Ejemplos con sórdidas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A pesar de este marcado carácter sexual, las canciones del grupo no son duras o sórdidas, sino que están planteadas desde un sentido del humor provocador y sin prejuicios.
En él, Camus discute la cuestión del suicidio y el valor de la vida, presentando el mito de Sísifo como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre moderno, que consume su vida en fábricas y oficinas sórdidas y deshumanizadas.
El trabajo estaba articulado como un Álbum conceptual, en el que todos los cortes giraban en torno a una misma historia, en la que el protagonista Steven se enfrentaba a sus pesadillas más sórdidas.
lanza un disco más oscuro y con letras más sórdidas, Automatic for the People, considerado como el mejor disco del grupo hasta el momento.
Los detalles contados por Valentin acerca de sus cuartos empobrecidos donde vivía son alusiones autobiográficas a los días más tempranos de Balzac como autor: Nada podía ser más feo que esta buhardilla, aguardando a su erudito, con sus paredes sórdidas amarillas y ese olor a pobreza.
Éstos, por su parte interna, hallábanse cuidadosamente enjalbegados con la deslumbrante cal de Ibiza, que da una transparencia y una suavidad lácteas a todos los edificios, comunicando aspecto de risueñas mansiones a las casuchas sórdidas de la campiña.
El río corre rumoroso, de escalón en escalón, entre dos ringlas de viejas casas, las calles son estrechas, sórdidas, un olor de humedad y cocina se exhala de los porches oscuros, tocan las campanas a las novenas, entran y salen en las iglesias mujeres con mantillas negras, hombres que remueven en el bolsillo los rosarios.
Gabriel, que conocía su hermosura interior, pensaba en las viviendas engañosas de los pueblos orientales, sórdidas y miserables por fuera, cubiertas de alabastros y filigranas por dentro.
En el ahorro, en la parsimonia, en el cálculo cominero, hasta en las costumbres sórdidas, llegué a encontrar cierto placer.
Desde hace dos años y por sórdidas razones de las que -quiero creer- los partidos no se dan cuenta, se mantiene al pueblo en la convicción de que no llegará a la soberanía y al bienestar sino con la ayuda y la intervención de representantes regularmente elegidos.
Que consiste en tomar la librea común de nuestra época por la túnica de las Musas, en vivir, no en la ladera del Monte Sagrado con Apolo, sino en las calles sórdidas y en los horribles suburbios de nuestras viles ciudades.
Nuestros tapices y nuestras alfombras de veinte años atrás, con sus verdades solemnes y deprimentes, su vano culto a la Naturaleza, sus sórdidas copias de objetos tangibles, se han convertido, hasta para los filisteos, en motivo de risa.
Ajenos a todo y a todos, pierden el sentimiento de la solidaridad social, hasta caer en sórdidas caricaturas del egoísmo.
Con su ayuda los sabios acometen la exploración de lo ignoto, los moralistas minan las sórdidas fuentes del mal, los osados se arriesgan para violar la altura y la extensión, los justos se adiamantan en la fortuna adversa, los firmes resisten la tentación y los severos el vicio, los mártires van a la hoguera por desenmascarar una hipocresía, los santos mueren por un Ideal.
Viven para mancillarlo, sueñan su exterminio, conspiran con una intemperancia de terroristas y esgrimen sórdidas calumnias que harían sonrojar a un paquidermo.
Tengo la convicción, Watson, basada en mi experiencia, de que las callejuelas más sórdidas y miserables de Londres no cuentan con un historial delictivo tan terrible como el de la sonriente y hermosa campiña inglesa.
Así, en vez de tener Primitivo que discurrir por su cuenta aquella porción de sórdidas matemáticas que descubrió Pascal, a quien su padre ocultaba los libros que las enseñaban, pudo ahorrarse este trabajo, porque Protocolo le rodeó la cama en que se moría más que vivía, de cuantos libros técnicos, mapas, aparatos fueron necesarios para que el prodigio aprendiera lo que no sabía ninguno de su edad.
La mañana se empina poco a poco, y descubre cosas sórdidas y sucias amodorradas en los umbrales, contra el quicio de las puertas.
no quería más que hundir el alma en aquella pasión innominada que le hacía olvidar el mundo entero, su ambición de clérigo, las trampas sórdidas de su madre de que él era ejecutor, las calumnias, las cábalas de los enemigos, los recuerdos vergonzosos, todo, todo, menos aquel lazo de dos almas, aquella intimidad con Ana Ozores.

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