Ejemplos con sonriéndose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tenía en Túsculo diferentes habitaciones y miradores de hermosas vistas, y, además, ciertos claustros abiertos y dispuestos para paseos, Pompeyo el Grande, al verlo, censuró el que, habiendo dispuesto aquella villa con tanta comodidad para el verano, la hubiera hecho inhabitable para el invierno, a lo que, sonriéndose, le contestó Luculo que por qué iba él a ser menos que las grullas y las cigüeñas y no poder cambiar de casa con las estaciones.
Hizo Salvador un movimiento de repugnancia como si se le aproximara un reptil, la midió con mirada despreciativa y colérica y salió de la sala muy altivo, sonriéndose, con una audacia nueva en él, tan provocativa, que Narcisa le persiguió diciéndole desvergüenzas, extinguido ya el resto de pudor que hasta aquel día la contuvo en su tentación de insultarle a la cara.
Elena marchaba sonriendo a las flores, a los árboles, a los pájaros, sonriéndose a sí misma que era más bella que todas estas cosas.
—Sí: te abandono ahora, porque me voy a almorzar,—contestó el discípulo mayor, sonriéndose indefiniblemente.
-Sí que lo estoy -dijo Coletilla, sonriéndose como acostumbran hacerlo los chacales y las zorras, a quienes ha puesto la Naturaleza una contracción diabólica en el rostro-.
Rodando de uno para otro, ora sonriéndose, ora haciendo un gesto de enfado, el ya molesto estudiante logró adelantar algunos pasos.
El incrédulo ha visto el tabernáculo sacrosanto, y sonriéndose con desden, ha dicho: hé aquí un monumento de supersticion, hé aquí al hombre adorando el absurdo.
A lo que dijo don Quijote, sonriéndose un poco:
-Eres buen hurón para descubrir muchachas lindas -respondió Félix sonriéndose.
Estaba yo haciendo estas reflexiones, cuando se me presentó un hombre vestido de macareno con mucho lujo, y dándome un golpecito en el hombro y sonriéndose con suma gracia, me dijo:.
-Debe estar hecha una tarasca -pensaba su hermano, sonriéndose, cada vez que acababa de leer una de estas cartas-.
» Y el muy tuno, sonriéndose, me dio un golpecito muy suave con el puño de su cachiporro.
-¡Segurísimo! -me respondió sin vacilar, y añadió sonriéndose: Puedo jurarle a usted que en ese linaje de estudios aproveché bien el tiempo.
Como al andar enfrascado en estas reflexiones le mirara yo de arriba abajo con mal disimulada curiosidad, notóla él y me dijo sonriéndose:.
Damián, que lo viera, estiró la pierna del reumatismo, y exclamó, sonriéndose:.
-Pues a la vuelta -repuso Águeda sonriéndose- he de darte para el huerto.
-¡Que aguarde la respuesta! -murmuró sonriéndose.
-Perfectamente, amigo -respondió el otro sonriéndose, como si penetrase la intención del espolique.
Emma y Serafina hablaron algunos minutos solas entre las colgaduras de un balcón, sonriéndose, como acariciándose con ojos y sonrisas, las vio de lejos Bonis, pasó cerca de ellas, y ni una ni otra notaron su presencia, volvió a alejarse y a contemplar su obra desde un rincón.
-interrumpió la joven, sonriéndose.
-Sabéis -respondió sonriéndose la señora- que los extranjeros nos echan en cara a las españolas el proceder siempre de ligero, el ceder constantemente a nuestro primer impulso, y el tener en poco aquel estricto y severo círculo de accion de sus paisanas, que está a veces lleno de delicado decoro, y a veces hinchado de frío egoísmo: las españolas, francas y ardientes de corazón, no reflexionan cuando éste las arrebata, y si por esta razón aparecen siempre tiernas, valientes y generosas, a veces son irreflexivas, esto es, como dicen los franceses, tener los defectos de sus cualidades.
Al contrario, como Mariano Rosas me mirara, de cuando en cuando sonriéndose, tenía que sonreírme.
-Pues si no es más que eso -murmuré para mis adentros-, no hay que alarmarse -y como cuando grita uno a los que acaudilla en un instante supremo, ¡adelante! ¡adelante! ¡caballeros! -dije mirando a mis oficiales y a los dos franciscanos, que estaban hechos unas pascuas, sonriéndose con cuantos los miraban-: Vamos a saludar a Mariano.
El viejo, moviendo la cabeza y sonriéndose, dijo:.
-¡Vayan ustedes con Dios! -dijo Zurita sonriéndose y encogiendo los hombros.
Y, sonriéndose por.
de la barbilla castaña, continuaba callado, sonriéndose,.
usted un hermoso animal, agregó sonriéndose.
al Asilo de Locos?, preguntó Fernández, sonriéndose.
Doña Teresa miró a su hija, como para significarle que aquel hombre era mucho menos malo y feroz de lo que él creía, y se halló con que Angustias seguía sonriéndose con exquisita gracia en señal de que opinaba lo mismo.

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