Ejemplos con soberbio

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Hombre más ignorante, soberbio y poseído de sí! Llevaba el manteo terciado, la teja al bies, y tenía todo el empaque de un majo.
En el centro de la tienda se pavoneaba un soberbio velador de porcelana de Sévres y bronce dorado.
“¡Salve, oh, tú, el más grande de los hombres, hijo predilecto de las Musas, foco de intensa luz que alumbrará a los mundos, salve! Loor a tu nombre, hermosa lumbrera, en cuyo derredor girarán en lo futuro mil inteligencias, admiradoras de tu gloria! ¡Salve, grandiosa obra de la mano del Potente, orgullo de las ESPAÑAS, flor la más hermosa que ciñe mis sienes, yo te saludo! ¡Tú eclipsarás las glorias de la antigüedad, tu nombre escrito en letras de oro en el templo de la Inmortalidad, será la desesperación de los demás ingenios! ¡Gigante poderoso, serás invencible! Colocado como soberbio monumento en medio de tu siglo, todas las miradas se encontrarán en tí.
Sentóse en una banqueta frente a la mampara que lleva a las habitaciones regias, a fin de esperar que la reina la llamase o alguien saliese, mas la excitación nerviosa no la dejaba sosegar un momento, y levantóse al punto para asomarse a uno de los balcones y mirar a la plaza de la Armería, púsose luego a arreglarse los ricitos de la frente ante uno de los magníficos espejos y reparó entonces en el soberbio retrato de Alfonso XII, pintado por Casado, que habían colocado allí la víspera y se destacaba sobre la rica tapicería de seda granate con grandes flores amarillas, con todo el esplendor de una obra maestra.
Extendíase al frente el prado, verde, risueño, lleno de luz y de alegría, con una fuentecilla alegre y bullidora que por cuatro caños murmuraba, a la izquierda, alzábase la majestuosa mole del Colegio, adelantando el soberbio pórtico de su iglesia como adelantaría un soldado de Cristo el fuerte brazo mostrando un crucifijo, elevando la grandiosa cúpula como elevaría al cielo la frente, buscando allí la fortaleza, el impulso, la luz.
El proyecto fue aceptado con desdeñosa condescendencia por parte de Tonito, con sumisión entera por la de Currita, y Celestino Reguera quedó encargado de traer al día siguiente dibujos para el traje de la dama que había de representar la reina blanca, y un soberbio juego de ajedrez, trabajado admirablemente en el Japón, cuyas grandes piezas de marfil podrían ser copiadas en los demás trajes de la cuadrilla.
A la mitad del acto cuando Dinorah recobra la razón y quiere recordar la bellísima plegaria entre sublimes vacilaciones de la orquesta, que parecen revelar los esfuerzos mentales de la pobre loca, envolvióse Currita en su soberbio abrigo de terciopelo granate, forrado de pieles blancas, y aceptando en señal de reconciliación el brazo de Diógenes, salió del palco escoltada por Villamelón y Leopoldina, gozoso él por irse a dormir su indigestión, furiosa ella por marcharse sin oír el coro final de la romería.
Por la escalera de enfrente subía en aquel momento el tío Frasquito dando el brazo a su sobrina espuria, la reina destronada de Matapuerca, que se detenía en cada peldaño para ponderarle lo terrible de su susto, lo soberbio de su dehesa, el dolor de su oreja, lo pavoroso de aquellas descargas atronadoras.
El cansancio de la noche precedente, pasada en el baile del marqués de Butrón, le rindió bien pronto y durmióse al fin pensando en su madre, que le llevaba de la mano, como cuando era niño, al santuario de la Virgen de Regla, encaramado sobre un peñasco, dominando el mar que se confunde en el horizonte con el cielo, como si fuese imposible presentar dos imágenes distintas del infinito, y vuelve después, soberbio siempre y constante, a estrellarse contra las rocas de la costa, mugiendo como una desesperación eterna e impotente.
Al verla, Leopoldina Pastor corrió al soberbio piano de Erard, que estaba en un ángulo, arrancó de un solo tirón la rica y antigua colcha brocada que lo cubría, y se puso a tocar furiosamente el flamante himno de doña María Victoria, una de las intemperancias filarmónicas en que tan fecundo fue siempre el partido progresista.
