Ejemplos con telares

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La chispa de la revolución prendió rápidamente entre los trabajadores y los parados, que al día siguiente destruyeron las máquinas de vapor y los telares de las fábricas bruselenses, a las que se culpaba de la alta proporción de desempleados, y expoliaron los almacenes de alimentos.
Tanto las mujeres como los hombres tejen, utilizando distintos telares.
El cáñamo fue sustituido parcialmente por el yute, según Pedro Ibarra, la primera fábrica fue creada por Josep Maria Buch, quien aglutinó una serie de telares dispersos que simplemente trabajaban a cambio de materias primas.
A diferencia de Ustáriz él propuso cincuenta y tres mil telares.
Tenía un pensamiento mercantilista y pensaba que era necesario que se establecieran en España sesenta mil telares.
El corte sigue presente en el uso cotidiano y hay telares familiares que hacen este tejido que es comercializado a precios elevados.
La ciudad es productora de utensilios de aluminio, telares de mano y mobiliario.
Presuroso decidió llevar de inmediato a su domicilio lo encontrado, sin embargo pensó que si llevaba el baúl entero, alguien lo vería y sospecharía, por lo cuál rompió los aparejos de su burra y metió entre los telares la cantidad de monedas que le cabían, Tapó con ramas el hoyo y volvió a su casa inmediatamente.
Manlleu, como otras poblaciones de la cuenca del río Ter, aprovechó la energía hidráulica proporcionada por éste como fuente de energía para accionar los telares.
Los rústicos telares fabricados por los campesinos fueron sustituidos por modernos equipos traídos de Europa para la industrialización del fique.
Paralelamente, una de las actividades cotidianas de las mujeres de rango es el tejido, que conocemos, sobre todo, por las fusayolas y las numerosas pesas de telares encontradas en las casas.
Es una artista que como Penélope, teje, pero no se acontanta de hacer y deshacer la tela sino de descubrir nuevos horizontes en el campo de las artes mayores de un trabajo considerado manual como es la tejeduria , aun mas, sin usar hilos ni telares.
Así mismo se exhiben enseres domésticos como telares, punzones, adornos, ánforas o mosaicos.
La comunidad conserva una antigua tradición de tejedoras, que se transmite de generación en generación, utilizando aún los rústicos telares de madera.
Visten los viejos todos lo mismo: trajes de sayal, color franciscano, de paño casero, tejido en los telares, a brazo, del Hospicio provincial por los nacidos anónimos para los muertos anónimos.
Sevilla, que en el siglo XV poseía dieciséis mil telares de seda, llegó en el XVII a no tener más que sesenta y cinco.
Cuando años después vio Gabriel las galerías altas, los telares de un escenario, se acordó de las bóvedas de su catedral.
Y el viejo se conmovía, coloreábase su tez, gesticulaba con entusiasmo, y sus ojos brillaban como si viese en movimiento aquel centenar de telares y una turba activa y laboriosa en torno de ellos.
¡Cómo está esto! ¿No es verdad que entristece? Y menos mal para ti, que no has conocido los buenos tiempos, cuando desde el amanecer reinaba aquí un estrépito de dos mil demonios, y abajo, tu abuelo y yo sentíamos temblar el techo al empuje de los telares, mientras arreglábamos cuentas o sacábamos de los armarios las ricas piezas para enseñarlas a los compradores.
Juanito seguía contemplando el aspecto desolado del porche: el techo, de cuyas viguetas pendían largos pabellones de telarañas, los telares, que en sus superficies planas tenían capas de polvo cuya formación suponía docenas de años, las ventanas, con sus cerraduras enmohecidas y arriba unos enrejados por los que lanzaba el sol barras de luz en cuyo interior danzaba un mundo de moléculas.
El proyectil, pasando por entre los telares, rebotó sobre un poste, cayendo casi a los pies del tío.
Parece que los telares paran las ratas a montones.
A pocos pasos de él, una docena de gallinas picoteaban en un barreño, y por encima de los travesaños y redes de los telares aleteaban los palomos, lanzando su arrullo adormecedor.
Juanito tardó en ver a su tío, agachado entre dos telares, en mangas de camisa, ocupado en armar una ratonera.
Un taller que se perdía de vista, ocupando todo el último piso del caserón, un bosque de maderos y cuerdas, invadidos por las telarañas, una confusión de telares que, inactivos y muertos, parecían siniestras guillotinas, complicadas máquinas de tormento.
Él era quien iba al despacho de don Manuel a escoger pañuelos y piezas de seda, raso o terciopelo en aquellos armarios de roble con cerradura complicada, que databan del siglo anterior, y él también quien subía a los porches, donde con un tric-trac ensordecedor movíanse los telares y volaban las lanzaderas, haciendo surgir los ricos tejidos entre polvo y telarañas.
Esto se contaba del célebre fabricante de sedas, pero aunque en ello entrase en gran parte la exagerada malevolencia de sus enemigos, lo cierto era que don Manuel, con el producto de sus doscientos telares siempre en actividad y los caritativos auxilios que prestaba desde el Banco de San Juan, iba formándose una fortuna, cuya cifra, por ser desconocida, rodeaba a su poseedor de cierto prestigio misterioso.
Vivía en un enorme caserón cercano a las Escuelas Pías, figuraba entre los primeros fabricantes de seda, y más de doscientos telares trabajaban para él, elaborando piezas de seda rayada, vistosa y sólida, y pañuelos de brillantes colores, que eran enviados a las más apartadas provincias de España y hasta la misma América, cosa que asombraba y producía cierto temor respetuoso entre el comercio a la antigua.
Durante tres días, la historia aquella del huevo crudo, la mujer seducida y la familia de insensatos que se amansaban con orgías, quedó completamente olvidada o perdida en un laberinto de máquinas ruidosas y ahumadas, o en el triquitraque de los telares.

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