Ejemplos con sábete

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por de pronto, sábete que a mí me han dicho lo que Castelar: Hazte cura y arrastrarás a las muchedumbres para llevarlas a donde quieras.
Sábete que no es muerta, sino ida.
Sí, dijo doña Rosa, ¿te figuras que porque has metido a la muchacha en las Recogidas, ya todo quedó arreglado y concluido? Sábete que no has conseguido nada.
Sábete que cometes un pecado en declararme la guerra.
—¡Oh pecador de mí! replicó el sevillano, armóles el conde zancadilla, y cogiólos debajo de su jurisdicion, que eran soldados, y por contrabando se aprovechó dellos, sin que la audiencia se los pudiese quitar: sábete, amigo, que tiene un Bercebú en el cuerpo este conde de Puñonrostro, que nos mete los dedos de su puño en el alma: barrida está Sevilla y diez leguas a la redonda de jácaros: no para ladron en sus contornos: todos le temen como al fuego, aunque ya se suena que dejará presto el cargo de asistente, porque no tiene condicion para verse a cada paso en dímes ni dirétes con los señores de la audiencia.
Hay aquí tambien una masa de aragoneses, valencianos y catalanes: tenlos por gente pulida, olorosa, bien criada y mejor aderezada, mas no los pidas mas, y si mas quieres saber, sábete, hija, que no saben de burlas: porque son, cuando se enojan con una mujer, algo crueles y no de buenos hígados.
Sábete, Sancho, que es muy fácil cosa a los tales hacernos parecer lo que quieren, y este maligno que me persigue, envidioso de la gloria que vio que yo había de alcanzar desta batalla, ha vuelto los escuadrones de enemigos en manadas de ovejas.
Sábete, amigo Sancho respondió don Quijote, que la vida de los caballeros andantes está sujeta a mil peligros y desventuras, y, ni más ni menos, está en potencia propincua de ser los caballeros andantes reyes y emperadores, como lo ha mostrado la experiencia en muchos y diversos caballeros, de cuyas historias yo tengo entera noticia.
Sábete que la fortaleza de Camila está ya rendida y sujeta a todo aquello que yo quisiere hacer della, y si he tardado en descubrirte esta verdad, ha sido por ver si era algún liviano antojo suyo, o si lo hacía por probarme y ver si eran con propósito firme tratados los amores que, con tu licencia, con ella he comenzado.
Sábete, Anselmo, que ha muchos días que he andado peleando conmigo mesmo, haciéndome fuerza a no decirte lo que ya no es posible ni justo que más te encubra.
Mal cristiano eres, Sancho dijo, oyendo esto, don Quijote, porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho, pues sábete que es de pechos nobles y generosos no hacer caso de niñerías.
Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro.
Y sábete que me vuelvo a pie, además de lo otro, porque no quiero ir a presidio el día de mañana.
Pues, hombre, sábete que por respetos a ella no entré a sacarte de entre sábanas.
-Pues sábete además que voy a tomar parte en ellas.
Y ahora sábete que el mal no está en la prisión de ese hombre al tunturuntún, sino en que en la ciudad haya más juicio y más nobleza de lo que yo creía.
-Pues ya que tan por lo alto lo tomas, sábete que lo que entonces sospechaba yo por ciertos indicios, se hizo público años después por boca de tu ilustre padre político.
-¡Oh, hijo descomunal y esplendoroso! ¡Bien decía yo que se adivinaban nuestras concupiscencias! Pues ya que no se harta tu corazón de desocuparse en el mío, sábete que no me vendría mal otro auxilio para finiquitar algunas deudas que hoy me cierran las puertas del sustento corporal, y hasta las del necesario descanso.
-Pues sábete -dijo entonces doña Sabina con visible repugnancia-, aunque la lengua se me atasque al decírtelo, que la una y el otro se.
-¡Que mal rayo me parta si he venío a otra cosa a la feria! Y sábete que por ese dinero ya no tendría en casa los novillos hace una semana, si los hubiera querido vender.
¡Vaya si te leo yo los pensamientos! Pues sábete que te llevas chasco si tal has pensado, ¡y chasco muy grande!.
Y ahora, sábete -añadió, encarándose con Tasia- que no venía hoy a pedirte, como te has pensado, sino a decirte que para lo que soy y tengo, no es quién una descorazonada, cubiciosa y cicatera como tú.
Así me dije, y emprendí la marcha, y sábete que en aquellas alturas ya no había hondonada sin su tortillón de nieve, más dura que una peña.
Y ahora sábete lector, por remate y fin de este capítulo, que no llegaron a seis los ramos puestos, pero que, ¡oh dolor de los dolores e inclemencia de las inclemencias!, de aquellos ignominiosos sambenitos, más de la mitad se alzaban en tierras del pobre Macabeo.
Y como a fiel no me ganas tú, sábete ahora que si hablé con Macabeo fue porque se despedía de mí.
-Sábete que ayer, no bien anocheció, recibí con un propio una carta llena de lágrimas.
-Sábete -dijo- que mi nombre no fue del título que me da la ignorancia, aunque tuve muchos.
¿Viste esa visión que acostándose fea se hizo esta mañana hermosa ella misma y haces extremos grandes? Pues sábete que las mujeres lo primero que se visten en despertándose es una cara, una garganta y unas manos, y luego las sayas.
Sábete que ese alguacil no sigue a este ladrón, ni procura alcanzarle por el particular y universal provecho de nadie, sino que como ve que aquí le mira todo el mundo, córrese de que haya quien en materia de hurtar le eche el pie delante, y por eso aguija por alcanzarle.
Sábete que la muerte y ellos están eslabonados y en una cadena, y que cuando más caminan los días que van delante de ti, tiran hacia ti y te acercan a la muerte, que quizá la aguardas y es ya llegada, y según vives, antes será pasada que creída.

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