Yo puedo echarme a los pies de este buen sacerdote, y decirle que soy soberbio, envidioso, impuro, y pedirle que me castigue y luego me perdone, pero lo íntimo de mi falta quedará por confesar: es por mil razones inenarrable para él.
¡Ya, ya verá usted a su sobrino, qué majo y qué gallardo que viene, vestidito de charro, en un caballo soberbio! ¡Ya verá usted, tía Pepa, qué elegante y guapo estaré con el pantalón ceñido, el jarano galoneado, la chaquetilla airosa y la pistola al cinto! ¡Y taca, taca, taca ! ¡Ahí está el ranchero! ¡Ya llegó! Y entrará Juana, diciendo: ¡Señora ya vino el charro! Y usted, tía Pepilla, usted saldrá corriendo a recibirme y abrazarme, o se asomará usted a la ventana para verme llegar, y ver a todas las muchachas que han de mirarme con tamaños ojos, como diciendo: ¡Qué reguapo! Y entraré, sonando las espuelas, y ustedes se pondrán muy alegres.
Sonaba brillantemente el soberbio piano.
Desde allí se domina toda la parte meridional del valle, limitado por las montañas de la Sierra, sobre las cuales desplegaba el cielo de invierno sus incomparables constelaciones: Orión, el Can, y el Navío entre cuyos mástiles centelleaba el soberbio Canopo.
El pañuelo está lindísimo, el monograma es soberbio, muy elegante, y muy sencillo, como dibujado y bordado por tí.
A ruego mío, mientras don Carlos se engolfaba en su partida de ajedrez, abría Gabriela el piano, un soberbio Erard , y tocaba lo más selecto del repertorio en boga.
Cuando volvieron al comedor, Nelet sacaba el héroe de la fiesta: un soberbio capón, panza arriba, con los robustos muslos recogidos sobre el pecho y la piel dorada, crujiente, impregnada de manteca.
Entró en la alcoba del enfermo con el ademán soberbio, el cónico sombrero encasquetado y lanzando a su hermana una mirada de desprecio.
Era muy soberbio, y el amor propio descollaba en él sobre la conciencia y sobre los sentimientos todos, de manera que nada le molestaba tanto como verse y reconocerse inferior a su mujer.
Te han engañado, te han dado un soberbio timo.
Vaya y con pieles, un abrigo soberbio.
Maximiliano sabía su procedencia, así como la de un bargueño y un armario soberbio que en la alcoba estaban.
Eso es, bruto, encenágate más, hazte más materialista y más gozón, a ver si te sale la felicidad Eres un soberbio, un tonto Mira, sobrino, me voy, porque si no me voy te pego con tu propio bastón.
¡Soberbio vaso en verdad para encerrar un Moscoso legítimo, magnífico patrón donde injertar el heredero, el continuador del nombre! El marqués presentía en tan arrogante hembra, no el placer de los sentidos, sino la numerosa y masculina prole que debía rendir, bien como el agricultor que ante un terreno fértil no se prenda de las florecillas que lo esmaltan, pero calcula aproximadamente la cosecha que podrá rendir al terminarse el estío.
Ablándate, tigre, humíllate, Nembrot soberbio, y sufre y calla, pues no te piden imposibles.
Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque, viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio.
Al caballero pobre no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido, y oficioso, no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo, caritativo, que con dos maravedís que con ánimo alegre dé al pobre se mostrará tan liberal como el que a campana herida da limosna, y no habrá quien le vea adornado de las referidas virtudes que, aunque no le conozca, deje de juzgarle y tenerle por de buena casta, y el no serlo sería milagro, y siempre la alabanza fue premio de la virtud, y los virtuosos no pueden dejar de ser alabados.
En el soberbio trono diamantino que con sangrientas plantas huella Marte, frenético, el Manchego su estandarte tremola con esfuerzo peregrino.
¿Adónde estás, soberbio Alifanfuón? Vente a mí, que un caballero solo soy, que desea, de solo a solo, probar tus fuerzas y quitarte la vida, en pena de la que das al valeroso Pentapolín Garamanta.
Si os las puedo pagar en haceros vengado de algún soberbio que os haya fecho algún agravio, sabed que mi oficio no es otro sino valer a los que poco pueden, y vengar a los que reciben tuertos, y castigar alevosías.

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