Ejemplos con tesoro

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su obra de juventud muestra bien claramente el tesoro de ternura que encerraba su alma enferma de ansia de amor no satisfecha, de melancólico disgusto por todo lo que es bajo en la vida.
Cuando leía: , doncella más gentil que todos, flor, dulcedumbre, o como decía Prudencio, aquel esteta de la Iglesia antigua: , tesoro, aroma fragante del incienso sabeo y de la mirra, veía en presencia la imagen de Angustias.
Las oposiciones dirán que lo hacemos porque está el Tesoro en quiebra, y porque el que se ahoga no mira el agua que bebe, pero le aseguro a usted que quien tal diga no estará en lo cierto.
Ya usted sabecontinuó éstecómo estamos autorizados, por un rasgo de confianza que nunca agradeceremos bastante a las Cortes, no solamente para arbitrar recursos con los cuales podamos vencer los gravísimos obstáculos que entorpecen la marcha desembarazada del Tesoro, ínterin se discuten los nuevos presupuestos, sino para decidir a nuestro gusto el cuándo y el cómo, en fin, que se nos han dado amplias facultades para contratar.
En seguida se metió con su familia y con su tesoro en la diligencia, y se largó a Madrid, buena escuela, como él decía, para tomar aire y tono que lucir después en la ciudad.
Lo óptimo es el Lebrato y su hijo, y y Quilino, y el médico don Elías, y el magnífico tipo del Berrugo, avaro supersticioso, que Balzac adoptaría por suyo, y la fantástica historia del descubrimiento del tesoro, que Walter Scott hubiera robado para su.
A quien haya leído otros libros de Pereda, no es preciso decirle cómo están descritos Valdecines y Perojales, y también es casi superfluo repetir que la obra es un tesoro de lengua, no con afectada y mecánica corrección, sino con toda la riqueza, gala, armonía y color del habla de nuestra Montaña, pasada por el tamiz de un gusto privilegiado, aunque amante siempre de lo más espontáneo y de lo más rústico.
el dracma perdido es repuesto en el tesoro del rey, y la perla luce nuevamente sacada desde la tiniebla hasta la claridad.
Lloré, lloré entonces como flaca mujer, por mi tesoro, que no había sabido defender como hombre, lloré todo el viaje.
Llevaba el manto guardado en el Tesoro y todas sus joyas, que centelleaban acariciadas por el bosque de luces, como si rieran con una escala temblona de fulgores.
Tú como único guardián de la catedral, la Virgen en el altar mayor con las joyas que el resto del año se guardan en el Tesoro, y yo con las llaves en mi poder.
¿No te dije que buscaría algo para ti, a cambio de que me ayudases a enseñar el Tesoro? Pues ya lo tienes.
Tras de la visita al Tesoro venía la exhibición del Ochavo, la capilla octogonal de mármoles obscuros: panteón de reliquias donde los despojos humanos más repugnantes, las calaveras de horrible risa, los brazos momificados y las vértebras cariadas se mostraban en vasos de plata y oro.
El Tesoro tenía un aire de vetustez lamentable.
Eran los guardadores del Tesoro.
La salvaje soledad de las alturas contrastaba con la riqueza de la capilla del Ochavo, llena de reliquias en vasos de oro y arquillas de esmalte y marfil, con la magnificencia del Tesoro, que amontona las perlas y las esmeraldas con tanta profusión como si fuesen guijarros, con la elegante abundancia del guardarropa, lleno de telas sobre las cuales reproducía el bordado todos los matices de la pintura.
Vamos a verañadió: ¿te convendría bajar conmigo todas las tardes a la catedral para enseñar el Tesoro y las demás preciosidades? Vienen muchos extranjeros que apenas si se dejan entender cuando me preguntan.
El dinero sigue guardado en los campos en forma de tesoro, en el fondo de una tinaja, o se dedica a la usura en las poblaciones, lo mismo que en pasados siglos.
Nadie se escapa sin pagar, pero ¡ay! hace tiempo que no celebro, tú me ves a mediodía, cuando se cierra la catedral, leyendo mis Horas apresuradamente por el claustro, pendiente del reloj para bajar así que abren de nuevo el templo y vienen los forasteros a ver el Tesoro.
Con ellas puede verse lo más importante: el Tesoro, la capilla de la Virgen, el Ochavo con sus reliquias, únicas en el mundo.
Los más rudos y guerreadores, el armazón, la montaña de piedra y el bosque de madera que formaban su osamenta, los más cultos, elevados a la sede en época de refinamiento, las verjas de menuda labor, las portadas de pétreo encaje, los cuadros, las joyas que convertían en tesoro su sacristía.
Teresa se resistió a abandonar a su hijo aunque sólo fuera por breve rato: pronto dejaría de verlo, que no la robasen el tiempo que le quedaba de contemplar a su tesoro.
La mujer estaba enferma, para pagar los gastos hasta había vendido el oro del casamiento las venerables arracadas y el collar, de perlas, que eran el tesoro de familia, y cuya futura posesión provocaba discusiones entre las cuatro muchachas.
Después se apasionó, como toda la juventud de su época, por , y a pesar de que don Eugenio le enviaba a misa lodos los domingos y a comulgar por trimestre, hízose un tanto irreligioso, y en su interior comenzó a mirar con desprecio a los curas pacíficos y bromistas que visitaban por la noche el establecimiento para jugar a la brisca con el principal, y cuando cayó en sus manos , paseábase por la trastienda, mirando los fardos apilados con la misma expresión que si en vez de paños, percales e indianas contuviesen un enorme tesoro, toneladas de oro en barras, celemines de brillantes, lo suficiente, en fin, para comprar el mundo.
Las nueces lanzaban en sus sacos un alegre cloc-cloc cada vez que la mano del comprador las removía para apreciar su calidad, y un poco más adentro, como un tesoro difícil de guardar, estaba en pequeños sacos la aristocracia del casquijo, las bellotas dulzonas, atrayendo las miradas de los golosos.
Son los villaverdinos un tesoro de virtudes.
Barbarita no gustaba de prodigar su tesoro, y apenas acercaba el papel a las respingadas narices de las otras, lo volvía a retirar con movimiento de cautela y avaricia, temiendo que la fragancia se marchara por los respiraderos de sus amigas, como se escapa el humo por el cañón de una chimenea.
Tenía un carácter inflexible y un tesoro de dotes de mando y de facultades de organización que ya quisieran para sí algunos de los hombres que dirigen los destinos del mundo.
Guardaría, pues, su tesoro, y se valdría de todas las trazas de su ingenio para defenderlo de las miradas y de las uñas de Nicanora porque si esta lo descubría, ¡Santo Cristo de los Guardias!.
Cara, cuerpo, expresión, todo lo que no es del alma es en ti noble y hermoso, llevas en tu persona un tesoro, un verdadero tesoro de líneas Vamos, apuesto a que no lo entiendes.

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