Ejemplos con tentador

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La fusión de ambas empresas ha permitido elaborar un tentador menú de programación, donde se seleccionaron las mejores señales que ofrecían por separado, y que se unen a las que compartían.
Obviamente, resultaba un objetivo tentador.
Esto era un bocado tentador para Bernardino Rivadavia, quien, como estadista, pretendía crear en las Provincias Unidas del Río de la Plata un foco de cultura y progreso.
Luego se continuaría probándolo sobre el Ferrocarril General Manuel Belgrano, en la zona de Salta, Santa Fe, y Córdoba con un proyecto muy tentador para utilizarlo en un proyecto ferrourbano, que lamentablemente quedo en el olvido debido a la situación política y económica del país.
Adicionalmente al amarrar el bono venezolano, menos tentador para el mercado local, ha ayudado al gobierno a recoger parte del excedente de liquidez que provoca la inflación.
Nada más tentador entonces que identificar esta fluctuación con el paso de la nada al ser, y pretender haber encontrado una explicación a la célebre pregunta de Leibniz sobre por qué hay algo más bien que nada.
Todo ello poco tentador, sin duda, pero los caballos entendían ver eso, y uno tras otro siguieron el alambrado a la derecha.
Veía a Maltrana apostrofando al Océano, el gran tentador: Galeoto de mostachos de algas Celestina de arrugas verdes.
Era esclavo del gran tentador de que hablaba Isidro.
¡Cómo me adulaba el espíritu tentador a fin de hacerme caer! ¡Cuán astutamente me engañaba! ¡Cuán ciega confianza fue la mía al principio! Así como hábil jardinero, si descubre entre malezas una planta nobilísima, la lleva a su jardín y la cultiva con afán para que todo vicio contraído entre las malezas acabe, y para que, merced a su cuidado prospere la planta y dé al fin lindas y aromáticas flores y sabrosos frutos, así yo, al hallar la bella alma de esta mujer, henchido de fatuidad, me propuse mejorarla, hermosearla más, purificarla de todo defecto y hacerla florecer y fructificar abundosamente en virtudes, conocimientos y perfecciones.
No se crea por esto que pensó en recurrir a ninguna corredora de alhajas, prendera a domicilio, o cualquiera otra congénere de la famosa vieja que perdió a Melibea: no buscó quien hiciese de demonio tentador, sino simplemente quien le despejase el camino.
En las manos sentía el calor de los brazos desnudos que acababa de tocar, ante los ojos creía tener aún el escote tentador, y el olorcillo a hembra le andaba escarabajeando en el olfato, como el dejo de una sensación gratísima.
Los mayorales, que han pasado la mañana reunidos en grupos, liada al braza la tralla, fumando y escupiendo por el colmillo, mandan noramala a las desharrapadas mozuelas que, con el décimo de la lotería en la mano y la hez del idioma en los labios, van de uno en otro ávidas de piropos soeces, cada hombre se coloca en su puesto, y empieza a oírse el grito tentador:.
Yo he amado a lord Gray porque en mis solitarias devociones se ha apoderado de mi espíritu como el demonio tentador.
¿Por qué consientes, Virgen purísima, amparo de los débiles, madre de misericordia, por qué permites que el Tentador en figura humana aleje a mi nieta, niña inocente, tierna oveja del señor, del camino de la virtud, la empuje al pecado y la haga caer de la gracia divina como a su infeliz madre? ¿Me abandonarás tú también, piadosísima Señora, en éste el más duro trance de mi vida?.
¿Ves ahí a Clara, tan formalota, tan seria? Ella cuando moza tuvo también más de un blanco tentador, y logré espantarlo sin mucho trabajo ni quebradero de cabeza.
Ella, que se sentía atraída hacia aquel joven como la aguja al imán, como la avecica a la serpiente, no pudo desviar la atracción, deshacer el encanto, no encontró a mano gesto, palabra ni ardid para negar que había sucumbido y que también amaba a su tentador desde la primer temporada que pasaron juntos en el cafetal.
Su tentador Demonio de los Andes lo escribía desde Andahuailas, excitándolo a coronarse: «Debéis declararos rey de esta tierra conquistada por vuestras armas y las de vuestros hermanos.
¿Qué más? El mismo Zurita, entusiasmado cierto día con unos cangrejos que le sirvió doña Gertrudis sonriente, llegó a decir que aquel plato era más tentador que toda la literatura erótica de Ovidio, Tibulo y Marcial.

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