Ejemplos con tocas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Le gustaban estas mujeres: iban vestidas de negro, con amplias sayas y gorros blancos y rígidos que traían a su memoria las tocas de las monjas Algunas muchachas, altas, carnudas, de ojos azules y cándidos, reían con el español sin entenderle una palabra.
La falda y el manto se ahuecaban con la ampulosidad de un miriñaque, y sobre las tocas lucía una corona enorme como un morrión, empequeñeciéndole la cara.
Las recogidas formaban diferentes grupos sentadas en el suelo y en la escalera de madera que comunica el corredor principal con la huerta, y se quitaban las tocas para disminuir el calor de la piel.
Estas bajaban a la cocina, aquellas subían a la escuela y salón de costura, y otras, quitándose las tocas y poniéndose la falda de , se dedicaban a la limpieza de la casa.
Pero los trajes negros, las tocas blancas y los adornos de oro y pedrería de que siempre iba recargada contribuian, en cambio, a justificar aquel peregrino sobrenombre.
Eran ya casi las doce del dia, y la dicha casa estaba cerrada por fuera, de lo que coligieron, o que no comian en ella sus moradoras, o que vendrian con brevedad, y no les salió vana su presuncion, porque a poco rato vieron venir una reverenda matrona, con unas tocas blancas como la nieve, mas largas que sobrepelliz de canónigo portugues, plegadas sobre la frente con su ventosa, y con un gran rosario al cuello de cuentas sonadoras, tan grandes como las de Santinuflo, que a la cintura le llegaba: manto de seda y lana, guantes blancos y nuevos sin vuelta, y un báculo o junco de las Indias, con su remate de plata.
Félix: de lo cual se encolerizó tanto la vieja, que quitándose un chapin, comenzó a dar a la Grijalva como en real de enemigos, la cual viéndose maltratar, echó mano de las tocas de Claudia, y no la dejó pedazo en la cabeza, descubriendo la buena señora una calva mas lucia que la de un fraile, y un pedazo de cabellera postiza que le colgaba por un lado, con que quedó la mas fea y abominable catadura del mundo.
Pero dadme, señora, la mano, que yo no quiero otra seguridad mayor que la de mi continencia y recato, y la que ofrecen esas reverendísimas tocas.
Clavó los ojos en la puerta, y, cuando esperaba ver entrar por ella a la rendida y lastimada Altisidora, vio entrar a una reverendísima dueña con unas tocas blancas repulgadas y luengas, tanto, que la cubrían y enmantaban desde los pies a la cabeza.
Detrás de los tristes músicos comenzaron a entrar por el jardín adelante hasta cantidad de doce dueñas, repartidas en dos hileras, todas vestidas de unos monjiles anchos, al parecer, de anascote batanado, con unas tocas blancas de delgado canequí, tan luengas que sólo el ribete del monjil descubrían.
Pidiéronle a la ventera una saya y unas tocas, dejándole en prendas una sotana nueva del cura.

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