Ejemplos con sudando

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Una vez que se ha producido el bronceado, éste no podrá ser eliminado ni sudando, ni lavándose con agua y jabón.
Durante el puente hacia el descanso, Beyoncé baila junto a una luz de neon, a continuación, durante el descanso, Beyoncé se encuentra sudando mientras baila pasos roboticos entre estatuas de oro.
El viajero, sudando, se quitó toda la ropa para correr a bañarse.
Don Simón, acrecentando en cada uno prodigiosamente su caudal, sin duda por aquello de dinero llama dinero , doña Juana, sudando placer y vanidades por todos los poros de su cuerpo, y Julieta transformándose en una arrogante moza, desesperación de imberbes, codiciada de talludos y obsequiada de todos.
Que escribas cuidado me llamo todos los días, ¿eh? No bebas agua fría cuando estés sudando.
Sus poderosos flancos parecían gemir, sudando una humedad viscosa y tibia, mientras en los linderos incultos, al borde del caminillo, quedaban aún rincones vírgenes, donde a placer crecían las bellas superfluidades campestres, las gramineas vaporosas, las florecillas multicolores, los agudos cardos.
El joven remero estaba sudando.
Fernando, ante estos vestigios de la época del Imperio, evocaba en su imaginación el típico caballero del Brasil tradicional, tal como lo había visto en libros y grabados: galante en sus maneras, sentimental y poético como un lusitano, la cara enjuta y pálida, con ancha perilla, sudando bajo la levita negra y el cilindro lustroso del sombrero de copa, un quitasol bajo el brazo y unos pantalones blancos de hilo por toda concesión al clima de su país esplendoroso.
El médico, una vez satisfecha su curiosidad, miraba a los obreros negros y recocidos por aquella temperatura de infierno, atolondrados por el ruido ensordecedor, sudando copiosamente, teniendo que remover pesadísimas masas en una atmósfera que apenas permitía la respiración.
El dios de la Poesía viene a dar al dios del Infierno la desagradable noticia, de que mientras él sudando el quilo se esmera en forjar una armadura para el tremendo Marte, éste, deshonrándole como a un simple mortal, ha cometido adulterio con su esposa Venus: y se lo dice, por lo visto sin preparación ni rodeo, sin tener en cuenta siquiera que están allí sus ayudantes.
Duró esta faena preparatoria más de una semana, sudando y jadeando la familia desde el alba a la noche.
Y el ministro, descompuesto, sudando la gota gorda, colorado como una remolacha, y con ambos puños apoyados en las respectivas rodillas, fijaba en Currita sus ojos de besugo, como si pretendiese tragársela de un solo bocado.
Hija míale dijo su mamá, viéndola ir hacia el balcón, no te asomes, que estás sudando.
Estoy sudando, ya no tengo frío.
Pepe Y póngase la gorra, que está sudando y se puede constipar.
-¿Le parece a usted que es de gusto el que yo tengo ahora? ¡Virgen del Tremedal! -exclamó sudando el quilo y echando todo el cuerpo sobre el brazo izquierdo del joven-.
—Hijo Monipodio, yo no estoy para fiestas, porque tengo un vaguido de cabeza dos dias ha que me trae loca, y mas, que ántes que sea mediodía tengo de ir a cumplir mis devociones, y poner mis candelicas a nuestra Señora de las Aguas, y al santo Crucifijo de santo Agustin, que no lo dejaria de hacer, si nevase y ventiscase: a lo que he venido es que anoche el Renegado y Centopiés llevaron a mi casa una canasta de colar algo mayor que la presente, llena de ropa blanca, y en Dios y en mi ánima que venia con su cernada y todo, que los pobretes no debieron de tener lugar de quitalla, y venian sudando la gota tan gorda, que era una compasion verlos entrar jadeando y corriendo agua de sus rostros, que parecian unos angelicos: dijéronme que iban en seguimiento de un ganadero que habia pesado ciertos carneros en la carnicería, por ver si le podian dar un tiento en un grandísimo gato de reales que llevaba: no desembanastaron ni contaron la ropa, fiados en la entereza de mi conciencia, y así me cumpla Dios mis buenos deseos y nos libre a todos de poder de justicia, que no he tocado la canasta, y que se está tan entera como cuando nació.
Y, como las cosas de la guerra y las a ellas tocantes y concernientes no se pueden poner en ejecución sino sudando, afanando y trabajando, síguese que aquellos que la profesan tienen, sin duda, mayor trabajo que aquellos que en sosegada paz y reposo están rogando a Dios favorezca a los que poco pueden.
Entró el correo sudando y asustado, y, sacando un pliego del seno, le puso en las manos del gobernador, y Sancho le puso en las del mayordomo, a quien mandó leyese el sobreescrito, que decía así: A don Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria, en su propia mano o en las de su secretario.
Pues vuestra merced, señor mío, lo quiere así respondió Sancho, sea en buena hora, y écheme su ferreruelo sobre estas espaldas, que estoy sudando y no querría resfriarme, que los nuevos diciplinantes corren este peligro.
¡A fellas que oigo la música! ¡Dichoso dél! ¡En una caja así, tan preciosa, nos hubiesen llevado a nosotras, enfelices, que nos hemos pasado la vida sudando para ganar el triste comer! A tu neno ahora le regala rosquillas la Virgen, y San Antón le está poniendo una ropa toda de oro, y de plata, y de perlas, con unos fleques colorados.
debilidad, desperté, presa de mortal sobresalto, sudando frío.
-Este capón no tiene coyunturas, -exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha.
Iba sudando un tabernero de congoja tanto que, cansado, se dejaba caer a cada paso, y a mí me pareció que le dijo un verdugo:.
Venía sudando, el aliento se le añudaba en el garguero y se sentó a descansar, esperando que se le pasara el sofocón y preguntándose si no sería miedo.
Bonis, sudando gotas como puños, frotaba, frotaba incansable, con una sonrisa poco menos que seráfica clavada en el apacible rostro: sus ojos, azules y claros, muy abiertos, sonreían también a dulces imágenes y a deleitosos recuerdos.
Venancio, que estaba al otro lado del lecho, con los brazos remangados, con algunas manchas de sangre en la camisa y en el levitón, sudando, muy semejante a un funcionario del Matadero.
Asi, entre músicas, flores e incienso, debia estarse en el cielo, aunque un poco más anchos y sudando menos.
-replicó Manos-gordas sudando a mares-.
Por la tarde continuaron las visitas, que subían a Peleches sudando el quilo, porque aquel día achicharraba el sol.

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