Ejemplos con sombrereras

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Leonor también diseñó los baúles con perchas para guardar a Mariquita y su vestuario, sombrereras, maletas, etc.
Las gentes murmuradoras denunciaban sus ocultos convenios con modistas y sombrereras, que les proveían gratis para que propagasen sus invenciones.
La duquesa, sin embargo, temiendo sin duda que trasladase esta a sus orejas las famosas hipotecas que sobre sus tierras tenía, quiso escurrirse por la sala de lectura, con tan mala suerte, que fue a toparse en el patio mismo con la López Moreno, su hija Lucy, dos doncellas, un criado, diecisiete baúles y número ilimitado de cajas y sombrereras.
A los pies de la cama había una percha de castaño negro y apolillado ya, sobre la percha, un guardapolvo muy ancho, y sobre el guardapolvo, entre dos viejas sombrereras de cartón, una caja de pino, más alta que ancha, con tapadera sujeta con un cordel.
En la Metrópoli de los amores fáciles, en una ciudad poblada de tantas costureras, sombrereras, confiteras, obreras, en fin, que no piden más sino que las ayuden un poquito, «porque es costumbre en París», según dijo recientemente una de ellas al Jurado, en la villa de las Mimís y de las Pompón, bonitillas, elegantes en su pobreza, instruidas, espirituales y tan alegres, es realmente extraordinario que españoles en general, y el artista español en particular, tengan decidida vocación a echarse novia en la clase de las más infelices mujeres, encanalladas hasta la coronilla, a quienes espera el chulo -un chulo de un género desconocido en España, porque es asesino- para recoger las sobras del pot-au-feu y las pesetas del español.
Iban acompañados de sus sombreros de pelo, para tan alta ocasión sacados de las sombrereras, y también de sus paraguas, que desafiaban a las nubes.
En cuanto entramos en casa me condujeron a un cuarto grande, de poco uso, y me le mostraron atestado de baúles, sacos, líos, cajas y sombrereras.
Sin embargo, esto como todo, tiene un reverso, este delicioso ensueño lleva en sí prosaico despertar, ¿pues no lo son acaso esas molestias cotidianas que acompañan siempre un viaje? Los rocines flacos uncidos a un detestable vehículo, el frío que os hiela, y el calor que os achicharra y, sobre todo, esa inmensidad de fardos, baúles, sombrereras, etc.
Baúles, cajas, sombrereras, cajones abiertos, armarios vacíos, papeles rotos, montones de fotos, montañas de ropa.

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