Ejemplos con tendiendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los fuertes payeses sujetaron fácilmente con sólo una mano al enfermizo muchacho, pero éste, incapaz de moverse, desahogó su rabia tendiendo un puño hacia el camino, mientras las amenazas e insultos salían a borbotones de su boca.
Y revolviéndose instintivamente, dio la vuelta, quedando con el pecho en tierra, apoyado en una mano y tendiendo la otra, que empuñaba el revólver.
Levantábase del suelo don Guillén, y Angustias se precipitó en sus brazos, tendiendo hacia él los labios sedientos, la cabeza derribada hacia la espalda, como inerte.
Muy señor míorespondió don Simón, descubriéndose la cabeza y tendiendo su diestra al del cierro.
De pronto saltaba impetuosamente, como un muelle que se despliega, como una serpiente que se yergue, y empezaba a bailar casi sin mover los pies, ondulando sus ágiles miembros Y él sonreía con estúpido arrobamiento, tendiendo la diestra hacia un taburete árabe cargado de botellas.
Luego, en cada una de sus arribadas, vió Ferragut un hijo nuevo, aunque siempre era el mismo, primeramente, un envoltorio de batistas y blondas sostenido por una nodriza endomingada, luegocuando ya era capitán del trasatlántico, un chicuelo con faldillas, mofletudo, de cabeza redonda cubierta de sedosa pelusa, tendiendo hacia él los bracitos, finalmente, un muchacho que empezaba a ir a la escuela y al ver a su padre agarraba su dura diestra, admirándolo con ojos profundos, como si contemplase en su persona la concreción de todas las fuerzas del universo.
¡Ser así! Poder ir por las calles por el mundo, tendiendo las garras ¡Devorar! ¡devorar! Ellos se debatirían inútilmente por deshacer el anillo de mis tentáculos ¡Absorberlos! ¡comerlos! ¡hacerlos desaparecer!.
Luego imitó el gesto de Ulises tendiendo una mano hacia la pared Y se hizo la obscuridad.
Si no se va ustedaulló Miranda tendiendo los puños.
Luego rió, apoyándose con fuerza en su brazo, tendiendo el rostro hacia él.
Al ver al capitán, Freya corrió hacia él tendiendo sus brazos.
Protestó, tendiendo hacia Ulises el cheque extraído del sobre.
Ana, casi lívida y tendiendo los brazos para no caer en tierra, estaba de pie, en la puerta del cuarto oscuro, vestida de blanco.
Y suplicaba con acento desesperado, tendiendo sus manos, como un ciego que no osase moverse é implorase un guía.
Pepe, adiósdijo con voz triste, abandonando su asiento, y tendiendo una mano a su primo.
Ahora pensaba en la humanidad, en el largo y doloroso camino que aún tenía por delante, en la obscura selva por donde marchaba, encadenados sus pies con los hierros del pasado, tendiendo las manos doloridas hacia el ideal, hacia la justicia, que brillaba lejos, muy lejos, como una estrella perdida en la noche.
Abrióse entonces violentamente la puertecilla y apareció en ella Jacobo, revólver en mano Imposible era reconocer al tío Frasquito en aquel esperpento, y Jacobo no vino en la cuenta de quién era hasta que tendiendo el fantasma hacia él los brazos abiertos, gritó angustiado:.
¡Sí, padre, sí quiero! ¡Con usted Ahora mismo!exclamó Diógenes tendiendo los brazos hacia él, como un niño que llama a su madre.
Triunfante Butrón y rejuvenecido, felicitaba a unos, animaba a otros, multiplicábase por todas partes, tendiendo siempre la caña, y entre el calorcillo de la cena y el humo de las satisfacciones, estuvo a pique de desquiciarse aquella cabeza tan firme, hasta el punto de pasar por ella la idea de invitar para el cotillón a la excelentísima señora doña Paulina Gómez de Rebollar de González de Hermosilla.
Tranquilo por esta parte Butrón, quiso, sin embargo, asegurar más y más al partido la alianza preciosa de Currita, porque hay ciertas políticas indecorosas y a la larga funestas, que, aun tendiendo a fines honestos, no saben prescindir de individualidades asquerosas.
aullaba el perro, tendiendo el hocico con un quejido interminable que crispaba los nervios y parecía agitar la vega bajo un escalofrío fúnebre.
Y a los pocos pasos lo vió caído sobre sus ancas, enganchado aún al arado, pero intentando en vano levantarse, tendiendo su cuello, relinchando dolorosamente, mientras de su costado, junto a una pata delantera, manaba lentamente un líquido negruzco, del que se iban empapando los surcos recién abiertos.
Con sujetos de letras y doctrina, o que por gracia, por entusiasmo, por hondo sentir poético y por elevación de miras y de ideas, le infundían confianza y le inspiraban simpatías, su discurso le arrebataba fácil e insensiblemente a las más altas regiones, pero con ciertas gentes medianas, que presumen de cultas, el Padre Enrique se recogía por instinto, sentía su carencia de poder y de influjo, y ni era sencillo, ni era elevado, ni conmovía por la candorosa expresión de los afectos, ni alzaba en pos de sí las inteligencias, tendiendo el vuelo de águila la suya.
Llegaron a mis oídos voces conocidas, sonó en la cerradura de la puerta contigua ruido de llave, y salió mi tía Pepa, tendiendo los brazos.
Mauricia se quedó sola tendiendo la ropa.
Vestido enorgullecía a las modistas, desnudo o a medio vestir, cuando andaba por aquella casa tendiendo ropa en el balcón, limpiando los muebles o cargando los colchones cual si fueran cojines, para sacarlos al aire, parecía una figura de otros tiempos, al menos, así lo pensaba Rubín, que sólo había visto belleza semejante en pinturas de amazonas o cosa tal.
Observábale desvelada, tendiendo una mirada tenaz de cama a cama.
Acaso el instinto de cobardía propio de su raza les moverá a agazaparse breves minutos detrás de un arbusto o de una peña, pero al primer imperceptible efluvio amoroso que les traiga la cortante brisa, al primer hálito de la hembra que se destaque del olor de la resina exhalado por los pinares, los fogosos perseguidores se lanzarán de nuevo y con más brío, ciegos de amor, convulsos de deseo, y el cazador que los acecha los irá tendiendo uno por uno a sus pies, sobre la hierba en que soñaron tener lecho nupcial.
Llegaron al lugar donde le encontró Claudia, y no hallaron en él sino recién derramada sangre, pero, tendiendo la vista por todas partes, descubrieron por un recuesto arriba alguna gente, y diéronse a entender, como era la verdad, que debía ser don Vicente, a quien sus criados, o muerto o vivo, llevaban, o para curarle, o para enterrarle, diéronse priesa a alcanzarlos, que, como iban de espacio, con facilidad lo hicieron.
Fue recogido de los cabreros con buen ánimo, y, habiendo Sancho, lo mejor que pudo, acomodado a Rocinante y a su jumento, se fue tras el olor que despedían de sí ciertos tasajos de cabra que hirviendo al fuego en un caldero estaban, y, aunque él quisiera en aquel mesmo punto ver si estaban en sazón de trasladarlos del caldero al estómago, lo dejó de hacer, porque los cabreros los quitaron del fuego, y, tendiendo por el suelo unas pieles de ovejas, aderezaron con mucha priesa su rústica mesa y convidaron a los dos, con muestras de muy buena voluntad, con lo que tenían.

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