Ejemplos con sumisiones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Un primer bosquejo también fue enviado a todos los que hicieron sumisiones, así como a todos los jardines botánicos miembros del BGCI para recabar sus opiniones para incorporarlas a las revisiones finales.
Jiu-jitsu brasileño: Particularmente para sumisiones y lucha en el suelo, además de inmovilizaciones si el oponente tiene dominado al peleador sobre sí, por ejemplo, cruzar las piernas y brazos en torno al oponente para inmovilizarle mientras le tiene dominado en el suelo.
Particularmente para sumisiones y lucha en el suelo, además de inmovilizaciones si el oponente tiene dominado al peleador sobre sí, por ejemplo, cruzar las piernas y brazos en torno al oponente para inmovilizarle mientras le tiene dominado en el suelo.
Lucha Libre, Grecorromana y/u Olímpica: para trabajo de lucha cuerpo a cuerpo, derribes y sumisiones.
Desemejante de la mayoría de los videos que comparte el sitio web, AniBOOM apela sobre todo a los animadores profesionales o del semi-professional, y ofrece repartos de la sindicación y/o de la producción, en la TV o la tela, para las sumisiones populares.
Por la órden del mercader frances de Sevilla escribieron Isabela y sus padres a la reina de Ingalaterra su llegada, con los agradecimientos y sumisiones que requerian las muchas mercedes della recebidas: asimismo escribieron a Clotaldo y a su señora Catalina, llamándolos Isabela padres, y sus padres señores.
¿He porfiado con los poderosos? ¿Teñíme la barba por no parecer viejo? ¿Fui viejo sucio y mentiroso? ¿Enamoréme con mi dinero? ¿Llamé favor el pedirme lo que tenía y el quitarme lo que no tenía? ¿Entendí yo que sería bueno para mí el que a mi intercesión fue ruin con otro que se fió dél? ¿Gasté yo la vida en pretender con qué vivir, y cuando tuve con qué no tuve vida que vivir? ¿Creí las sumisiones del que me hubo menester? ¿Caséme por vengarme de mi amiga? ¿Fui yo tan miserable que gastase un real segoviano en buscar un cuarto incierto? ¿Pudríme de que otro fuese rico o medrase? ¿He creído las apariencias de la fortuna? ¿Tuve yo por dichosos a los que al lado de los príncipes dan toda la vida por una hora? ¿Heme preciado de hereje y de mal reglado en todo y peor contento, porque me tengan por entendido? ¿Fui desvergonzado por campear de valiente? Pues si Juan de la Encina no ha hecho nada desto, ¿qué necedades hizo este pobre de Juan de la Encina? Pues en cuanto a decir necedades, ¡sacadme un ojo con una! ¡Ladrones, que llamáis disparates los míos y parates los vuestros! Pregunto yo: ¿Juan de la Encina fue acaso el que dijo ?, habiendo de ser al contrario, si hicieres bien, mira a quién.
¿Cómo lanzar a esta otra dócil vida hecha por las sumisiones todas del mundo y de los cielos.
Joseíto sentíase subyugado por aquella mujer, cuyo cuerpo elástico y ondulante imitaba de tan maravillosa manera las hondas y dulces embriagueces del deseo, el lánguido desfallecer de los anhelos ya cumplidos, ora el espasmo poderoso, ora la exaltación febril y delirante, ya la repulsa provocativa y avivadora, ya la caricia llena de dulcísimas sumisiones, al par que enrojecíanse sus mejillas y aletargábanse sus ojos como vencidos por el deleite, y sus dientes de marfil amenazaban con hacer brotar la sangre de sus labios húmedos y purpurinos.
Por tanto, cuando navegando la vuelta de las Cíclades le salieron al encuentro embajadores de Atenas, intimándole que no tocase en aquella ciudad porque había decretado el pueblo que no se diera entrada a ninguno de los reyes, y a Deidamía la condujeron a Mégara con el honor y acompañamiento correspondiente, no fue dueño de sí mismo de cólera, sin embargo de que había llevado hasta allí resignadamente su desgracia y no se había mostrado en semejante mudanza abatido o humillado: pero el verse frustrado de las esperanzas que sobre el amor de los Atenienses había fundado, y que éste le había salido vano y falaz, era lo que sobre todo le desconsolaba, y es que para los reyes y poderosos el indicio menos cierto de amor de parte de la muchedumbre es el exceso en las sumisiones y los honores, pues consistiendo el precio de éstos en la voluntad y la elección, el miedo les quita el crédito y la fe, porque unos mismos son los decretos de los que temen, y de los que aman.
Hembras entregadas, en sumisiones de bestia obediente.

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