Ejemplos con substanciosa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La operación no era del agrado de la Regia Marina, pese a estar obsoletos los buques, sobre todo por los submarinos, pero se recibió Ordine Superiorissima del Duce, y admitieron una substanciosa rebaja y cobrar a plazos.
Era la del mar de Valencia, que Ferragut había conocido en su niñez, el animal amado de su tío el , a causa de su carne substanciosa que espesa la sopa marinera, el precioso componente buscado por el tío para el caldo de sus arroces.
Volvime al centro de la ciudad en busca de alguna noticia substanciosa o siquiera chismes políticos dignos de ser contados.
¡Oh, burlesca democracia y confusión de clases! La cena fue substanciosa: estofado y frituras, hojaldres y polvorones, todo ello ingerido con el estímulo de un vino blanco, excitante y traicionero, que a los pocos tragos me puso perdido de la cabeza, alterándome la justa percepción de las cosas.
Como yo alabase la substanciosa y abundante mesa, don Juan Ruiz añadió a su relación histórica este dato interesante:.
Formando rueda en torno a la mesa, oyeron esta manifestación tan sencilla como substanciosa:.
Y si no me tachara usted de entrometido, me permitiría decirle que esas penas o accidentes de la vida no son de los irremediables, pues tales muertes traen aparejada su resurrección, o lo que es lo mismo, que si un afecto perdió, otros que más valgan hallará en la Corte, donde pienso yo que habrá pocos que le igualen en el lucimiento y partes de la persona, así por lo tocante a prendas del corazón, como por lo que atañe a los adornos de la inteligencia, saber, memoria, conversación amena y substanciosa.
El sentido de tu última carta, aunque breve, substanciosa, me da esperanzas de que te veremos formal y comedido.
recalase con una carta substanciosa, y trajese, amén de instrucciones, los fondos necesarios para el viaje a Cádiz, si en efecto lo había, y anticipándose a lo que el papel dijera, fabricaba el capellán con loca fantasía estupendos castillos.
Rabiando, rabiando está ella por amasar su nobleza sin jugo con la vulgaridad substanciosa de la casa de Buendía.
Para terminar esta conversación excesivamente larga que he sostenido con mis lectores, y considerando que hasta aquí todo ha sido retazos y cabos sueltos, y que no estará de más defender alguna tesis substanciosa, voy a sentar una que formularé al modo escolástico en los términos siguientes: «Supuesto que somos pobres y que no podemos adornar nuestra ciudad con monumentos de gran valor artístico, y supuesto que tenemos unas mujeres que son monumentos vivos, cuya construcción nos sale casi de balde, ¿no habría medio de dar suelta a estas mujeres, de desparramarlas por toda la población, para que ellas, con su presencia, nos la engalanaran y embellecieran?».

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