Ejemplos con superioridades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Boliviano el uno y peruano el otro, ambos deseaban unificar al Perú y Bolivia, ligándolos con estrechos vínculos de conveniencia y afecto, pero mientras Santa Cruz se proponía formar una federación con estricta igualdad política, Gamarra ponía en la obra cierta superioridad,es decir,una total anexión de Bolivia bajo el mandato del Perú.
Sus gloriosos empeños por difundir los beneficios de la educación popular, están inspirados en el noble propósito de comunicar los elementos fundamentales del saber al mayor número, pero no nos revelan que, al mismo tiempo que de ese acrecentamiento extensivo de la educación, se preocupe de seleccionarla y elevarla, para auxiliar el esfuerzo de las superioridades que ambicionen erguirse sobre la general mediocridad.
La democracia, a la que no han sabido dar el regulador de una alta y educadora noción de las superioridades humanas, tendió siempre entre ellos a esa brutalidad abominable del número que menoscaba los mejores beneficios morales de la libertad y anula en la opinión el respeto de la dignidad ajena.
Desde el momento en que haya realizado la democracia su obra de negación con el allanamiento de las superioridades injustas, la igualdad conquistada no puede significar para ella sino un punto de partida.
Para mostrar ahora cómo ambas enseñanzas universales de la ciencia pueden traducirse en hechos, conciliándose, en la organización y en el espíritu de la sociedad, basta insistir en la concepción de una democracia noble, justa, de una democracia dirigida por la noción y el sentimiento de las verdaderas superioridades humanas, de una democracia en la cual la supremacía de la inteligencia y la virtudúnicos límites para la equivalencia meritoria de los hombres, reciba su autoridad y su prestigio de la libertad, y descienda sobre las multitudes en la efusión bienhechora del amor.
El anti-igualitarismo de Nietzscheque tan profundo surco señala en la que podríamos llamar nuestra moderna , ha llevado a su poderosa reivindicación de los derechos que él considera implícitos en las superioridades humanas, un abominable, un reaccionario espíritu, puesto que, negando toda fraternidad, toda piedad, pone en el corazón del a quien endiosa un menosprecio satánico para los desheredados y los débiles, legitima en los privilegiados de la voluntad y de la fuerza el ministerio del verdugo, y con lógica resolución llega, en último término, a afirmar que la sociedad no existe para sí sino para sus elegidos.
Por otra parte, nuestra concepción cristiana de la vida nos enseña que las superioridades morales, que son un motivo de derechos, son principalmente un motivo de deberes, y que todo espíritu superior se debe a los demás en igual proporción que los excede en capacidad de realizar el bien.
El deber del Estado consiste en predisponer los medios propios para provocar, uniformemente, la revelación de las superioridades humanas, donde quiera que existan.
En todos ellos hay un derecho idéntico para aspirar a las superioridades morales que deben dar razón y fundamento a las superioridades efectivas, pero sólo a los que han alcanzado realmente la posesión de las primeras, debe ser concedido el premio de las últimas.
Cabe pensar en que progresivamente se encarnen, en los sentimientos del pueblo y sus costumbres, la idea de las subordinaciones necesarias, la noción de las superioridades verdaderas, el culto consciente y espontáneo de todo lo que multiplica, a los ojos de la razón, la cifra del valor humano.
Siendo, pues, insensato pensar, como Renán, en obtener una consagración más positiva de todas las superioridades morales, la realidad de una razonada jerarquía, el dominio eficiente de las altas dotes de la inteligencia y de la voluntad, por la de la igualdad democrática, sólo cabe pensar en la de la democracia y su reforma.
Al instituir nuestra democracia la universalidad y la igualdad de derechos, sancionaría, pues, el predominio innoble del número, si no cuidase de mantener muy en alto la noción de las legítimas superioridades humanas, y de hacer, de la autoridad vinculada al voto popular, no la expresión del sofisma de la igualdad absoluta, sino, según las palabras que recuerdo de un joven publicista francés, la consagración de la jerarquía, emanando de la libertad.
Y lo afirmativo de la democracia y su gloria consistirán en suscitar, por eficaces estímulos, en su seno, la revelación y el dominio de las superioridades humanas.
Aptitudes latentes, disposiciones ignoradas, tienen así la ocasión propicia de manifestarse, y a menudo se manifiestan, en el momento en que pierde su ascendiente la vocación que prevalecía, tanto más cuanto que las mismas condiciones que constituyen una inferioridad sin levante para determinado género de actividad, suelen ser estímulos y superioridades con relación a otro.
El general menosprecio en que la concepción ascética de la vida confundió todos los bienes y superioridades de la tierra, ha sacrificado, sin duda, durante muchas generaciones humanas, tesoros cuantiosísimos de genio, de habilidad, de energía, reprimidos en lo interior del alma por los mismos que los poseyeron, juzgándolos vanidad, pérfido señuelo del mundo, tentación de frialdad y apartamiento respecto de la única idea que consideraban digna de amor.
De lo que el impulso de renovación encierra virtualmente de fecundo y hermoso, nacen todas las superioridades y prestigios que en el espíritu del dilettante concurren y que le redimen, para la contemplación y la crítica, de aquello que su filosofía entraña de funesto si se la toma como concepción de la vida y escuela de entendimiento práctico.
Fuerza servil si se la compara con la invención y con la soberana espontaneidad de la conciencia, que son superioridades a las que no se llega de inmediato desde la imitación rutinaria, y que no cabe extender nunca a todos los pensamientos y actos de la vida, la sugestión de lo ajeno y apartado es fuerza liberadora en cuanto nos realza sobre la estrecha sociabilidad que circunscriben la familia y la patria, y además, comienza a hacer flexible y ágil el espíritu y ejercita los bríos de la voluntad, para acercarnos a esa completa emancipación del ser propio, que constituye el término ideal de una existencia progresivamente llevada.
Vive una esperanza eternamente enamorada del alma en donde hay fuerza, condición de todas las superioridades, lo mismo las buenas que las malas.
Consideran tan nocivo al que afirma las propias superioridades en voz alta como al que ríe de sus convencionalismos suntuosos.
Sus más nobles superioridades serán adoradas por las envidiosas, en ellas clavarán sus incisivos, como sobre una lima, sin advertir que la pasión las convierte en vestales.
Admiremos a los viejos por las superioridades que hayan poseído en la juventud.
Cada nacionalidad pretende estar en cualquier sentido por encima de las demás, y las clases dominadoras, que son dueñas de la enseñanza y dueñas de la riqueza de las naciones, alimentan en los proletarios la creencia de superioridades y orgullos tontos a fin de imposibilitar la unión de los trabajadores en el esfuerzo que separadamente hacen por libertarse del Capital.

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