Ejemplos con siete

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El rapacejo penetró por la trastienda y volvió a salir en un momento, con una criatura de unos siete años.
Y con estos propósitos, caminando en ala los siete donde el terreno lo permitía, o en hilera si el sendero no daba más de sí, pero ocupando siempre don Simón el puesto de preferencia, ensanchábasele el pecho al pobre hombre a impulsos de su vanidad, creyendo de buena fe que todas aquellas deferencias con él guardadas eran hijas de una adhesión espontánea y desinteresada a su persona.
Allí montaron los siete, y partieron a trote menudito, entre las sombreradas de los que quedaban en el mesón y la afanosa curiosidad del vecindario, que había acudido en masa a las inmediaciones de la venta para conocer al candidato, de cuya riqueza se contaban maravillas en el pueblo.
A los siete años de estar yo en San Madrigal murió la duquesa de Somavia.
Después del largo sermón de las siete palabras, la noche del Viernes Santo, don Guillén tenía la voz tomada, hendida, un poco estridente.
Llegaremos a Inhiesta a las siete de la mañana.
Allí vivían, en el centro de la hermosa y cuidada vega, formando mundo aparte, devorándose unos a otros, y aunque causasen algún daño a los vecinos, estos los respetaban con cierta veneración, pues las siete plagas de Egipto parecían poca cosa a los de la huerta para arrojarlas sobre aquellos terrenos malditos.
Y Batiste calló, mientras el monstruo de las siete cabezas, replegándose en el sofá de damasco, cuchicheaba preparando la sentencia.
Alteróse el tribunal, las siete acequias se encresparon.
Eran más de las doce, y las siete acequias empezaban a mostrarse cansadas de tanto derramar pródigamente el caudal de su justicia, cuando el alguacil llamó a gritos a Bautista Borrull, denunciado por infracción y desobediencia en el riego.
Pero las siete acequias acogían estas interrupciones con furibundas miradas.
Descubriéronse las siete acequias , quedando con las manos sobre las rodillas y la vista en el suelo, y el más viejo pronunció la frase de costumbre:.
Sentáronse los siete jueces en el viejo sofá, corrió de todos los lados de la plaza la gente huertana para aglomerarse en torno a la verja, estrujando sus cuerpos sudorosos, que olían a paja y lana burda, y el alguacil se colocó, rígido y majestuoso, junto al mástil rematado por un gancho de bronce, símbolo de la acuática justicia.
Los siete jueces se saludaron como gente que no se ha visto en una semana.
Toda la huerta que tenía agravios que vengar estaba allí, gesticulante y ceñuda, hablando de sus derechos, impaciente por soltar ante los síndicos o jueces de las siete acequias el interminable rosario de sus quejas.
Y sabe más que los siete doctores.

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