Ejemplos con sopera

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Como forraje seco debería alimentarse de Pienso compuesto para Perrito de la pradera, con una cucharada sopera al día es suficiente, aunque en épocas necesitará más.
Es el volumen de ingredientes de cocina que cabe en una cuchara sopera.
La Falsa Tortuga sufre por estar condenada a hervir eternamente en la sopera como sopa de tortuga y el Grifo pondera de manera pasional las virtudes de dicho platillo.
Cuando se hayan sofrito se reservan la rebanada, las almendras y un par de dientes de ajo y se añade una cucharada sopera de pimentón al guiso.
Su receptáculo en una vasija de barro con tapa o una sopera de loza color carmelito o de varios colores.
La humeante sopera descansó en el centro de la mesa, con el cucharón de plata metido en las entrañas, y rápidamente se llenaron los platos.
Levantose para volver a la cocina, y en ella su pensamiento se balanceó en aquella idea del casorio, mientras maquinalmente echaba la sopa en la sopera ¡Casarme yo! , ¡y con este encanijado! ¡Vivir siempre, siempre con él, todos los días de día y de noche! ¡Pero calcula tú, mujer ser honrada, ser casada, señora de Tal persona decente!.
Leocadia se levantó para ir a buscar la leche de almendras, y volvió en seguida trayendo la sopera.
En efecto, por la tarde dividió en dos la tapa de una sopera, y desde entonces todo fue un puro desastre.
Apartó la muchacha el botín a un lado, y fue colocando platos de peltre, cubiertos de antigua y maciza plata, un mollete enorme en el centro de la mesa y un jarro de vino proporcionado al pan, luego se dio prisa a revolver y destapar tarteras, y tomó del vasar una sopera magna.
Y ¡zas! le zampó la sopera en la cabeza.
¡aquello tenía que ver! La sopera, llena hasta los bordes, era poco menor que un barreño, las fuentes del potaje podían servir de barcas en caudaloso río, el primer principio se componía de más de media arroba de carne guisada, y cuando llegó el gallo en pepitoria, héroe del banquete, acompañábanle, para hacerle honor, cuatro capones.
Mi hombre le hizo una cuerpeada, la sopera, aunque se le derramara encima, lo tocó de refilón, ¡plan! pegó en el suelo, se hizo añicos y un pedazo de loza fue a lastimar al gato, que saltó a la calle todo erizado y con la cola tiesa, a tiempo que pasaba Salustiano Gancedo, que, como ustedes saben, por chismes y envidias nada más, siempre ha andado a tirones con Bermúdez.
-Consommé -dijo León, mostrando a su comensal la ventruda sopera llena de un rico caldo-.
Poco después Prudencia ponía la sopera humeante en la mesa del comedor, y los pequeños daban voces por toda la casa llamando a comer.
la sopera.
En este momento, la sirvienta trajo la sopera e introdujo al mensajero de la estación, portador de un telegrama.
Llegó el momento de embestir al chupe de leche, y destapada la sopera viose que el contenido de ella era de imposible masticación.
La sopera encerraba una guirnalda de filigrana de plata, adornada con flores de oro.
Pero en el fondo de la sopera había una tarjeta, y Bolívar empezó a leerla para sí.
En el mismo momento en que la cocinera ponía en la mesa la sopera, el capataz se paró en la puerta y dijo:.
-«¡En el reservado!» exclamó el mayordomo, y retirando el asiento, sin dar siquiera una mirada de sentimiento a la sopera humeante, que, como matrona hospitalaria, parecía convidar a los presentes a reponerse de las fatigas de la mañana, se levantó, gritando:.
Hasta la hermosa sopera, ¿se acuerda, frau?, hasta la hermosa sopera se rompió.
Era la hora del almuerzo, la chinita Ugenia trajo la sopera y Cenobita sirvió a Bermúdez, que, en cuanto probó la primera cucharada rezongó de mal modo:.
- Yo destapo la sopera de plata de los ricos.
En esto se oyó un estrépito de mil demonios, y vieron Gorión y Carpio salir zumbando una sopera, entre los vidrios despedazados de la puerta entreabierta, correspondiente al comedor, y luego un pan de dos libras, y después a don Gonzalo mismo, buscando por el balcón una entrada a la sala, y, por último, a Osmunda, tirándole con los platos, los cuchillos y hasta las castañas de la mesa.

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