Ejemplos con silvestres

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En Cuba es muy común desde el siglo XIX en los jardines y patios, y también como especie naturalizada en lugares silvestres con suelos húmedos, como en las orillas de arroyos o ríos.
En Nueva Zelanda existe una nomenclatura para los distintos tipos de reservas según el grado de protección de cada una: áreas silvestres, parques nacionales, reservas escénicas, reservas científicas y parques boscosos.
Sus miembros pueden causar sarcomas, otros tumores, anemia de aves silvestres y domésticas, y también afectar ratas.
Un ejemplo clásico es la Cruz Ruthwel, encontrada en un cementerio de una Iglesia en Dumfries, con inscripciones rúnicas que cuentan la historia de la crucifixión mezcladas con símbolos paganos tales como pájaros y otros animales y flores silvestres.
XIX, cuando estas refinadas, silvestres y bellas flores rosáceas de estación comenzaron a ser apreciadas.
Estos pueblos originarios vivían mayoritariamente de la recolección de frutos silvestres, la caza y la pesca.
Es básicamente insectívora, se alimenta mayoritariamente de los insectos que caza, aunque también ingiere arañas, algunas larvas, diferentes semillas de plantas herbáceas, frutos silvestres como bayas, y también puede picotear alguna que otra fruta que halle en su camino.
Animales Silvestres: Brazo fuerte, gato montes, tigrillo, jabalí, tejón, mapache, tlacuache, conejo, ardilla, tepexcuintle, coyote, armadillo, mázate, zorrillo.
Aves Silvestres: Águila, gavilán, chachalaca, paloma mora, tecolote, zopilote, gallina, calandria, colibrí, pájaro carpintero, faisán pecho amarillo, primavera, tordos, pijul, garza grulla, pato buzo, lechuza, golondrina, tucán.
Plantas exóticas para decoración: palmera de coco, izote, vejuquera silvestre, flores silvestres.
Además pescan y recolectan frutos silvestres y tortugas.
El majuelo, el endrino, la zarzamora, los rosales silvestres y las madreselvas son los arbustos más característicos.
Puede encontrarse en animales de sangre caliente domésticos y silvestres y ocasionalmente en reptiles y peces.
Transcurrió mucho tiempo, las palomas silvestres, enardecidas por la calma y la soledad de la fragua, revoloteaban en la plazoleta sin fijarse en el cazador, inmóvil y olvidado de ellas.
Dos palomas silvestres salieron de la maleza con el sonoro plumeo de un abanico que se abre, pero el cazador pareció no verlas.
El recuerdo de las colinas inmediatas a su torre, perfumadas de plantas silvestres y olor salitroso de mar, parecía sonreír en su memoria con una dulzura idílica.
Las cabras silvestres, en sus alturas inaccesibles, saltaban de meseta en meseta, y únicamente cuando rodaba el trueno en el azul sombrío y los rayos como serpientes ígneas bajaban con veloz angulosidad a beber en el inmenso abrevadero del mar huían las tímidas bestias con balidos de terror a refugiarse en las oquedades cubiertas por el ramaje de las sabinas.
Podía caminarse saltando de peñasco en peñasco, entre cabinas y otras vegetaciones silvestres, por una parte de la orilla del Vedrá, pero más adentro la roca se elevaba recta, lisa, inabordable, en pulidas paredes grises cortadas a pico.
Para entrar en él era preciso atravesar el cementerio de los frailes, con sus fosas removidas por las raíces de las plantas silvestres, que sacaban los huesos a flor de tierra.
En la calma de este retorcimiento tempestuoso e inmóvil, en la soledad de estos campos poblados de espantables y perennes visiones, cantaban los pájaros, extendían su invasión hasta el pie de los troncos carcomidos las flores silvestres, y las hormigas iban y venían en infinito rosario, socavando como mineras infatigables las añosas raíces.
El campo parecía un abandonado taller de escultura, con miles de bocetos informes, de monstruos esparcidos en el suelo, sobre una alfombra verde matizada de margaritas y campanillas silvestres.
Eran esbeltas mujeres morenas, llevando sobre la trenza y el blanco rebocillo un ancho sombrero de paja con cintas colgantes y ramos de flores silvestres, hombres vestidos de dril rayadola llamada tela mallorquína, con fieltros echados atrás que parecían una aureola negra o gris en torno de sus rostros afeitados.
Viajaba porque casó con una mujer a quien creyó amar, y la halló luego como una copa sorda, en que las armonías de su alma no encontraban eco, de lo que le vino postración tan grande que ni fuerzas tenía aquel músico-atleta, para mover las manos sobre el piano: hasta que lo tomó un amigo leal del brazo, y le dijo Cúrate , y lo llevó a un bosque, y lo trajo luego al mar, cuyas músicas se le entraron por el alma medio muerta, se quedaron en ella, sentadas y con la cabeza alta, como leones que husmean el desierto, y salieron al fin de nuevo al mundo en unas fantasías arrebatadas que en el barco que lo llevaba por los mares improvisaba Keleffy, las que eran tales, que si se cerraban los ojos cuando se las oía, parecía que se levantaban por el aire, agrandándose conforme subían, unas estrellas muy radiosas, sobre un cielo de un negro hondo y temible, y otras veces, como que en las nubes de colores ligeros iban dibujándose unas como guirnaldas de flores silvestres, de un azul muy puro, de que colgaban unos cestos de luz: ¿qué es la música sino la compañera y guía del espíritu en su viaje por los espacios? Los que tienen ojos en el alma, han visto eso que hacían ver las fantasías que en el mar improvisaba Keleffy: otros hay, que no ven, por lo que niegan muy orondos que lo que ellos no han visto, otros lo vean.
Linda era la antesala, pintado el techo con los bordes de guirnaldas de flores silvestres, las paredes cubiertas, en sus marcos de roble liso dorado, de cuadros de Madrazo y de Nittis, de Fortuny y de Pasini, grabados en Goupil, de dos en dos estaban colgados los cuadros, y entre cada dos grupos de ellos, un estantillo de ébano, lleno de libros, no más ancho que los cuadros, ni más alto ni bajo que el grupo.
Sus pies se enredaban en las plantas silvestres que la fecunda Naturaleza hacía crecer en las junturas de los sillares.
Doña Manuela también rió un poco, siguiendo con la vista la ruidosa persecución que se alejaba, y entró después en el mercado de casquijo, buscando las golosinas silvestres que la gente rumia con fruición en Navidad, olvidándolas durante el resto del año.
Don Pedro atendía a satisfacer sus menores deseos: en ocasiones se mostraba hasta galante, trayéndole las flores silvestres que le llamaban la atención, o ramas de madroño y zarzamora cuajadas de fruto.
Le había encontrado escondido en el pesebre de las vacas, su rincón favorito, y el diablillo traía los rizos entretejidos con hierba y flores silvestres.
—Tan árida y escabrosa es aquella region, que nadie ha entrado nunca en codicia de disputar a los animales silvestres el pacífico, inmemorial disfrute de las escasas hierbas y atroces matorrales que festonean sus riscos, por lo que, ni siquiera hoy, despues de la desamortizacion y venta de todo lo criado, figura tal arrabal del Planeta en el catastro de la riqueza pública.
Había por allí muchos árboles silvestres y algunas plantas y flores, que hacían el lugar apacible.

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