Ejemplos con tataranietos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Asistieron también nietos, biznietos, tataranietos y demás familiares y amigos.
Vida: A pesar del crecimiento de la esperanza de vida, son pocos los tataranietos y tatarabuelos que se conocen.
Si queremos conocer lo que sucederá mañana, sólo tenemos que tener un poco de paciencia, pero la cuestión se complica si queremos ver a nuestros tataranietos y parece fuera de toda posibilidad contemplar nuestra civilización dentro de mil años.
En el momento de su muerte Fred Hale tenía nueve nietos, nueve bisnietos, y once tataranietos.
¿Le parece a usted que con este descuido que hay en los enlaces, con los sacrílegos consorcios que solemos presenciar entre naturalezas pobres, viciadas, enfermas, y naturalezas sanas, es posible que muy pronto, a la vuelta de tres o cuatro generaciones, sobrevenga la decadencia fatal de estos pueblos de Europa? O qué, ¿se puede impunemente transmitir a nuestros tataranietos veneno y pus, en vez de sangre?.
Ya me parece un bromazo demasiado cruel la contienda entre el y la , y hay que pedir a Dios y al Rey de Francia otros cien mil tataranietos de San Luis, o de San Felipe, que vengan a poner orden y concierto en esta casa de orates, donde no hay ningún loquero que sepa su obligación.
-Que impulsado por su ardoroso corazón, capaz del heroísmo, y por mi paternal mandato, ha ido a Cádiz con las Cortes, y como ha ido a Cádiz con las Cortes y no volverá hasta dejar confundida a la facción y a los cien mil y quinientos hijos, nietos o tataranietos del calzonazos de Luis XVIII.
Y vivieron así Gabino y Quintina, muchos años, rodeados de su numerosa prole, multiplicada con nietos, biznietos y tataranietos, criados todos en el respeto de las viejas costumbres hospitalarias de los antepasados, a las cuales debían su fortuna.
Las vibraciones infinitas de sensuales caricias que ella proporcionaba, estremecían el universo de los suyos: primero hijos, luego esposos, enseguida aguardaba paciente a sus nietos para estrenarlos en sus fogosidades y a sus bisnietos resultantes después y a sus tataranietos que desvirgaba, con el tiempo, hasta sus choznos, todos, generaciones tras generaciones que habían nacido de ella, surgido de ella, siempre cuidados con maternal miramiento mientras crecían, posteriormente con el esmerado cariño de esposa y así, hundida en sus amoríos de su ley.

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