Ejemplos con tocó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para él, dentro de lo humano, todos los hombres eran capaces de todo, y si cuando le tocó la suerte de soldado alguien le hubiera dicho en broma adiós, mi general , él, encogiéndose de hombros, de seguro habría contestado muy serio para sus adentros: ¿Quién sabe?.
A mí no me la pegó con su serenidad porque cuando me dijo: Sardiola, me acompañarás esta noche a velarla , me acordé, ¡mire usted, señorita, qué tontería! pues me acordé de un corneta de nuestras filas, que tocaba unas dianas famosas con su instrumento, que era tan claro y tan lleno y tan hermoso y un día tocó mal, y como nos burlásemos de él, cogió la corneta, y sopló y nos dijo: Chicos, ha tenido una pena y se ha reventado la pobrecilla mía Pues mire usted, la misma diferencia de son que noté en la corneta de aquel majadero de Triguillos, noté en la voz del señorito usted ya sabe que la tiene muy sonora, que daría gozo oírle mandar la maniobra y aquel día estaba reventada la voz, vamos.
No contenta con lo cual, y viendo que Lucía, semianegada en olas de lino, hacía signos negativos con cabeza y manos, tocó otro resorte y trajo enormes cajas de cartón, que, destapadas, mostraron encerrar gorritas microscópicas, pañales de franela festoneados menudamente, capas de merino y de piqué, faldones inverosímilmente largos, y otras menudencias que arrebataron a Lucía la sangre al rostro.
Soy hombre muerto, mi misión tocó a su fin, pero detrás de mí vendrán otros y otros.
En la tierra seca se marcaban algunas manchas negruzcas, y las tocó con las manos.
Don Acisclo tocó entonces la campanilla, llamó a voces a la gente de casa, y acudieron D.
Una noche le tocó leer la vida de Santa Teresa.
¡Cállate tú! Ahora verá usted, Rodolfo: le dijimos que tocara, y tocó la Sonámbula de Talberg.
Tocó la niña su pieza con no poca fatiga, a ratos aporreando las teclas como si las quisiera castigar por alguna falta que habían cometido, a ratos acariciándolas para que sonaran suavemente con ayuda de pedal, arqueando el cuerpo, ya de un lado, ya de otro, y poniendo cara afligida o de mal genio, según el pasaje.
Con disimulo, y fingiendo que le hacía cosquillas, por jugar, le tocó los bolsillos, temeroso de que llevara algún arma.
Aurora se acercó otra vez a las señoras, y al volverse, su amiga le tocó un brazo.
¡Me ha entrado un desasosiego! ¡Qué gruesa estás y qué hermosota, y yo yo concluido, absolutamente concluido! Soy un reloj que tocó su última campanada, y aunque anda un poco todavía, ya no da la hora.
El Delfín tocó en los cristales, diciendo: Si no hay motivo para tanta bulla Nena, nena negra, abre Ten calma y no te sofoques ¡Bah!, siempre eres así.
A Fortunata le tocó al lado Mauricia.
Doña Lupe tocó a la puerta, y entonces ya no hubo más remedio que salir.
Luego se detuvo junto a una de las puertas y tocó en ella con los nudillos.
Al darle el agua, Jacinta le tocó la frente y las manos.
Repartió doña Guillermina unos capuchoncitos de lana, medias y otras cosas, pero no nos tocó nada.
Ido se acercó paso a paso a Santa Cruz y le tocó en el hombro muy suavemente, clavándole sus ojos de pavo espantado.
¡Pero qué huecas le parecieron a Jacinta, que en las dialécticas del corazón era más maestra que él por saber amar de veras! Y a ella le tocó reír después y desmenuzar tan livianos argumentos El sueño, un sueño dulce y mutuo les cogió, y se durmieron felices Y ved lo que son las cosas, Juan se enmendó, o al menos pareció enmendarse.
Tocó el cerrojo para cerciorarse de que estaba corrido, y se fue a la sala.
¿Usted se ha fijado en el gaitero que tocó hoy en la misa?.
¡Hay mujeres de mujeres, caramba, y ciertas cosas acabarían con la paciencia del santo Job que resucitase! Lo que siento es el golpe que le tocó al chiquillo.
Pero ahora era dueño del tesoro, ahora la nené le pertenecía, la había ganado en buena lid, la poseía por derecho de conquista, ¡ese derecho que comprenden los mismos salvajes! Adelantó mucho el hocico, igual que si fuese a catar alguna golosina, y tocó la frente y los ojos de la pequeña.
Mandó el teniente que el tal Losada reconociese la cédula, y que si la reconociese, le sacasen prendas de la cantidad, o le pusiesen en la cárcel: tocó hacer esta diligencia a mi amo y al escribano su amigo: llevóles el ladron a la posada del otro, y al punto reconoció su firma, y confesó la deuda, y señaló por prenda de la ejecucion el caballo, el cual visto por mi amo, le creció el ojo y le marcó por suyo, si acaso se vendiese.
El que tocó la guitarra fué el asturiano: las bailadoras, amen de las dos gallegas y de la Argüello, fueron otras tres mozas de otra posada: juntáronse muchos embozados con mas deseo de ver a Costanza que el baile, pero ella no pareció ni salió a verle, con que dejó burlados muchos deseos.
Contó Carriazo a sus padres y a todos mil magníficas y luengas mentiras de cosas que le habian sucedido en los tres años de su ausencia, pero nunca tocó ni por pienso en las almadrabas, puesto que en ellas tenia de contino puesta la imaginacion, especialmente cuando vió que se llegaba el tiempo donde habia prometido a sus amigos la vuelta: ni le entretenia la caza en que su padre le ocupaba, ni los muchos, honestos y gustosos convites que en aquella ciudad se usan, le daban gusto, todo pasatiempo le cansaba, y a todos los mayores que se le ofrecian anteponia el que habia recebido en las almadrabas.
Ida la vieja, se sentaron todos al rededor de la estera, y la Gananciosa tendió la sábana por manteles, y lo primero que sacó de la cesta fué un gran haz de rábanos y hasta dos docenas de naranjas y limones, y luego una cazuela grande llena de tajadas de bacallao frito: manifestó luego medio queso de Flándes, y una olla de famosas aceitunas, y un plato de camarones, y gran cantidad de cangrejos con su llamativo de alcaparrones ahogados en pimientos, y tres hogazas blanquísimas de Gandul: serian los del almuerzo hasta catorce, y ninguno dellos dejó de sacar su cuchillo de cachas amarillas, si no fué Rinconete, que sacó su media espada, a los dos viejos de bayeta y a la guia tocó el escanciar con el corcho de colmena.
Y, en diciendo esto, tocó el desaforado cuerno, y volvió las espaldas y fuese, sin esperar respuesta de ninguno.
En esto, sucedió acaso que un porquero que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos que, sin perdón, así se llaman tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen, y al instante se le representó a don Quijote lo que deseaba, que era que algún enano hacía señal de su venida, y así, con estraño contento, llegó a la venta y a las damas, las cuales, como vieron venir un hombre de aquella suerte, armado y con lanza y adarga, llenas de miedo, se iban a entrar en la venta, pero don Quijote, coligiendo por su huida su miedo, alzándose la visera de papelón y descubriendo su seco y polvoroso rostro, con gentil talante y voz reposada, les dijo:.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba