Ejemplos con timba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Este género fue bautizado como timba.
Volviendo a la salsa de Cuba, la timba sacó en ritmo de songo y fue inventada por bandas como Los Van Van y NG La Banda.
El grupo estaba integrado por Javier la pepa Brizuela en voz, Jorge Nievas en voz, José Adrián oso Moyano en Timba, Carlos Conejo De Piano en bajo, Santiago Tito De Piano en Batería, Gustavo Negro cocha y Hugo Líder Copello en trompetas,Fabio Berugo Férez en trombón, Ruben Brocha Herrera en Saxofón ,Pelusa Rivarola en Tumbadora, Marcelo Bucho Cáceres en Guitarra, Carlos Tuta García en locución, Marcelo Gringo Settembrini en Piano, y por ultimo Víctor Pulpo Miranda en Teclado.
Tras escenas bastante graciosas, como la de la caravana sin guía o el campamento de los falsos indios, consigue llegar a la timba de póquer junto a la bella Annabell.
El anterior propietario la apostó en una timba de cartas, su hijo la volvió a comprar para venderla a los actuales titulares.
Entre las desembocaduras de los ríos Timba y Desbaratado, todos los afluentes del lado derecho son del departamento del Cauca y los del lado izquierdo pertenecen al Valle del Cauca.
De cuando a Pepe Monagas lo trincaron en la timba de Pérez y tuvo que salir a espetaperros.
Por vanidad tanto como por vicio dejábase caer en la timba, donde era comúnmente desplumado.
Pero aún me falta el compromiso más apremiante, por tratarse de compinches de timba, que me han fijado improrrogable plazo para cumplir.
En la calle de la Aduana tenían una timba, exclusivamente para militares, algo como casino o , que había sido logia en tiempos no lejanos, y en el callejón de Sevilla había otro de esta clase para pasar las noches, no menos corrupto, pero más divertido: el local era más bonito y casi lujoso, y en él no reinaba sólo el naipe, sino la galantería, si este nombre puede darse al trato de mozas guapas: no puede negarse que la disipación era allí más amena.
Pero yo, que gusto de encaminar a la juventud por las buenas vías que no supe seguir, no le dejaba de la mano, y en nuestros paseos por la Taconera, o charlando en la casa donde teníamos la timba, le enjaretaba a cada instante mi sermón fastidioso: cuando encuentres un árbol,.
Fuéronsele a Urdaneta los ojos hacia la timba, y subió con ánimo de volver luego, pues vio también que cubrían de manteles las mesas, como si aquella pieza fuese comedor.
-No se acalore, tanto señora, y explíqueme qué es eso de la timba de que me habla -exclamó el comisario interrumpiéndola con las cejas fruncidas y el bigote erizado.
-¿Y no vio nada en el patio? -preguntó Laucha, que desde días atrás, abandonando a Carolina y La Polvareda, se paseaba por el pueblo y era asiduo de la tertulia Silvestrina y de la timba del Mirador.
-¿Yo he hablado de timba? No sé.
El suceso era comentado de modo apasionadísimo por grandes y chicos en el barrio, cuando la noticia, que había circulado como por regueros de pólvora, llegó a la timba donde el Certero oficiaba de árbitro supremo, no hubo punto que no saliera de estampía en dirección al lugar de la inesperada catástrofe.
-¿Qué me dice? ¿En la timba del Rengo? En el pago no hay ni habrá casas de juego, señora, ¡al menos mientras yo sea comisario de policía!.
-Pues un pelagatos, un atorrante, un «tauro» que se pasa las noches en la timba del Rengo.
Así, pues, primero en la Municipalidad, por órgano de Gómez y de Bermúdez, horas más tarde en el Club del Progreso y en la botica de Silvestre Espíndola, simultáneamente en las redacciones de La Pampa y de El Justiciero, algo después en el Círculo Artístico y en la confitería de Cármine, a media noche en El Mirador, la timba del Rengo, y a la mañana siguiente de la confidencia en todo Pago Chico y sus alrededores, sin exceptuar la pulpería de La Polvareda, de Laucha y Carolina, se supo que el ánima en pena de Nemesio Ponce se le aparecía a su viuda todos los viernes a las doce de la noche y le hablaba con voz amenazadora y sepulcral de su hija Emerenciana, ordenándole que no la casara con Enriquito Gancedo, como lo había proyectado, sino con otro que le indicaría a su tiempo, y esto so pena de ejemplar castigo.
Semejante presunción tomaba cuerpo cuando le veía andar cayéndose sobre las caderas como buey que baja una cuesta, pero nunca pudo atraparle, porque Petronio, sobre visitarla de higos a brevas, andaba aturdido entre el alcohol, la timba y los cafés-conciertos.
¡Han traído los papeles que a la salida de la timba se pegó un tiro y quedó redondo! Se conoce que perdería en una noche toda la guita de usted.
No le conocí en ninguna soirée ni en ningún teatro, ni en timba ninguna, sino a la cabecera de mi cama.
Fuera de los centenares de millones que bailaban en plaza, acababan de abrirse una docena de Bancos con un capital de cincuenta y tantos millones, sin base sólida alguna, millones soñados, escritos en el agua, se imprimía papel moneda como se imprime una novela popular, en rotativa, se descontaba con el desprendimiento del calavera ebrio, que siembra su peculio en medio de la calle, en la Bolsa se jugaba como en una timba, con el bluf y todo sobre palabra, casi exclusivamente para cobrar y pagar diferencias, a la propiedad raíz se había dado un valor ficticio, pues nunca produciría la renta que el capital representaba, el comercio nacional quedaba deudor en un tercio por lo menos del comercio extranjero, porque nuestra producción no estaba a la altura de nuestras ilusiones, todo el mundo robaba o estafaba al país, con cuentas corrientes ilimitadas, préstamos hipotecarios hechos sobre propiedades que no existían, descuentos concedidos a testaferros sin responsabilidad.
Por vanidad tanto como por vicio dejábase caer en la timba, donde era comúnmente desplumado.
Entre los asiduos al turno de la Cañas contábase Román, el encargado de la timba, el exminero jaquetón que abandonara la barrena y el pico para vivir holgado y libre por pragmática de su guapeza.
Pero aún me falta el compromiso más apremiante, por tratarse de compinches de timba, que me han fijado improrrogable plazo para cumplir.
En la calle de la Aduana tenían una timba, exclusivamente para militares, algo como casino o cuartón, que había sido logia en tiempos no lejanos, y en el callejón de Sevilla había otro asilo de esta clase para pasar las noches, no menos corrupto, pero más divertido: el local era más bonito y casi lujoso, y en él no reinaba sólo el naipe, sino la galantería, si este nombre puede darse al trato de mozas guapas: no puede negarse que la disipación era allí más amena.
La estancia tiene un recuerdo partido por medio, de oficina y sala de círculo con timba.
El Frescales estaba que hacía la barba, y con razón, que con la entrada en la cárcel de Manolito el Gallareta habíase quedado desamparada su timba, de la que empezaba a huirse la gente más formal de la aficionada a jugarse hasta el cuero cabelludo, por temor al enganche con alguno de los que, acaudillados por el Maroto, dedicábanse a cobrar el barato en los lugares no garantizados por alguno de sus colegas en arrogancias y bravura.
-Pero ¿cómo fue la cosa? -preguntó con voz jadeante el dueño de la timba, que limpiábase el sudor como si estuviera dándose una fricción en la calva.

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