Ejemplos con sofás

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Drake pasó sus primeros meses en la capital inglesa en diversos lugares, quedándose ocasionalmente en el piso de su hermana en Kensington, pero generalmente durmiendo en sofás y en el suelo de las casas de sus amigos.
Es un espacio circular con sofás y ventanas panorámicas y que en muchos casos puede servir de dormitorio eventual para un máximo de tres personas.
Los locales, en general son pequeños, pero existen otros que tienden a ser relativamente grandes para mayor comodidad, de diseño moderno, decorados con sillas y cómodos sofás, música suave y conexión inalámbrica a Internet.
El peligro vino a la atención pública cuando el programa de la BBC Watchdog alertó a los consumidores acerca de los sofás.
El alto riesgo de sensibilización fue llevada a la atención pública por el caso de la silla venenosa, cuando el fabricante chino Linkwise produjo sofás de dos plazas con pequeñas bolsas de dimetilfumarato en el interior de estos para evitar la presencia de mohos mientras eran alamacenados o transportados.
Alrededor de sus sofás y mesas, sus socios fueron incorporando actividades deportivas y lúdico-recreativas, empezando por juegos de naipes, como el mus, tan arraigado en la cultura norteña, pero con el tiempo se fueron incorporando todo tipo de actividades.
Los sofás son chics y elegantes, el piso es de roble, y las mesas de la mercancía son hechas de caoba.
El interior de las tiendas es un muy grande con muchos salones que varían en tamaño incluyendo una chimenea, araña de luces, y sofás.
En su interior la cama litera para Chabel con un colchón con bonitos estampados y una escalera por la que subir, una cocina con multitud de accesorios, un salón pequeño con dos sofás acolchados, una mesita y dos sillas y otra mesa de camping y en la parte de atrás tenía una escalera para acceder al techo y un espacio para llevar la bici de Chabel.
En el piso superior nos encontramos el comedor con autoservicio y comida variada, mayormente pasta, amplias vistas con balcones a los campos de entrenamiento y sala recreativa con billares, sofás y un gran monitor de televisión.
Los ácaros abundan en colchones, mantas, almohadas y sofás, ya que son dermatófogos.
El interior aparece una sala de estar con sofás y sillas, un televisor, y los juguetes para niños.
Los ebanistas y decoradores de casas ricas estaban de enhorabuena, así como los que inventan nuevos estilos de sillas y sofás.
¿En dónde y cuándo se ha visto mayor abnegación, ni entusiasmo más candoroso? El señor Erasmo Gamoneda, que como artillero con pujos de ingeniero dirigía la barricada, me dijo que los españoles sacrifican colchones, esteras, y aun sofás de paja de Vitoria, en.
¿Qué sillones y qué sofás de blando asiento! Los huesos duros del español de raza, hechos a toda incomodidad y dureza, caen en ellos embelesados y no saben levantarse.
Atendían Rafaela y María Luisa, multiplicándose, al menester de preparar comistraje para tantas bocas, y las viajeras, hijas y señora de Carrasco, descoyuntadas y muertas de fatiga, dormitaban en sofás y sillones, mientras Don Bruno y Cavallieri se ocupaban en clavar escarpias en las paredes del nuevo domicilio, y en abrir baúles y colgar perchas.
Tenía doña Luz dos primorosos escritorios antiguos, con cajoncitos y columnitas, llenos de incrustaciones de marfil, ébano y nácar, cómodos sillones y sofás, una chimenea mejor construida que las otras que había en la casa, espejos, cuadros bonitos y un armario lleno de libros lujosamente encuadernados.
Con gozo sin igual, con la embriaguez del triunfo y la conciencia de su fuerza irresistible, comenzaron los nuevos huéspedes del palacio a arrojar por los balcones sillas, sofás, tapices, vasos, cuadros, candelabros, espejos, ropas, papeles, vajillas y otros mil perversos cómplices de la infame política de Godoy.
