillares, jarales, cantuesares, retamares, etc.
La vegetación en los montes es característica del bosque mediterráneo con pinos carrascos, jara, romero, acebuche, cornicales, tomillares y formaciones crasifolias.
También crecen en el Parque Natural las comunidades propias de las últimas etapas de la serie de regresión vegetal, la vegetación de pastizales y la vegetación de matorrales y tomillares.
Se podían finalmente enajenar fresnedas, olmedas, alamedas, saucedas, tarayales, retamares, tomillares, jarales y demás montes no comprendidos en las dos clases anteriores.
¡Si ahora mismo no se acuesta usted, y no toma, después de acostada, una taza de tilo con flor de azahar, me arranco todos estos vendajes y trapajos y me muero en cinco minutos, aunque Dios no quiera! En cuanto a usted, señorita Angustias, hágame el favar de llamar al sereno y decirle que vaya en casa del Marqués de los Tomillares, Carrera de San Francisco, número.
Y asín diban corriendo los días, cuando una noche el Chiquito, al que por horas y a to vapor se le diba repudriendo la sangre al ver cómo la Picúa encomenzaba a dejar su querencia por la del otro, y ya cansao de nunca poer empitonar bien al del Altozano, se metió una noche en la posá del Tomillares y encomenzó a jugar, como el chaveíta lo sabía jacer, como si ca chusco de los que ponía fuese un güeso de aceituna.
-Pos, señó -continuó el señor Curro, después de detenerse un punto para paladear una copa que acababa de ofrecerle el Tulipa-, el Niño, ya arrematao el tratillo que le había llevao a Gaucín, encomenzó un día a tallarse cuatro púas en la posá del Tomillares, y lo que pasa, que se puso a medias con el Carilargo de Utrera y arremataron por montar un tenderete, y como el Niño cuando se puée ganar honradamente la vía tirándole el pego al lucero de la tarde se la gana, y como en eso de tirar el pego, dicho sea sin ánimo de agraviarle, es el mozo to un catedrático, pos es naturá, a las dos semanas de haberse establecío tenían el Carilargo y él pa mercar dos cortijos en la vega.
A la izquierda los tomillares acompañaban el camino hasta la cumbre, coronada por pinos entre cuyas ramas el viento imitaba como un eco la queja inextinguible del océano.
Don Carlos le permitía pasear sin compañía cuando subía al monte de los tomillares por la puerta del jardín, por allí no podía verla nadie, y al monte no se subía más que a buscar leña.
-El señor Marqués don Alvaro -dijo solemnemente el servidor, quitándose la galoneada tartera que llevaba por gorra-, falleció hace ocho meses, dejando por único y universal heredero a su señor primo y antiguo contador de esta casa, don Jorge de Córdoba, actual Marqués de los Tomillares.
-El caballero -dijo en asturiano la interrogada pieza de paño -pregunta, a lo que imagino, por el excelentísimo señor Marqués de los Tomillares.
Quince días después del entierro de doña Teresa Carrillo de Albornoz, a eso de las once de una espléndida mañana del mes de las flores, víspera o antevíspera de San Isidro, nuestro amigo el Capitán Veneno se paseaba muy de prisa por la sala principal de la casa mortuoria, apoyado en dos hermosas y desiguales muletas de ébano y plata, regalo del Marqués de los Tomillares, y, aunque el mimado convaleciente estaba allí solo, y no había nadie ni en el gabinete ni en la alcoba, hablaba de vez en cuando a media voz, con la rabia y el desabrimiento de costumbre.
Sabedor de ello el Marqués de los Tomillares, cuya visita no había faltado ninguna mañana a don Jorge, o, más bien dicho, a sus adorables enfermeras, con quienes se entendía mejor que con su áspero primo, le envió a éste, al amanecer, un magnífico sillón cama, de roble, acero y damasco, que había hecho construir con la anticipación debida.
Pero como tengo mucho sueño, me permitirá usted que deje para mañana el enviar ese atento recado al señor Marqués de los Tomillares.

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