La multitud subía y bajaba, abría alacenas, rompía tapices, volcaba sofás y sillones, creyendo encontrar tras alguno de estos muebles al objeto de su ira, violentaba las puertas a puñetazos, hacía trizas a puntapiés los biombos pintados, desahogaba su indignación en inocentes vasos de China, esparcía lujosos uniformes por el suelo, desgarraba ropas, miraba con estúpido asombro su espantosa faz en los espejos, y después los rompía, llevaba a la boca los restos de cena que existían aún calientes en la mesa del comedor, se arrojaba sobre los finos muebles para quebrarlos, escupía en los cuadros de Goya, golpeaba todo por el simple placer de descargar sus puños en alguna parte, tenía la voluptuosidad de la destrucción, el brutal instinto tan propio de los niños por la edad como de los que lo son por la ignorancia, rompía con fruición los objetos de arte, como rompe el rapaz en su despecho la cartilla que no entiende, y en esta tarea de exterminio la terrible fiera empleaba a la vez y en espantosa coalición todas sus herramientas, las manos, las patas, las garras, las uñas y los dientes, repartiendo puñetazos, patadas, coces, rasguños, dentelladas, testarazos y mordiscos.
Subieron enseguida a los guardamuebles, donde no se cansaron de admirar el número y belleza de los tapices, camas, sofás, papeleras, veladores, mesas y espejos que reproducían las imágenes de la cabeza a los pies y en los que los adornos, los unos de cristal, de plata dorados los otros, eran tan bellos y magníficos que iguales no se habían visto.
En aquellos solitarios diálogos dentro de una estancia donde ningún extraño podía penetrar, no se oía nada teológico, pero a veces caían boca arriba las figurillas: olvidábase todo, cacerolas, visitas, cocina, sofás, ceremonias, Gloria fijaba sus ojos en el placentero semblante de su tío, preguntábale cómo era el Cielo, y entonces el ángel y el santo empezaban a hablar de ello con tanto fervor como los desterrados hablan de la patria.
Su Ilustrísima discutía largamente con Gloria sobre la colocación que debía darse a las sillas y sofás, y ambos se pasaban las horas muertas con las imaginarias visitas y los cumplidos y saludos de las mudas personas de cartón.
El mobiliario lo componían los viejos sofás Imperio de caoba y crin, los sillones de baqueta, y las sillas que hoy persiguen los anticuarios en todas partes, y en cada rincón un rifle viejo, institución tradicional de las casas de campo, revelaba allí que también al señor X se le había ocurrido que le pudieran asaltar por el frente o el fondo de la casa.
¡Y el pobre Juan Bou tan inocente del efecto que producían sus ladridos! A cada instante decía: «¿No piensa usted como yo?», y andando de un lado para otro, se tiraba con violencia en sillas y sofás para probar su blandura, se arrodillaba en el cojín de un reclinatorio, daba vueltas alrededor de un biombo, se reía como un salvaje, ponía el dedo en los bronces, acariciaba las mejillas de las ninfas doradas, decía chicoleos a las damas retratadas, y siempre que iba de una sala a otra, daba fuertes golpes con su bastón sobre el piso, como deseando que también la alfombra recibiese, con el lenguaje de los palos, la expresión contundente de la ira del pueblo.
Hacia el centro, dos sofás uno frente a otro.
¿En dónde y cuándo se ha visto mayor abnegación, ni entusiasmo más candoroso? El señor Erasmo Gamoneda, que como artillero con pujos de ingeniero dirigía la barricada, me dijo que los españoles sacrifican colchones, esteras, y aun sofás de paja de Vitoria, en aras del patriotismo.
Los ebanistas y decoradores de casas ricas estaban de enhorabuena, así como los que inventan nuevos estilos de sillas y sofás.
Atendían Rafaela y María Luisa, multiplicándose, al menester de preparar comistraje para tantas bocas, y las viajeras, hijas y señora de Carrasco, descoyuntadas y muertas de fatiga, dormitaban en sofás y sillones, mientras Don Bruno y Cavallieri se ocupaban en clavar escarpias en las paredes del nuevo domicilio, y en abrir baúles y colgar perchas.
La sala era de regular tamaño, enladrillada, blanqueada con aseo, y en las paredes se veían algunas pinturas coloreadas representando, según parecía, escenas de Guillermo Tell y de Matilde o las Cruzadas: cuatro sofás de cuero bruto y algunas silletas desiguales eran los muebles que la adornaban.
Comienzan por dar la mano por turno de jerarquía y en esa forma, se sientan, con bastante aplomo, en las sillas o sofás que se les ofrecen.

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